Bahía Invita; los artistas pagan

(Por Astor Vitali) El fin de semana tuvo lugar en la ciudad el programa público privado titulado “Bahía Invita”. Según reza la página oficial –creada especialmente para el programa- se trata de “un proyecto de turismo de compras, convocado por la Dirección de Turismo del Municipio de Bahía Blanca y consensuado con el sector privado”.

La propuesta consiste en “un encuentro con descuentos en los comercios adheridos, espectáculos programados y otras actividades durante los días 4, 5 y 6 de Noviembre”.

Fue presentado por el Director del Instituto Cultural, Ricardo Margo, en conferencia de prensa, acompañado por Juan Carlos Starobinsky, gerente de la Corporación del Comercio, Industria y Servicios; Nazareno Vega, gerente del Bahía Blanca Plaza Shopping, y representantes de los bancos Provincia, Nación, Macro y Credicoop.

Sin rodeos, el funcionario del área cultural confesó que “a través del ámbito de cultura vamos a estar vistiendo a la ciudad con una serie de propuestas artísticas que complementarán lo más importante de este objetivo, que son las ventajas comparativas para quienes quieran consumir”

Además, el actual/anterior regente cultural sostuvo que “la ciudad va a adquirir un perfil más dinámico en esto que el intendente dio a conocer como ‘ciudad atractiva’”. Queda el interrogante acerca del contenido conceptual de la definición “ciudad atractiva”.

Luego de manifestar el ambicioso objetivo de “vestir la ciudad” con “propuestas artísticas” para “lo más importante” que es consumir, el servidor público omitió explicar que “Bahía Invita” se apropiaría de decenas de espectáculos del ámbito independiente para “venderlos” como parte de una agenda a la que no fueron invitados ni consultados y por la que no fueron beneficiados.

De esta forma, de las 56 actividades artísticas anunciadas como parte del programa, al menos 36 fueron actividades del ámbito independiente que no recibieron ningún tipo de beneficio por parte del programa. No percibieron subsidios, ni aportes y tampoco auspicios. Sin embargo, aparecían en la agenda oficial del programa.

Este cronista consultó durante el fin de semana a varios de estos eventos si el Instituto Cultural o la Corporación tuvieron el decoro de consultar su conformidad antes de incluirlos en un programa que lleva claros beneficios (económicos y de imagen) al sector privado a fuerza del sudor del sector independiente. Todas las personas contactadas contestaron negativamente.

Más de un “productor” oportunista tomó nota de este curso acelerado de “producción sin inversión” ofrecido por la oficina cultural y la cámara empresaria en forma libre y gratuita. No sea cosa que –como ya ha ocurrido- espectáculos hechos por la fuerza de trabajo de grupos independientes sean capitalizados por “productores” cuya inversión y labor para el desarrollo de esos eventos es nula.

Pero además, la página –si bien tenía espectáculos escritos en color negro (la mayoría) y en rojo (los que realmente contaban con algún apoyo, es decir, la minoría) desinforma a la comunidad ya que todo ciudadano o ciudadana pudo haber ido a cualquier espectáculo independiente reclamando los descuentos anunciados en la portada del sitio.

Puede argüirse que se actuó de buena fe bajo una especie de criterio “colaborativo” y, en este sentido, podría decirse que se incluyó actividades de terceros para “ayudar a difundir”. Sin embargo, ese espíritu aparentemente generoso no podría ser cuestionado si los espectáculos de factura independiente habrían sido consultados o beneficiados de alguna manera.

Por otra parte, cabe señalar que en el sitio web no hay leyenda alguna que explique la diferencia entre los espectáculos que realmente obtuvieron algún tipo de apoyo institucional y el resto de la agenda independiente, muchas veces realizada a pesar de la falta de apoyo institucional.

En definitiva, en lugar de sostener las expresiones culturales genuinas de la comunidad (objetivo principal de la oficina cultural estatal), los sectores público y privado se nutren y sacan tajada de una agenda hecha con trabajo ajeno. Una política a todas luces reprobable e injusta. Pero una política que marca el clima de época.