(Por Astor Vitali) Se supone que en la radio, en los diarios y en la tele hablan “los que saben”. Cuando el centro de la vida familiar era el televisor (en lugar de la familia), en un país politizado como Argentina, era habitual que algún comensal articulara un “shhh” para escuchar a algún analista, conductor o entrevistado. En el centro del período de las privatizaciones, un desfile de opinólogos repetía: seguridad jurídica, inversiones, el estado no sirve, bajar la carga fiscal, vivas a las importaciones, déficit fiscal cero, baja de gasto público, etc.

Esta mirada política (que suele presentarse descaradamente como “apolítica”) tiene dos objetivos centrales de aplicación: la instauración de un modelo cultural que avale la filosofía capitalista y la propuesta de un modelo económico que supuestamente aportaría al bienestar general a través de la competencia y el desarrollo del espíritu emprendedurista.

En el contexto de emergencia alimentaria actual, aún se escuchan los ecos de aquellas voces. A los sectores que tienen los recursos económicos para detentar los medios de producción -entre ellos, los medios de comunicación masivos-, no se les ocurre mejor idea que proponer los conceptos y medidas que nos llevaron a esta Argentina de hambre, donde uno de cada dos niños es pobre, como la supuesta solución para salir del estado vergonzoso en el que nos dejaron.

Si bien ya no hay programas de análisis político en canales abiertos –han sido reemplazados por propuestas de animación que contienen operaciones evidentes que juegan en favor de mejor postor- los “analistas” y panelistas se dedican a analizar la pobreza y la pequeña economía. Por algún motivo que no logro explicarme, nadie discute la riqueza.

Disculpen mi ignorancia pero me atrevo a preguntar: si un estado reconoce que hay millones de personas que sufren hambre y, a su vez, observa fuga en dólares y ganancias por miles de millones en pocas empresas concentradas ¿por qué no utiliza su legítima capacidad de generar tasas impositivas para garantizar los derechos de la población?

Nadie discute la riqueza. Téngase en cuenta que en estas líneas estamos dejando de lado cómo obtuvieron sus riquezas los sectores verdaderamente ricos. Muchos tienen serias dificultades para explicar la legitimidad de origen.

Para colmo, el sector financiero hace exactamente lo contrario: nos pone “impuestos” para todo. El sistema financiero opera ofreciendo servicios por los cuales impone tasas a como le place. Para las millones de operaciones diarias, desde una extracción de un laburante de su cuenta sueldo en una red de cajeros automáticos hasta la operación de una PyME, te cobran todo.

“En el medio de este mambo”, como decía Eladia, el sumun de la exposición argumental neoliberal dirá que gravar la riqueza es anacrónica porque “espanta las inversiones”. ¿Cuáles?

Más allá del ordenamiento estratégico de una economía que incluya al conjunto de la población, no se puede seguir discutiendo el problema de la pobreza y del hambre sin gravar la riqueza.

Como siempre se dice pero nunca se hace, no se trata de administrar la pobreza sino distribuir la riquezas.

(Por Astor Vitali) El viernes fue el día del jubilado y de la jubilada. Es decir, es el día de aquellas personas que, sin detentar capital, han dedicado la mayor parte de su vida a diversos trabajos para sobrevivir, sostener familias, caminar en busca de sueños y articular tareas comunitarias.

Como muestra de la filosofía capitalista, la sentencia “población económicamente activa” excluye a este sector. Más, se les denomina “población inactiva”. Más allá de la referencia técnica: ¿qué tan activo es este sector?

Si el trabajo no le destruyó el cuerpo al llegar a la edad de emancipación laboral, un jubilado o una jubilada tienen, en general, casi todo por hacer y muchos años por delante. Por empezar: tienen experiencia de vida y tiempo para disfrutar de esos aprendizajes. Parece que después de “toda una vida de trabajo” nos espera “toda una vida”. Por millones, jubilados y jubiladas retoman sus sueños: terminar sus estudios, iniciar una carrera, incursionar en algún arte, viajar, relacionarse amorosamente con la experiencia a cuestas, y una larga lista. Tan larga como pueda ser el conjunto de los sueños humanos y de sus culturas.

Desde este punto de vista, puede considerarse a este sector como muy activo, anheloso del disfrute del tiempo y movilizado por los deseos más añejos. Fuera de la diatriba económica, deberíamos llamarles población esencialmente activa.

Ahora bien. Para hacer cosas en una sociedad occidental hacen falta recursos económicos. Para hacer cualquiera de estas cosas, además de atender la salud, algo más frágil ya por esos años. ¿Qué recursos económicos asigna la sociedad argentina para esta población esencialmente activa? $12.937,22 Este es el monto de la jubilación mínima en la Argentina.

Según Eugenio Semino, defensor de la Tercera Edad, “casi cinco millones de jubilados y pensionados no cubren sus necesidades básicas”. ¿Cómo les decimos “feliz día”?

El sistema previsional argentino está, privatizado o no, pensado para la mísera supervivencia (en el mejor de los casos) de las personas que laburaron toda la vida y no para su desarrollo humano pleno. No se les tira por la ventana del todo pero se les deja con alimento para viejos en su cucha hasta que la biología se ocupe. Por cierto, el entierro también será un negocio. En nuestra ciudad, para apenas dos firmas empresarias que se enriquecen de la desgracia ajena.

Lo más llamativo de todo esto es que cualquier ciudadano o ciudadana minimamente razonable sabe de antemano que la línea de llegada del final de su carrera laboral le ofrecerá como trofeo ese rinconcito del olvido.

Las personas en edad de jubilarse no tienen, en nuestro país y en nuestro sistema, más derecho que a la supervivencia. Claro que hay programas de PAMI, de aquí y de allá. Pero no facultades para el ejercicio pleno de sus derechos.

No hemos tocado aquí el problema de salud, que resulta más un sistema de prebendas y subsidios para farmacéuticas y clínicas privadas que un sistema de cuidado de la salud para sus supuestos destinatarios.

Para más bochorno, quienes han ejercido el poder político sin revertir esta situación a todas luces injusta, cobran jubilación de privilegio.

Un saludo respetuoso en su día, jubilados y jubiladas, implica una honesta disculpa por pertenecer a una sociedad que olvida su propio destino aunque lo tenga frente a sus ojos.

(Por Astor Vitali) ¿Qué pensás? Cuando tenés un rato a la hora de la siesta, durante el silencio del baño, cuando no llorás. En los cuarenta minutos del transporte que te deja donde siempre y donde no siempre querés llegar ¿qué pensás?

Cuando te das la vuelta y ves que todo el mundo piensa algo ¿no te preguntás qué piensa? ¿No te querés saber si le pasa algo similar a vos?

Una turba de pensamientos caminando por la calle no se mira. Pensamientos con auriculares. Pensamientos con pibes colgando. Pensamientos con cartón en el carro. Pensamientos a estrenar en un cero kilómetro. Pensamientos al borde del abismo y pensamientos lúcidos que sorprenden. Algún “sentipensante”, al decir de Galeano, tal vez dobla la esquina.

Todos esos pensamiento prefieren cruzarse de vereda que toparse, unas ideas frente a otras, unas miradas frente otras, y entonces tener que preguntarle ¿qué pensás?

“Dale, che… Filosofía barata abunda”, dirás, con justicia. Pero ¿sabés qué pienso? Pienso que nos la pasamos de filosofía barata porque a la filosofía le bajaron el precio. Andar pensando por pensar no más, no garpa. Tienen más valor los zapatos de goma.

En el medio de esta milonga donde todos bailamos por la urgencia del churrasco, ¡qué digo del churrasco!, vuelvo. En el medio de este mambo donde todos bailamos agitados por la urgencia del mendrugo, le subimos la cotización a las harinas blancas –dañinas, como se sabe- y le bajamos el valor a las ideas.

La filosofía no garpa. “¿Lo que pasa es que si lo pensás mucho te amargás, querido. Quévaser. La vida es así…”, dice uno de los pensamientos que anda por la calle, llegando tarde al trabajo que no lo espera, y que no piensa.

A dos cuadras, una muchacha con el ánimo y el pelo sueltos, tan sueltos que se derramaban por el piso, se autoceba un mate con toda la espalda contra una puerta de madera que nadie abre hace unos años. “No sé qué pensar”, se dice.

Y ¿qué pensás? Decime.

Mal pensados. Andamos mal pensados. Sí, mal dormidos, mal comidos y hasta malcogidos, ya sé. Pero, ponete a pensar un poquito… ¡Andamos mal pensados! Pasados de pensar o posados en el pensamiento absorto.

¿Está bien bien lo que está pasando? ¿Está bien lo que pienso de lo que está pasando? ¿O estoy malpensando? ¿Cuánto tiempo por día estoy pensando? Y ¿en qué estoy pensando? ¿Cuánto pienso de lo que he pensado?

Yo sé que preguntarse si algo “está bien” o “está mal” te suena a perorata y moralina. Pero ¿sabés que pienso? De las cosas que pensamos que están bien hacemos huella y de las que pensamos que están mal intentamos alejarnos. De esos límites escuetos que se escurren en el discurrir del tiempo de se dibuja tu filosofía. ¿Cuál filosofía? La que usás todos los días para pagar impuestos o acariciar a tu vieja. La que dejás en el monedero del auto cuando le cerrás el vidrio al pibito que te quiere limpiar y la que guardás en una caja de seguridad a la hora de cagar a alguien.

Por eso me pregunto y te pregunto: ¿qué pensás? ¿Andás mal pensado? ¿Cuán pensado? Tengo la filosofía mordiéndome el aguinaldo. Tengo las ideas puestas en remojo y la piel dura. Tengo la conciencia que pregunta y me arrebata, como quien se topa al viento en su peor día: ¿qué pensás? Dos palabras entre signos de pregunta asemejan un arma que nos guardamos por vergüenza.

Sí, ya sé. Filosofía barata. En oferta. Es que no hay demanda ni mano mágica que nos regule el olvido diario del vecino.

No sé. ¿Qué pensás?

 

Imágen: Edvard Munch

(Por Astor Vitali) En más de una oportunidad hemos abordado en estas líneas el carácter virtual de las medidas de gobierno en torno a los problemas reales. Esto es, en lugar de dar una respuesta política a los hechos de carácter comunitario, eligen responder con propaganda a través de las redes y publicidad tradicional. Hoy vamos a abonar con un hecho de esta calaña.

En los últimos años, las fuentes laborales para profesionales de la música se han achicado. En el sector público, no sólo tuvo un alto impacto el cierre del Teatro Municipal sino que el número de contrataciones para eventos públicos por parte del Estado municipal disminuyó considerablemente. En el sector privado, la situación económica repercutió en que quienes solían contratar números artísticos hayan decido mermar la periodicidad de dichos contratos. En los casos de lugares vinculados al rubro gastronómico, es conocido el carácter precario de los contratos.

En ese contexto, el ciclo “Música en el Concejo” parecería una buena noticia. Se trata de uno en el que “los artistas locales tienen su espacio”. Tiene publicidad en diferentes medios de comunicación, incluidos medios gráficos. Es decir, hay una erogación de gasto público en difundir el ciclo, cuya capitalización política tributa en las arcas simbólicas del oficialismo.

No debería ser de otra manera, pues, teniendo en cuenta que un ciclo de estas características debería ser propaganda positiva ya que es una política virtuosa la contratación de músicos y músicas, el fomento del vínculo con la comunidad y sobre todo que la ciudadanía vea garantizado su derecho al acceso a la cultura.

Sin embargo, superando todos los límites de lo imaginable en el universo de la precarización laboral –más siendo el estado quien debería ante todo cumplir sus propias leyes-, nos topamos con la infame realidad de que los y las artistas que participan del ciclo Música en el Concejo ¡no cobran!

Sumado a esto, la cosa profundiza su gravedad en tanto hubo un retroceso en el modo de contratación: el año pasado las bandas cobraban un cachet simbólico -que rondaba los dos mil pesos-. Este año dejaron de pagar. Así no más.

El ciclo Música en el Consejo es todo lo que no debe hacerse en política cultural y en el ámbito público. Para mayor preocupación, hay sectores privados que se benefician económicamente del desarrollo del proyecto a través del cobro de pauta oficial. Pero esto se hace sobre el trabajo de los y las artistas que no perciben un ingreso por los conciertos.

En otras palabras, ante las dificultades que atraviesa el sector de la música, las autoridades del Concejo Deliberante responden con demagogia, propaganda política, precarización y el no pago del trabajo que constituye el servicio que ofrecen un conjunto de músicos y músicas.

Lo más llamativo sigue siendo que sobre este ciclo, por el que deberían disculparse y arbitrar enmienda, se monta un sistema de publicidad “positiva”. Es admirable. ¿No sería más fácil hacer las cosas como corresponden? El mismo presidente del cuerpo, Nicolás “Doble Voto” Vitalini se ha apersonado para dar presentación institucional a las jornadas. No les tiembla el pulso.

En lenguaje criollo, no se puede ser más trucho en material laboral.  En términos simbólicos, el reino del revés mudó su capital a Bahía Blanca y su órgano deliberativo le hace honores.

(Por Astor Vitali) En la tarde ayer, un grupo de estudiantes evocaron La noche de los lápices. El reclamo que despertó el espíritu represor del último gobierno de facto fue, entre otros aspectos, el boleto estudiantil gratuito. Desde la reinstauración de la democracia, la fecha es conmemorada por las organizaciones estudiantiles, de derechos humanos y toda persona cuyo vínculo con la memoria histórica permanezca activo. ¿El boleto?

El grupo de estudiantes que organizó la actividad en memoria los caídos y de las caídas muestra, en el documento difundido, mayor madurez que buena parte de la dirigencia política con representación institucional.

“En un escenario de crisis y bancarrota nacional, en donde se pretende descargar toda la crisis del capitalismo sobre les trabajadores y estudiantes, más que nunca debemos profundizar la batalla que libraron nuestres compañeres detenides desaparecides por el boleto estudiantil y todas nuestras reivindicaciones”. Mencionan a Jorge Julio López como contraposición ética del monstruoso Etchecolatz. Señalaron la continuidad de políticas represivas en democracia y los recientes episodios de Santiago Maldonado y Rafael Nahuél.

Atentes a la actualidad judicial, los centros de estudiantes señalaron que “este agosto se concretó un nuevo fallo a favor de los genocidas. El Tribunal Oral Federal de Bahía Blanca, los jueces Luis Salas, Marcos Aguerrido y Oscar Albrieu dictaron sentencias vergonzosas, rechazando la acusación contra los dieciséis genocidas por delitos de lesa humanidad y desestimaron las acusaciones por delitos sexuales”.

Respecto del reclamo estudiantil específico, el documento sostiene que “la no implementación del Boleto Educativo Gratuito perjudica a toda la comunidad educativa, especialmente cuando tenemos uno de los boletos más caros del país, cercano a los $30 y que tiene una ´cláusula gatillo´ a favor de más boletazos en beneficio de las empresas concesionarias. Recordemos que todos los gobiernos municipales les han garantizado subsidios a estas empresas, incluso utilizando dinero del Fondo Educativo, cuyo destino debería ser el arreglo inmediato de las escuelas que se caen a pedazos”.

Luego historiaron acerca de los pasos dados hasta la sanción en 2015 de la ley del Boleto Educativo Gratuito. Al respecto, argumentan que “siguiendo al pie de la letra la política de vaciamiento educativo de Vidal, se han escudado en el decreto 863/16, por el cual la gobernadora boicotea la ley, dejando a merced de los municipios su total implementación”.

A nivel municipal, responsabilizaron al intendente Héctor Gay “y un complaciente Concejo Deliberante no han implementado el boleto gratuito, a pesar de que se votara por unanimidad la adhesión a la Ley Provincial en el año 2015”.

“El boleto gratuito se ha convertido en una necesidad de primer orden. Estamos en un contexto de una crisis nacional cada vez más explosiva. El poder adquisitivo del conjunto de la clase trabajadora ha disminuido por las políticas de ajuste de este gobierno hambreador. Las becas económicas para estudiantes que existen son pocas y una maraña burocrática aguarda a quien quiera postularse. Las familias y les estudiantes que trabajan han sido fuertemente golpeades por estas políticas hambreadoras, mientras se quiere seguir con el sometimiento colonial con el FMI y el pago de la deuda pública fraudulenta, ilegítima y usuraria”.

El estudiantado evidenció que “ante esta situación lamentable nos encontramos en un punto donde estudiar es un privilegio. La educación no será íntegramente pública hasta que todes podamos acceder a ella”.

En torno a las respuestas obtenidas por parte de las autoridades, el comunicado señala que “Gay ha optado por reforzar una respuesta represiva. Las detenciones, persecuciones y amedrentamientos contra estudiantes movilizades han estado a la orden del día. Así ocurrió en la manifestación del 9 de julio pasado: les dos compañeres s fueron liberades por la fuerte presión que ejerció el movimiento estudiantil y diversas organizaciones sociales, políticas y sindicales fuera de la comisaría”.

Luego enuncian el pliego de reivindicaciones.

De la lectura analítica de este documento se desprende que: a) el estudiantado tiene un análisis claro de su situación, mucho más realista que la perogrullada de campaña; b) que en este contexto económico y con la emergencia alimentaria reconocida, la educación es una prioridad desatendida  y debe constituirse en un privilegio (propio de un sistema de castas); c) que pese a los años de democracia, no habrá justicia en torno a los hechos impuestos en la noche de los lápices hasta tanto el objetivo que motivó a sus reclamantes no sea garantizado por el poder público.

Dicho en otros términos: la noche de los lápices no es un tema del pasado para recordar, tal como enuncian la mayor parte de los medios hoy, sino un reivindicación para luchar en este presente que aún no ve garantizado este derecho tan básico para el desarrollo de un sistema educativo público de calidad.

Llegar a la escuela, no puede ser un lujo.

(Por Astor Vitali) Es curioso: cuando una persona quiere destacar las virtudes de otra suele decir: “¡este es un maestro!” Sin embargo, la sociedad argentina, a través de sus gobiernos, no pone a los maestros ni a las maestras en un lugar de prestigio social sino que, desde hace varias décadas, subvalora su tarea en la evidencia de sus salarios magros y estigmatiza al sector cuando lucha por mejores condiciones para la educación pública.

En este sentido, este país manifiesta doble moral: está todo bien con la maestra mientras atienda a mis hijos y sea cariñosa. Ahí se merece la manzana. Pero si se manifiesta como un ser humano con necesidades básicas y posiciones políticas en el marco de una sociedad dividida en clases… Ahí se pudre todo.

Para colmo, el viejo debate acerca del espíritu vocacional de los maestros y de las maestras está saldado en la legislación pero no totalmente en el inconsciente colectivo. Apenas una maestra se posiciona en reclamar salen a lucir los trillados pseudo argumentos de “no perder días de clase” y que “Sarmiento nunca faltó”. Pura doble moral. ¿Un paro es perder días de clase? ¿Qué días de clase? ¿O acaso no están perdidos muchos días de clase aun asistiendo a las mismas si el sistema educativo está detonado? ¿O lo que quieren esos padres y esas madres que se quejan con esta doble moralina en rigor es depositar a les pibes en algún lugar y les importa entre poco y nada la calidad educativa por la que los y las docentes luchan? Quienes sostienen este argumento lo que reclaman no es un sistema de educación pública que tenga “todos los días de clase”. No. Buscan un depósito o guardería sin importar la calidad educativa y por ende la calidad de sociedad próxima inmediata.

Respecto del famoso “Sarmiento nunca faltó”. Córtenla con Sarmiento. Sarmiento, liberal como era, tenía una visión sobre la educación pública que no se parece un ápice al devaluado sistema actual. Desde el punto de vista conceptual: ¿estaría Sarmiento de acuerdo con defender el sistema educativo deficitario actual o su postura asemejaría más a reclamar por un modelo educativo de excelencia y acceso público como reclama el sector docente?

Pero además, córtenla con Sarmiento porque ningún otro trabajador es tan presionado para que asista a trabajo cuando no cobran por meses, o cobran mal o las escuelas se caen a pedazos. A ningún camionero se le ocurría que debe tener el valor moral de asistir a trabajar cuando las condiciones de laburo no están dadas. Parece que Sarmiento al volante no garpa. ¿Por qué se le exige eso a un maestro o a una maestra? ¿Perder la dignidad pero “con los chicos en las aulas”?

La doble moralina que opera contra la lucha docente hizo escuela y se repite por doquier. Sin embargo, como ciudadano uno se siente orgulloso de ver siempre en pie de lucha a los maestros y a las maestras porque en el fondo nunca de dejan de enseñar con su mensaje de no bajar los brazos y pelear por lo que es justo.

Los malos alumnos miran para otro lado y confunden escuelas con guarderías. Mejor sería sumarse masivamente a un reclamo que a todas luces beneficiaría al conjunto: educación pública de calidad.

Feliz día del maestro y de la maestra será aquel en que quienes hemos pasado y quienes pasan por las aulas aprendamos la lección.

(Por Astor Vitali) En temas delicados en torno de la pobreza los sectores liberales acuden a argumentos antidemagógicos. Ahora que la oposición puso en discusión el tema de la Emergencia Alimentaria, el oficialismo arguye que se trata de un “uso político” de la pobreza. En el tema de la vivienda ocurre otro tanto. Ante una toma, se mir primero si se está en contexto electoral y si conviene a algún sector partidario en particular. Esta especulación no se pregunta por el elemento central del reclamo: ¿es justo?

El argumento del “uso político” antepone la situación coyuntural de que un reclamo sea conveniente a uno u otro sector frente a la realidad misma de la situación demandada. Es lógico que determinado reclamo social sea conveniente a cualquier oposición y perjudique a cualquier oficialismo.

Desde el punto de vista periodístico y también humano, conviene revisar primeramente, antes de la especulación política, si los fundamentos del reclamo son válidos. Para esto no hay otra forma que eliminar a los interlocutores especulativos. ¿Qué piensan quienes reclaman? ¿Por qué lo hacen? ¿Qué proponen?

En Bahía Blanca, el pedido de Emergencia Social es viejo. Sin embargo, los medios masivos no lo tomaron con la dimensión con que lo toman en la actualidad, precisamente, porque no estaba enmarcado en el fuego cruzado de la realidad partidaria. Esto demuestra una hipocresía flagrante: cuando el reclamo es justo no lo toman si no está politizado pero se hacen eco de las quejas cuando “se politiza”.

En abril de año pasado, el Consejo Local de la Niñez solicitó al Honorable Concejo Deliberante la Emergencia en Niñez. Fue cajoneada. No quisieron tratarla. En noviembre de 2018 diferentes organizaciones barriales, sociales y campesinas pidieron al mismo cuerpo la declaración de la Emergencia Alimentaria y la Emergencia en Adicciones, “alcanzada por el hambre y el desempleo”.

Sobre diciembre del año pasado, la realización de una Audiencia Pública Popular intentó poner en primer plano el raconto de carencias estructurales y solicitó sin ambages la Emergencia Social, que engloba la alimentaria y la cultural.

En un extenso documento que da cuenta de las agudas situaciones que se atraviesan en materia de salud, educación, cultura, niñez, trabajo, ambiente, género y otros aspectos de vulneración social, las 80 organizaciones participantes concluyeron en la necesidad de solicitar: ampliación de los recursos públicos destinados a satisfacer las necesidades de los sectores más vulnerables de la comunidad; incorporación de la previsión inflacionaria en la determinación de las partidas presupuestarias municipales en términos reales, no aumentos nominales de partidas; plena ejecución de las partidas presupuestarias municipales, provinciales y nacionales (algunas sub-ejecutadas hasta en un 100%) en las áreas de la Niñez y Adolescencia, Cultura, Salud, Mujer, Adultes Mayores, Economía Popular y Deporte, transparentando la administración de recursos públicos y reconociendo la participación ciudadana; acatamiento de la utilización de los Recursos Afectados para evitar el uso discrecional de partidas y la sub-ejecución bajo la constante relativización del presupuesto como herramienta político-económica; inversión en la infraestructura de edificios municipales como Comedores, Jardines, Hogares de Abrigo, Teatro Municipal, Museos, Salas Médicas, Delegaciones barriales y Hospital Municipal y garantía de las

condiciones para evitar la pérdida de accesibilidad o privatización de estos espacios.

Todo esto está dicho en la ciudad de Bahía Blanca desde hace tiempo. No hay lugar para sorpresas. Si uno escucha, como dijimos, a los actores sociales protagonistas, no hay lugar ninguno para relativizar la verosimilitud de los reclamos. Ocurre que la vida institucional encarnada en una democracia cada vez más formal desoyó con plena intencionalidad los legítimos planteos. Con muchos medios ocurrió otro tanto. En cambio, ahora se horrorizan de la “politización” de los pedidos de emergencia.

El único aspecto importante para quienes no tenemos lugar en este juego sucio es recalcar que las necesidades existen y que la garantía de los derechos sociales, económicos, culturales, políticos debe ser la centralidad de las políticas públicas. Toda discusión que no ponga estos elementos, el de las personas en carne y hueso que se cagan de hambre, es utilización maniquea de los que todos hablan pero nadie se ocupa.

(Por Astor Vitali) Desde el sábado pasado y hasta el 25 de octubre a las 8:00 comenzó oficialmente la campaña electoral 2019. Si bien, en términos reales, la campaña nunca discontinuó, mucho menos luego de los resultados de las PASO, la sensación que da transitar los términos oficiales de campaña es la de una etapa nueva con fecha de desenlace.

Si bien Argentina es un país cuya dinámica política no permite anticipar los desenlaces de los procesos políticos con precisión –vale recordar que en 2015 todos los analistas daban como ganador a Daniel Scioli-, los resultados de las PASO parecen irreversibles. Esto permite pensar en que no habrá continuidad de este modelo económico neoliberal durante el próximo período presidencial.

La centralidad de la campaña para unos y otros ya no se centrará en la consolidación del voto propio -aquel que está asegurado y es casi inamovible-, sino que los jefes de campaña buscarán avanzar sobre los votos de las terceras marcas y sobre los segmentos geográficos en los que sus candidatos presenten mayor debilidad.

Habiendo quedado claro que la sociedad argentina no avala el rumbo de la política económica impuesto por las huestes PRO, para la principal fórmula opositora no le será difícil mostrarse como una alternativa. Hacer lo contrario a lo que el macrismo hizo en materia económica es una ecuación lógica.

Sin embargo, la fórmula Fernández y Fernández representa una nomenclatura de composición compleja. Como toda alianza amplia -en cuanto a su diversidad ideológica-, en vista de la necesidad de ampliar para conseguir los votos necesarios para hacer efectiva una alternativa de gobierno, los elementos integrantes tienen acuerdo sobre la necesidad de ganar la elección pero no tienen pleno acuerdo sobre el modelo a seguir.

No todo el mundo que concentra la fórmula tiene las mismas ideas sobre el modelo de país al que aspirar. Una cosa piensan quienes tuvieron hegemonía durante el período de gobierno kirchnerista. Otra cosa piensan los pejotistas puros y duros. Otra visión tienen los gobernadores con responsabilidad sobre las provincias que están implicadas en proyectos económicos energéticos.

Por estos motivos, las afirmaciones de campaña no podrán delimitarse sobre un proyecto claro sino más bien sobre vaguedades tales como “un país más justo”. El período para definir el tipo de país y sus modelos económico, político y cultural será posterior a octubre. Más bien, es esperable a que sea posterior a diciembre.

En otras palabras, durante la gestión del futuro gobierno, no habiendo liderazgos indiscutibles, se dirimirán, a través de la política y la presión económica, los límites que dirimirán el proyecto político, siempre hablando dentro de los marcos de la gobernabilidad capitalista.

Para el movimiento obrero en particular y popular en general, esta situación de disputa da la oportunidad de tomar fuerza por abajo para reclamar un programa de reivindicaciones propias. Esto implica el desarrollo de la noción de autonomía del movimiento popular, aunque importantes segmentos del mismo manifiesten su apoyo o empatía política por el futuro oficialismo. Lo que no reclame el movimiento popular no será otorgado por mera misericordia.

Será una nueva etapa en la política argentina. Es razonable reclamar que todos los sectores populares actúen con conciencia precisa y tomen nota de los aprendizajes recogidos durante las últimas experiencias de la historia reciente.

(Por Astor Vitali) Así como la sociedad “sana” define como “locos” a quienes no adhieren al conjunto de “normalidades” definidas por los círculos de poder que imponen valores a las mayorías, el fundamentalismo capitalista excluye a quienes osen no adherir a las prácticas culturales impuestas por el modelo de consumo.

Según el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas, “todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. En virtud de este derecho establecen libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural”. Sin embargo, los estados adherentes han desfinanciado a los órganos creados con el objetivo de garantizar los derechos culturales. De esta forma, la conducción de lo cultural queda en manos de lo privado.

Lo privado, en este contexto de capitalismo (siempre salvaje), se encuentra concentrado en las llamadas industrias culturales, que como todas las otras cosas, se manifiestan en su dimensión trasnacional. Es así que las producciones culturales que se consumen masivamente no están en manos soberanas de sus pueblos a través de sus instituciones y de sus estados sino que se encuentran en cabeza de los holdings que definen qué se consume y qué no.

La producción se encuentra concentrada en centros de confección cuyos objetivos están lejos de buscar garantizar los derechos culturales. Por el contrario, su objetivo es el lucro. En ello, la necesidad de homogeneizar y la vez segmentar públicos crean productos que destruyen el quehacer regional y así un niño argentino consume de igual manera que una niña japonesa un dibujito cuyo fin es el enriquecimiento económico de un grupo concentrado en lugar del enriquecimiento cultural de un pueblo.

Vulgarmente, uno ha escuchado empresarios referirse a quienes tenemos un pensamiento a su izquierda como “fundamentalistas”. “Vos porque sos un extremista”, también es un giro utilizado. Sin embargo, te invito a hacer el ejercicio de mirar en derredor tuyo durante un día. Sin duda, vas a notar el fundamentalismo cultural capitalista.

Así como los defensores de modelo occidental se horrorizan cuando un pibe les detiene unos segundos en una esquina con una expresión artística -sea por difusión cultural o por subsistencia-: ¿por qué no nos alarmamos por las pantallas luminosas que incandilantes que nos bombardean con publicidad privada? ¿Por qué no sentimos como una invasión el hecho de recibir publicidad en nuestro móvil sobre un producto del que hemos conversado con alguien durante el día, con el teléfono celular abierto?

El fundamentalismo cultural es implacable: cierra las puertas a toda expresión que no reproduzca sus valores y estigmatiza a quienes defendemos las expresiones artísticas con raigambre histórica popular. Si uno enciende las radios privadas de mayor alcance, se va a encontrar con que casi absolutamente toda la música que suena proviene de un acuerdo comercial con los sellos editores de alcance trasnacional. En cambio, la enorme producción discográfica elaborada en las regiones no tiene lugar en la grilla musical de esos medios, salvo en carácter de excepción. Esto constituye sin lugar a duda un mecanismo de censura. Los medios operan sobre frecuencias que son públicas pero con criterios de rédito privado.

A lo sumo, esa producción regional se presentará como un hecho exótico a un “artista local”. Hemos mencionado en más de una oportunidad desde estos micrófonos que no existe tal cosa. ¿Mozart vendría a ser un artista local de Salzburgo? ¿Silvio Rodríguez es un músico local de San Antoño de los Baños? ¿Astor Piazzolla era un artista local de Mar del Plata?

El arte es universal y los y las artistas viven en un lugar en determinado momento. Ponerles el mote de “locales” les restringe a un lugar como techo y es una política que privilegia a la producción realizada por las industrias culturales trasnacionales en detrimento de las expresiones artísticas genuinas de los pueblos.

Se trata de dos hechos de diferente naturaleza: la industria cultural es de naturaleza económica lucrativa, en cambio, las expresiones artísticas realizadas por los pueblos son de naturaleza cultural. En la actualidad, la desfinanciación de los organismos estatales que ofician como agencias de cultura deja a los pueblos inermes frente al fundamentalismo cultural capitalista.

Mientras las expresiones artísticas emanadas de las prácticas genuinas de los pueblos nos vamos defendiendo como podemos, algo encerradas en los círculos de la alternatividad sin lograr constituirnos en herramientas contrahegemónicas, el extremismo cultural capitalista barre con todo y está decidido a homogeneizar todo lo que deba homogeneizar para que su proyecto económico y cultural se imponga sin mayores recuerdos de un pasado en el que los públicos y los artistas tenían injerencia sobre los consumos culturales.

Sin duda, nunca hemos padecido un extremismo tan implacable.

(Por Astor Vitali) Muchos medios de comunicación siguen insistiendo en una idea absurda: si gana la fórmula Fernández y Fernández, Cristina volvería al poder. La idea del “cuco K” fue esbozada cuando los propios focus groups que trabajan para el gobierno dieron cuenta de que la parafernalia judicial contra funcionarios que ejercieron en el anterior gobierno ya no era efectiva. El bolsillo comenzó a ganarle a la idea de la “corrupción K” y el circo de Comodoro Py ya no funcionaba.

Primeramente, hay que señalar que la alianza entre Fernández no tiene como única ganadora a la ex presidenta. Por el contrario, le dio un lugar de comodidad al peronismo que se hace auto llamar responsable y encuentra en la figura de Alberto Fernández un halo de racionalidad y la posibilidad de acomodarse en una versión no progre de gobernanza.

En segundo lugar, Argentina funciona bajo un esquema de carácter presidencialista. Y lo hace en términos formales y reales. No se puede compartir el comando. Hay asiento para una sola personalidad. No existe la posibilidad de Alberto al gobierno y Cristina al poder. Una vez asumido, Alberto deberá tejer su sistema de acuerdos y las respectivas alianzas que le permita gobernar. Pero lo hará desde su centralidad.

Por otra parte, como en todo juego, en la política también los otros juegan. Cristina Fernández es una líder de relevancia internacional pero el poder político tiene carácter territorial y es con el conjunto de gobernadores con quien Alberto deberá construir los consensos o los disciplinamientos. El arco de alianzas de esta fórmula es mucho más que un acuerdo entre dos referencias que encabezan la boleta.

Es cierto que la en la provincia de Buenos Aires tendrán un espacio de poder importante las organizaciones a las que ponen mote de “kirchneristas” -desde los espacios de poder, en carácter descalificativo-. Sin embargo, la propia elección de la figura de Alberto Fernández implica que el rumbo de la línea política de la alianza no es una ratificación de aquello que conocimos como kirchnerismo en sus políticas económicas, sociales y culturales sino, por el contrario, que presupone un viraje, al menos, hacia el centro.

Además, más allá del zarandeo que el grupo Clarín intentó contra la fórmula, cuando aún mantenía esperanzas en el pre candidato Macri, no es posible soslayar –para un análisis serio- los buenos vínculos de Alberto Fernández con los círculos empresariales (incluido el “monstruo” Magnetto) y lo que en términos políticos se llama poder económico.

Alberto Fernández es para ellos una figura atractiva por varios motivos. Siempre se manifestó como una figura moderada. Conoce más que muchos la práctica de la operación política y, por ende, a los actores en juego con capacidad de incidencia. Cuestionó las políticas del gobierno de Cristina Fernández. Tiene la posibilidad de centralizar la reconstrucción de un peronismo “republicano”.

Este último aspecto cobra vital importancia. A muchos sectores del peronismo contemporáneo les entusiasma la construcción de un peronismo “moderno” a la europea y con ello limpiarse la caspa de cabecita negra del legajo. Un peronismo republicano de democracia formal que rearticule sus contactos con el poder económico sin que la culpa de clase le toque la puerta de la unidad básica.

Por estos motivos, la idea de “Alberto al gobierno, Cristina al poder” es un absurdo más emanado de la pobre usina de ideas de los medios de comunicación sistémicos (que por estas horas han tenido como perla la declaración de Joaquín Morales Solá introduciendo a su “análisis” la preocupación de que si sacás los dólares te los robe la mucama o el chofer -desempolvando el repertorio de la paranoia oligárquica y estigmatizando a quienes sobreviven con dichos empleos-). Les proponemos que hagan un mayor esfuerzo para otorgar argumentos a los sectores a quienes responden.

No hay margen para otra cosa que no sea “Alberto al gobierno, Alberto al poder”.

(Por Astor Vitali) Por estos días los titulares de los diarios, las placas en la TV y los comentarios en las radios versan en torno de la idea de que oficialismo y oposiciones deben tener actitudes de colaboración. Se supone que, a unas semanas de las elecciones generales, las fórmulas que competirán por los órganos de gobierno deberían llegar a un punto de acuerdo por la salud del país. Esta postura es tan ficticia como mentirosa.

La naturaleza de la disputa electoral se da precisamente porque las alianzas participantes no coinciden en su proyecto económico, político, social y cultural. En el caso de las fórmulas sobre las que se polarizarían los resultados, si bien dentro de un esquema de continuidad capitalista, la razón de ser de su existencia es de naturaleza antagónica e irreconciliable. ¿Cómo podrían co-gobernar neoliberalismo y neokeynesianismo (pongamoslé)? No se puede. Es inaplicable.

El Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA), difundió en las últimas horas un comunicado en el que expresa que consideran “que, en esta particular y difícil situación que está atravesando el país, los líderes de la sociedad debemos actuar con patriotismo y generosidad. Apelamos al diálogo y la generación de acuerdos entre los dirigentes empresariales, sindicales, sociales y políticos”. Parece que ahora que el país está en quiebra (con ganadores en el sector financiero) la responsabilidad es de todos. De esta forma, “la falta de estos acuerdos nos ha llevado a crisis recurrentes que tienen un efecto cada vez más negativo sobre la sociedad en su conjunto”.

Sin embargo, a mí no me miren. La responsabilidad del actual estado de cosas es de los gobernantes que tomaron medidas económicas de corte fundamentalista neoliberal con sus consabidos resultados, y del empresariado que apuntaló el proyecto político Cambiemos. Ustedes festejaban que por fin la Argentina gozara de sus mentadas “libertades” económicas.

Durante estas semanas, cuando todo se desbarajusta y temen por la estabilidad de su tasa de ganancia, consideran “muy importante que los dos principales candidatos presidenciales, Mauricio Macri y Alberto Fernández, acompañados por la dirigencia política y social de todos los sectores, generen los espacios necesarios para acordar las principales acciones a llevar en conjunto en este momento, hasta las elecciones y la asunción de un nuevo período presidencial”.

Este miércoles, los empresarios que bancaron el modelo de Macri y que ahora se moderan frente al moderado Fernández -puesto que requerirán de sus servicios-, presentarán esta serie de planteos en el Hotel Sheraton. Se viene la cruzada por la responsabilidad, “patriotismo” y el país serio.

Mientras todo esto ocurre, los sectores asalariados vimos disminuida nuestra capacidad de compra de una manera virulenta. Llegar a fin de mes es, para una persona argentina asalariada, una idea utópica. La capacidad de ahorro es historia antigua o futurismo inverosímil.

En este momento concreto del proceso electoral, nadie dice lo que piensa. El juego del “país serio” y el patriotismo repentino que les viene de golpe a quienes jamás han apostado más que a su finalidad de lucro es una cháchara gastada e inútil. Buscan ganar tiempo y que no se les desordene del todo sus negocios con el objetivo de que, una vez asumido el nuevo gobierno, su proyecto de pocos vuelva a imponerse.

No es ilógico que, en este estado de cosas y con los números de las PASO en las manos, los sectores de poder empresarial le den la espalda a su mejor intento de gobierno propio conducido por Mauricio Macri y busquen tender lazos con “la amenaza populista”. En última instancia, como bien lo saben por experiencia de la historia reciente, cierto peronismo les garantiza una tasa de ganancia que consideran razonable (aunque siempre quieran más) y su vez gobernabilidad y contención de la protesta social. El macrismo gastado garantiza neoliberalismo desalmado pero no gobernabilidad. Las condiciones del momento actual no son iguales a las de 2001. Buscan un tránsito ordenado.

La política del “país serio” y toda su pantomima es indistinta para las mayorías que ya perdimos y a las que nadie nos dice con claridad cuándo las gotas invisibles de la “lluvia de inversiones” –la gran mofa macrista y de sus aliados- nos dejará de mojar la oreja.

(Por Astor Vitali) Es una pregunta que haremos en el día de la radiofonía argentina. Como se sabe, un grupo de locos, los locos de la azotea, tranmitieran Parsifal desde techo del teatro Coliseo registrando así lo que se conoce como la primera transmisión de radio en el mundo. Más allá de las discusiones sobre en qué lugar del orbe alguien por primera vez hizo uso social de esta tecnología, es evidente que Argentina tiene una larga tradición en radiofonía y amplios públicos que disfrutan de ella.

Como hemos señalado varias veces desde estos micrófonos en otros aniversarios, la radio fue amenazada de muerte muchas veces: desde la aparición de la TV hasta el actual despliegue de la cultura on demand. Sin embargo, se adapta a distintas plataformas y cada vez hay más radio y más tipos de radio. Para todo.

¿Cómo anda la radio, por Bahía? La pregunta presenta varias dimensiones. ¿Económicamente? Anda a los tumbos y con dificultades de subsistencia. Sabido es que, en general, los medios de comunicación no son rentables en sí mismos. Es decir, difícil es sostener una planta estable, impuestos y costos fijos con la mera venta publicitaria en las rotativas. Mucho más en una ciudad donde la pauta publicitaria está prácticamente carterizada.

En el actual esquema de medios, una radio pasa a ser una actividad más de un holding –en el caso de las últimas modificaciones- o de unidades estratégicas de negocios, como aquellos históricos empresarios que meten seis radios en un semipiso. En el primer caso, suelen comprar medios con la idea de legitimar las actividades económicas rentables y prestigiar a los principales accionistas. En el caso de las UEN, se trata de concentrar la pauta publicitaria tomando la menor cantidad de personal posible y con la menor cantidad de programación local posible. En ambos casos, las motivaciones de esas empresas nada tienen que ver con las necesidades de la sociedad y con el derecho a la información sino con sus finalidades de negocios enmarcados en la libertad de empresa (enemiga de la libertad de prensa).

Además del plano económico, la pregunta de cómo anda la radio por Bahía también podría interpretarse desde el punto de vista de sus propuestas artísticas, de programación y periodísticas. No vamos a dar opinión porque cada quien escucha su radio y cada quién podrá juzgar en torno del tema pero sí vamos a dejar algunas preguntas para orientar las posibles respuestas.

¿Cuánto invierten las radios privadas en beneficiar la calidad de su programación? ¿Cuánto se apuesta en materia de investigación periodística? ¿Cuánto trabajo de renovación de artística se escucha? ¿Cuántos encuentros de formación se realizan para mejorar la calidad radialística? ¿Cuánta inversión se realiza para mejorar las propuestas tecnológicas de emisión? ¿Cuánto sale la radio a su medio social, sus barrios, y cuán lejos está de lo que ocurre? ¿Cuándo fue la última vez que alguien te conmovió en el aire? ¿Cómo se preparan las personas que están al aire? ¿Sentís que dan todo para comunicar? ¿Cuánto te animás a investigar en el dial? ¿Cuánta gente de radio hay en los espacios de conducción de las radios públicas y privadas? ¿Cómo musicalizan las radios? ¿Haciendo negociosos con las discográficas o aplicando preocupación por la difusión de la cultura realmente existente en su medio social y la dedicación a la difusión cultural? ¿Cuántos periodistas ocupan lugares en las radios y, basados en el peso de sus nombres, olvidan ejercer chequeando datos y operan a lo tonto sin ningún tipo de fiscalización de los derechos de la audiencias? ¿Qué parte de las audiencias conocen sus derechos? ¿Cuánto de ejercicio del poder encierra la posibilidad de estar frente a un micrófono, en un estudio de radio?

Hacer radio puede resultar una actividad apasionante o puede, como todo, hacerse monótonana y fríamente. Por algún motivo, que podría explicarse desde la economía, la radiofonía local, en sintonía con un fenómeno a nivel país, está en manos de jefes y directores de pobrísima formación, cuya capacidad creativa se desconoce porque está lista para estrenar, sin uso y en oferta.

Para mejorar la salud de la radiofonía local harían falta: empresarios dispuestos a invertir en producción y por fin profesionalizarse en el rubro con el que lucran; mayor poder de decisión para quienes hacen radio hace tiempo y saben cómo hacerla; actitudes más audaces de quienes aman la radiofonía en función de la puesta en marcha de propuestas que renueven el aire; mayor participación de la sociedad civil y sus organizaciones, de los ciudadanos y de las ciudadanas de pie en el aire; preocupación por los contenidos artísticos y culturales; dimensión del fenómeno.

Para definir con claridad este comentario editorial con un ejemplo que suele esbozarse en clases de comunicación y especialmente en clases de radio: uno tiene que hacer la radio que le gustaría escuchar. ¿Estamos dando a nuestras audiencias la radio que nos gustaría escuchar? Como reza nuestro slogan: cambiar el aire depende de vos.

(Astor Vitali) Hay una noción fundamental, una línea divisoria entre las diferentes maneras de habitar el mundo, una verdadera frontera humana: la noción de justicia. Nadie (o pocos) asumirían públicamente una posición en defensa de la injusticia. Sin embargo, la definición de lo justo y los rangos asignados a qué injusticias deberían resolverse con mayor ahínco o cuáles tendrían  prioridad representan la nueva divisoria de aguas. Pero ya no en dos -justos e injustos-, sino en miles de micro reclamos fragmentados que chocan entre justos parciales. Desde arriba, una minoría de injustos organizados se divierte con este patético espectáculo.

Democracia contra autoritarismo. Estado o corporaciones. Burgueses y proletarios. Patriarcado versus feminismos. Sociedad de consumo sobre derecho a ambiente sano. Pañuelo verde o pañuelo celeste. Son algunas de las postales de consignas en pugna durante los últimos tiempos.

Los reclamos políticos justos pueden actuar de dos formas: en oposición o en complemento. La tarea del poder económico global, en pos de mantener sus privilegios, es lograr que los reclamos actúen dentro de su principal ley formal: la competencia. No siempre enfrentados, pero muy pocas veces coordinados, cada sector intenta levantar su bandera unos centímetros más alto que las otras. Las víctimas de distintas injusticias disputan ente sí su derecho a ser atendidas primero.

El gran acierto del poder globalizado en este siglo tiene aquí su clave: la atomización perfecta. En la atomización perfecta de los reclamos nunca ninguno de ellos logrará suficiente poder o capacidad contrahegemónica para vencer a su oponente perfectamente organizado.

La atomización perfecta, además de conveniente, resulta un recurso infalible dado que ofrece la hipnótica y pueril ilusión que dan las victorias parciales: una ordenanza por aquí que reivindique tal derecho, una ley por allá que –después de años de lucha- finalmente se sanciona (y aquí empieza la pelea para que se aplique dicha ley), un recurso asignado a través del ejecutivo, una victoria gremial sobre empresas que, mientras tanto, aumentaron su rentabilidad, y una lista infinita de logros parciales que las luchas populares pueden obtener. Atendiendo el micro reclamo, el micro reclamante siente que sus años de lucha han sido útiles a una causa atomizada que no afecta el devenir impertérrito de la injustica sistematizada.

Ante este panorama de micro decepciones (sueños pobres incumplidos), ¿por qué no invertir la lógica de pensamiento? Si el acierto de los injustos es la micronización de las aspiraciones sociales y su atomización, debería tenderse a concluir que en lugar de que los microreclamos actúen en oposición maduren su capacidad de miras y su visión periférica y otorguen carácter complementario a las luchas por causas parciales.

Pasado en limpio: si veo una causa justa, que no afecta a mi causa justa particular, la tengo que hacer propia, la hago mía. Y así vamos desatomizando los reclamos fragmentados y dando un carácter corpóreo a esta señora tan nombrada y tan ausente: la Justicia.

 

Foto: ElClavo

(Por Astor Vitali) El gobierno de Bahía Blanca tiene la decisión política de soslayar el legítimo reclamo de vivienda de unas cuatrocientas familias. Con este fin, adoptó la postura de judicializar el reclamo y estigmatizar a la organización social.

Bahía Blanca es uno de los partidos de la provincia de Buenos Aires con mayor territorio fiscal. El gobierno local ha arbitrado diferentes convenios con entes nacionales con el fin de disponer de su custodia y orientar el potencial uso de los mismos. La toma de tierras en el barrio Spurr se emplazó sobre terrenos del ferrocarril.

El gobierno de Héctor Gay definió su estrategia y la está llevando a cabo.

  • Judicialización del reclamo: el grupo gobernante ha decido recurrir a la Justicia Federal bajo el argumento de que se trata de “usurpadores”. La imputación de este delito implica que se haya accedido a la tierra a través del uso de “violencia, amenazas, engaños, abusos de confianza o clandestinidad despojare a otro, total o parcialmente, de la posesión o tenencia de un inmueble o del ejercicio de un derecho real constituido sobre él” (Art. 181 Código Penal). Dado que la toma fue de forma pacífica, y pese a que la interpretación del derecho debe ser taxativa (violento no es igual a masivo –salvo en las bibliotecas de Avellaneda y de Ulpiano Martínez-), construyeron la remanida interpretación de que al ser una ocupación masiva e “instigada” para ellos esto constituye violencia.
  • Estigmatización de las organizaciones: actualmente hay más de cuatrocientos terrenos marcados. Los primeros días se trató de un grupo de treinta familias, organizadas entre sí, con el objetivo de reclamar al gobierno el acceso a las tierras y los medios para pagarlas. El gobierno culpa a un abogado utilizando un audio cuya publicación violó la privacidad entre cliente y letrado. El abogado sugirió que no cometieran ningún delito federal, como cortar vías férreas, entre otros aspectos de sentido común. Luego, el gobierno apunta contra la CTA, central que, como en cualquier otro conflicto, se expresó públicamente en defensa del reclamo.
  • Subestimación del carácter ciudadano de las cuatrocientas familias: el gobierno arguye que las familias no fueron motu proprio sino que fueron manejadas por un audio y un grupo que se solidarizó. El planteo cae por su propio peso ya que la toma se inició el día 8 de agosto, muchos días antes de la conversación con el abogado. De igual manera se dio la exposición pública de la central obrera en defensa del reclamo. El gobierno no está dispuesto a reconocer que las familias allí presentes se encuentran en el lugar por lisa y llana necesidad.
  • Operación mediática de sintonía fina y campaña de falacias: se han forzado los argumentos a un nivel inverosímil. En primer término, el municipio ha llegado a decir a través de su asesor letrado de que se trata de personas que “no están en situación de calle”. Pese a que aún no han realizado un censo desde que se lleva adelante la toma, se atienen a un listado elaborado por el propio gobierno. Hay que tener voluntad antipopular, realmente: para el municipio no están en situación de calle porque no duermen con un colchón en la vereda pero saben perfectamente que, si no están en situación de calle, al menos están en situación de hacinamiento. Por ejemplo, once personas viviendo en una casa para cuatro. Los grupos mediáticos tributarios al proyecto de Héctor Gay reprodujeron sin el mínimo rigor periodístico este conjunto de falacias en cadena. Algunos trabajadores de prensa han caído en una actitud lamentable de simples reproductores de partes oficiales sin empatía alguna con lo que ocurre en la realidad. Lamentable porque algunos de ellos recorren la ciudad y conocen la realidad social en plenitud.

El accionar del gobierno deja sorprendido a cualquier persona desapasionada. Judicializa un reclamo justo, culpa a quienes se solidarizan, trata de ciudadanos y de ciudadanas de segunda a personas que perfectamente pueden organizarse en asambleas y acordar un plan de acción sin depender de terceros, estira la interpretación legal para imputar un delito (en lugar de dar una respuesta política) y re victimiza a quienes se encuentran en situación de hacinamiento, en buena medida, por padecer las políticas económicas del gobierno.

Otro capítulo en un gobierno destacable por su carácter de clase y por su total insensibilidad ante las agudas problemáticas que atraviesa su comunidad.

(Por Astor Vitali) Nuevamente las tomas de tierras expresan un tema central para la comunidad bahiense: el déficit de vivienda. Ante la falta de planificación de los sectores económicos que concentran las riquezas y la consecuente inacción de sus expresiones partidarias, en cambio, buscan soterrar esta desesperante realidad a través de operaciones mediáticas y políticas.

La economía contemporánea argentina arroja una regularidad: a los trabajadores y a las trabajadoras del siglo XXI no les alcanzan sus salarios (aun juntando dos) para cubrir sus necesidades básicas, entre las que se encuentra la vivienda. En los últimos años he visitado diferentes tomas y pude verificar, entrevistando a muchos ciudadanos, que la composición general de quienes llegan a la decisión de buscar un terreno para edificar reúnen varias similitudes: a) se trata de personas asalariadas o trabajadores subocupados; b) sus ingresos no les permiten costear el precio de vida digna; c) la acción de la toma no implica la apropiación (mal vista por nuestra legislación de carácter capitalista, aunque exista el derecho constitucional a la vivienda) sino que buscan un lugar y piden a gritos que el estado arbitre los medios para disponer de esas tierras (casi siempre públicas) y fije una forma de pago para acceder a ellas.

El caso de lo ocurrido en el barrio Spurr estas últimas semanas es paradigmático. Unas cien familias de laburantes (ahora muchas más), ante la imposibilidad de acceder a una vivienda debido a que sus ingresos bien habidos no alcanzan, deciden tomar terrenos. De inmediato, solicitan una reunión con el intendente Héctor Gay, quien debería velar por el bienestar de la comunidad, con el fin de generar herramientas desde la política para que quienes se encuentran en la toma puedan comprar las tierras a través de un plan de pagos.

La respuesta del intendente es no recibirles y delegar la tarea en su secretario de Gobierno. Al recibir a un grupo de delegados, Compagnoni afirma que no puede hacer nada y a otra cosa.

En este estado de desamparo de lo público, las familias buscaron asesoramiento legal. Por su parte, la CTA, como siempre lo ha hecho, se solidariza con las familias sin techo y repudian la represión. Las declaraciones de los fanáticos oficialistas de estas horas han llegado hasta el ridículo de intentar criminalizar la solidaridad ante hechos sociales de tamaña magnitud. Ni el más aventurado de los conservadores de antaño hubiera estirado sus anhelos punitivos.

El domingo por la mañana, el grupo de gobierno de la ciudad decide emprender una campaña de estigmatización a través del holding La Nueva. Dan a conocer un audio en el que el abogado Leandro Aparicio sostiene: “Hoy fui a ver la causa y la instructora me dijo que no hay nadie imputado. (…) Con esto quiero decirles que si ustedes se organizan y de manera pacífica intentan tomar posesión de esos terrenos más allá de un eventual desalojo que pudiera hacer quien traiga los papeles y diga que es el dueño de esos terrenos le tendrán que hacer un juicio civil de desalojo. Yo les aconsejo que no corten ninguna ruta, ninguna calle ni ninguna vía porque esos son delitos federales”. Luego les expresó que convocaran a medios de comunicación y que convocaran a las fuerzas políticas para expresar que no hay ningún tipo de delito. Además, les sugiere, “no responder a las provocaciones que haga la policía” y que ante cualquier anomalía de la policía llamar a los medios y a él.

Montados a esta publicación, el grupo de gobierno desconoce totalmente la necesidad de estas familias e intenta ensayar el archisabido recurso estigmatizante de que la toma ha sido instigada “desde afuera” y el intendente dice que “no es el camino”. Omite señalar cuál sería el camino, dado que las familias solicitan precisamente la búsqueda de consensos con el estado para arribar a buen puerto.

El presidente del Colegio de Abogados, Rafael Gentili, dijo en su radio amiga que podría tomarse como “hostigamiento (sic) para cometer un delito”. Que “no es especialista en Derecho Penal” pero que entiende que configura un delito. Sin más, realizó esta grave acusación. Si bien siempre hay dos lados de una biblioteca, hay letrados que sólo consultan la más limpia y más pulcra. Nada dijo el colegiado de la violación del artículo 153 bis del Código Penal en tanto se difundió, por una lado, una conversación privada y, por otro, una conversación confidencial entre cliente y abogado.

La municipalidad dice que no puede hacer nada porque los terrenos son del ferrocarril lo que a todas luces es ridículo. Si una función tienen los estados y la política es arbitrar los medios (que sólo están en manos de lo público) para dirimir este tipo de conflictos. No es cierto que no puedan evaluar alternativas mediante una negociación política sea con el sector ferroviario o con cualquier otro privado. Lo que hace el municipio es lavarse las manos, dejando a ciudadanos y a ciudadanas sin la protección que debería brindar y además instan a la criminalización del legítimo reclamo de vivienda, como se desprende de las declaraciones del abogado del municipio Gustavo Avellaneda quien sentenció que se trata de un delito (contradiciendo el artículo 181 del Código Penal) y recordó que días atrás, cuando comenzó la toma, hubo 19 detenidos. Buscan que la policía resuelva por la fuerza un problema que es político y de orden público.

El accionar del abogado Leandro Aparicio es lisa y llanamente razonable ante el requerimiento de auxilio de ciudadanos en el marco de un estado de derecho sobre el que se basan para legítimamente reclamar acceso a la tierra para construir sus viviendas. Muchos de estos vecinos y de estas vecinas han señalado, incluso a través de nuestros micrófonos, que ya habían solicitado respuesta en el ámbito público.

El colmo de la zozobra institucional lo podemos encontrar en las declaraciones de Compagnoni (¿Cuánto cobra Compagnoni?) quien les ofreció ser escuchados por la agencia de Políticas Sociales. ¿Qué puede hacer esta secretaría más que ofrecer algún que otro plan? ¿Cómo se puede responder con tarjetas a quienes buscan solución para su vivienda?

El intendente municipal, Héctor Gay, a quien hay que reconocerle un grado de coherencia acérrima en su política antipopular, dijo que no es el camino. ¿Cuánto cobra Héctor Gay? ¿Quinientos mil pesos mensuales? ¿Cómo se atreve a decirle a cientos de familias desesperadas por la situación económica de la que es en parte responsable que “no es la forma”? ¿Desde qué lugar se siente éticamente habilitado para aseverar tal cosa?

El episodio de la toma de viviendas en el barrio Spurr va cerrando el último capítulo de un gobierno que ha sido totalmente hostil al conflicto social y absolutamente insensible e indiferente a las necesidades de la comunidad de Bahía Blanca.

Por último, las fuerzas políticas en un contexto electoral ¿qué posición van a tomar frente a esto? ¿Se harán eco de la hipocresía de la bahía blanca y de su biblioteca pulcra o pondrán por delante los intereses de la comunidad y de aquellos sectores más perjudicados de las políticas económicas y pondrán la cara allí o le dirán al intendente: miré usted debe ocuparse de esto? ¿O resulta piantavotos la solidaridad?

Esperemos que en los próximos días el reclamo tenga un desenlace favorable bajo la responsabilidad política única del intendente Héctor Gay y que no encuentre como en otras oportunidades la salida en la represión y el hostigamiento de los sectores más pobres de nuestra comunidad.

(Por Astor Vitali) En términos geopolíticos, se habla del transcurso de una guerra comercial protagonizada por Estados Unidos y China. Sin embargo, en términos culturales, la política mundial está atravesada por una guerra de posiciones heredada del resultado del fin de la guerra fría: la guerra sorda.

A partir de la caída del llamado socialismo real, los intelectuales orgánicos del capitalismo desarrollaron un marco teórico para la conquista de la voluntad de los electorados. Ya no había que discutir ideas: había que tirar buenas ondas. El ascenso al poder del macrismo en Argentina es consecuencia directa de este devenir.

La Alianza entre el grupo encabezado ro Jaime Durán Barba y el grupo de empresarios con interés en construir un partido propio dirigidos por Mauricio Macri tiene fecha de inicio por el año 2002. Mientras Francisco de Narváez soñaba con comandar una fuerza de origen peronista, haciendo uso de la franquicia de una estructura con desarrollo territorial y sapiencia electoral, el grupo de Macri coincidió con Durán Barba en la necesidad de forjar una nueva herramienta lejana a lo que se dio en llamar la “vieja política”.

Desde entonces, alegría, frases inconexas, la militancia de los anti programa y sobre todo la idea de “lo nuevo” atravesó la hechura de campañas y candidatos que finalmente tuvieron éxito tras el fin del ciclo iniciado por Néstor Kirchner en 2003. Las encuestas en el centro de la escena, el trabajo comunicacional, especialmente de la imagen y la construcción de una serie de lugares comunes fueron herramientas redundantes sobre las que machacaron hasta el cansancio.

Esta postura política se basa en la idea central de que “la gente” ya no está interesada en la política y que espera que los mandatarios sean figuras que no se parezcan ni de costado a un político profesional. “Jaime era el típico consultor de la línea americana. Defendía la teoría de que el mundo de las ideologías se había terminado. Lo único que importaba era ser competitivo en el lenguaje del mundo de hoy. El candidato ya no compite con otro candidato: compite con Madonna”, dijo Doris Capurro, una de las tejedoras de la Alianza con el publicista Durán Barba, al periodista Andrés Fidanza.

Esta posición fue útil para combatir a lo que esos ideólogos del fin de las ideologías combatieran a lo que dieran en llamar los populismos. Sin embargo, el resultado electoral de las PASO 2019 en Argentina mostró que esa estrategia puede ser útil para ganar un gobierno frente al desgaste de un período como el ciclo kirchnerista pero no alcanza para convencer a la ciudadanía de que las penurias económicas que viven a diario por la aplicación de políticas neoliberales representan “algo positivo que hay que atravesar para estar mejor”. La economía política, es decir, las ideologías, volvieron al centro de la escena.

La cultura de la imagen y de las buenas ondas también penetró en las ideas de campañas de fuerzas progresistas y de izquierda. Seremos claros: es menester desarrollar con la mayor inteligencia y efectividad posible todo tipo de herramientas de carácter virtual para articular en la lucha de posiciones tanto en contexto electoral como en el accionar político diario. Pero ese desarrollo de las herramientas comunicacionales no pueden constituir una política en sí misma: deben representar la organización política concreta.

“Nada se pierde, todo se transforma”, dice un principio universal. El llamado fin de la guerra fría pasó la batalla a otro lugar: el inicio de una guerra sorda entre la corriente internacional que sentenció el fin de las ideologías y articuló sus propuestas políticas y electorales en esa línea y quienes creen determinante la construcción presencial, política y articuladora de las distintas expresiones populares.

En el fondo, el domingo pasado la Argentina dio una buena noticia al mundo: a diferencia de la década del noventa en que Menen gozó de un voto de confianza reelectoral en su proyecto cultural, económico y político neoliberal arrasador, la mayor parte del pueblo argentino puso las ideologías dentro las urnas señalando que no acepta de ninguna forma un programa de dependencia con el FMI, de saqueo financiero, de apertura a las importaciones, de vaciamiento de los recursos necesarios para el cumplimiento de los derechos humanos básicos a través de los sistemas públicos de salud, educación, seguridad, cultura y justica y no está dispuesta a volver a aceptar un planteo de pobreza estructural para que las minorías gocen de privilegios suntuosos.

Lo que se expuso como un “voto bronca” es también un voto de reivindicación de las ideologías. Argentina es un país que guarda en un lugar de su memoria los profundos aprendizajes surgidos de las históricas luchas de su movimiento obrero. El macrismo huele mal, aunque para algunos sectores la propuesta mayoritaria que se opuso no sea seductora en todas sus aristas.

En este sentido, es importante que el movimiento obrero resuelva con nitidez cuál será su mensaje para la fuerza política que gobernará el país durante el próximo período presidencial. Mientas que las organizaciones de base no han logrado constituir una herramienta política propia de reivindicación de clase, es decir anticapitalista y antipatriarcal, la apertura de un nuevo período político determinado por el alto nivel de endeudamiento y dependencia sugiere un espacio para dejar en claro un mandato de repudio a las políticas económicas antipopulares y, a su vez, vislumbrar los puentes que permitan perfilar la articulación propositiva hacia un programa propio.

Todas las batallas (electorales, gremiales, sociales, culturales) están enmarcadas en el contexto de esta guerra sorda de reivindicación de la política como herramienta válida para luchar. En este sentido, la visibilización de miles y miles de cuadros de base que dan pelea a diario, de las expresiones de organización comunitaria, social y gremial, la construcción de mensajes políticos y discursos que seduzcan desde la política sin disfrazarse en el lenguaje hegemónico de la imagen (y sin dejar de utilizar los medios de comunicación) son tareas necesarias para, en este especial momento, dar vida a un discurso de reivindicación de la ideologías.

No cabe decir superficialmente que el discurso dominante esté herido, ni que la civilización neoliberal esté en retirada. Pero sí se puede afirmar, en vistas de lo que ocurre en todos los rincones del mundo, que las poblaciones se están cuestionando el fin de las ideologías. Ya no es la década del noventa. Que por propio sentido de supervivencia vuelven a discriminar ideológicamente el rumbo de sus gobiernos. Que la noción de justicia puede quedar en un segundo plano durante un tiempo, incluso prolongado, pero tiene un carácter implacable y más temprano que tarde prima como sentido colectivo.

Hay que tomar nota de que las tropas del fin de las ideologías no están en su mejor momento y que están expuestas en un punto fundamental: su conciencia de que son vulnerables a la organización política. ¿Hay ganadores predestinados en la guerra sorda? Nadie puede escribir la Historia a destiempo, es decir, antes de tiempo. Pero se puede vaticinar que será posible ganar la guerra sorda cuando las ideas populares tomen la palabra y los sentidos.

(Por Astor Vitali) Comenzamos el análisis de los resultados de las PASO 2019 por un lugar común: las encuestas no son herramientas confiables. La distancia entre las predicciones de la mayor parte de las encuestadoras y la verdad del sufragio no se explica por el margen de error de cualquier estudio. Hay dos factores que intervienen en la diferencia abrumadora: las encuestas son parte de la campaña y, a su vez, los métodos de las encuestadoras presentan muchas dificultades para medir lo que realmente ocurrirá.

Los resultados de las encuestas son utilizados para dirigir el voto. Se supone que si hay tendencias irrebatibles éstas operarían sobre voluntad general. Mucho más cuando el escenario está polarizado. Son herramientas con las que cuentan quienes pagan por ellas para operar hacia dentro de su propia fuerza política, hacia los medios de comunicación y hacia el electorado en general.

Además, las encuestadoras que más se acercaron al resultado (algunas de medición mixta) reconocen que hay una intención de voto que no pueden inferirse cualitativamente por sus sistemas de mediciones. Si bien una encuesta en el mes de julio arrojó un Macri rondando los 31 puntos y un Fernández los 41, nadie previó el 47 por ciento.

La encuesta en el centro de la escena fue puesta en ese lugar por los cientistas que desprecian la política tradicional. La victoria política de Macri erigió el mito de la victoria metodológica de Durán Barba, supuestamente invencible.

Escribió Andrés Fidanza en su libro Durán Barba El mago de la felicidad, de reciente confección: “El asesor de Mauricio Macri es el Coca-Cola de la comunicación política. Desde hace años monopoliza el genérico de la figura del consultor. Si los noventa estuvieron sobredeterminados por la economía, y si el ciclo kirchnerista estuvo dominado por la voluntad política (siempre a un paso del voluntarismo), Cambiemos también deja un sello de época: el ascenso de la consultoría al poder. Y ya no sólo al espacio de poder que se mantiene disimulado en un vestíbulo, desde donde el consejero le hace señas mudas al príncipe, para no ser visto ni opacarlo con sus indicaciones”.

Según el periodista, “por debajo de Macri, Durán Barba y Marcos Peña son las dos figuras con más peso dentro del gobierno nacional”.

El concepto central del gurú (cuyas acciones se derrumbaron ayer) es que la política tradicional ya no es apta para la disputa electoral. Sin embargo, las elecciones aún se ganan con territorialidad y con los partidos funcionando. No se puede negar la crisis de participación y las dificultades que atraviesan los partidos hace décadas. Pero las elecciones aún se ganan voto a voto, mesa a mesa.

Durán Barba se convenció de que su reto es “llegar a esa mayoría que detesta la política y es la que elige los mandatarios”. La mayoría que elige mandatarios va al supermercado, percibe salarios, utiliza los hospitales públicos, el servicio de seguridad, asiste a funciones artísticas gestionadas por lo público, intenta ahorrar. Es decir, es parte de la economía. Es parte de la realidad económica.

Una de los fracasos más grandes de la propuesta Cambiemos es María Eugenia Vidal. ¿Qué pasó con Mariú? ¿Qué pasó con la figura política con “mayor imagen positiva de Cambiemos”? ¿Qué fue la inmaculada reserva de la Alianza gobernante? Fue desplomada por la política. Su propuesta neoliberal devastadora en la provincia de Buenos Aires alcanzó para que el electorado supiera que no adhiere al rumbo planteado.

Es innegable que cualquier fuerza política que desee ser competitiva debe arbitrarse de los medios de comunicación y de las plataformas contemporáneas de la manera más sofisticada posible. Es decir, debe muñirse de lo virtual. Pero lo virtual es virtual. Las construcciones virtuales no pueden contra la realidad concreta y palpable. El duranbarbismo es una estrategia útil para ganar una primera elección con un gobierno saliente desgastado pero no alcanza para convencer a las masas suficientes de una virtual conveniencia de un proyecto cuyo daño concreto ha sido probado con creces en la realidad vivida durante los últimos cuatro años.

Podemos comprobar este análisis en la ciudad de Bahía Blanca. La campaña de Héctor Gay estuvo limitada a utilizar la propaganda oficial, la propaganda virtual y los actos de gobierno. En cambio, Federico Susbielles, si bien utilizó los medios virtuales para difundir su accionar, comenzó un trabajo político serio a través, primero, de la construcción del Instituto Bicentenario, escuchando a las referencias sociales de distinto origen político sus profundos conocimientos sobre las particularidades de cada problemática. Si bien esta no fue una campaña de confrontación de programas, Susbielles contó con una base sólida para afrontar cada temática.

Por otra parte, la campaña de Susbielles profundizó la política clásica como herramienta de disputa: visitas a los lugares, reuniones, encuentros, convocatorias a los actores sociales activos. Por su puesto, con ello arbitró una táctica de comunicación. Pero aquí lo virtual estuvo al servicio de lo real.

Hace unos meses, Federico Susbielles no era un candidato con un alto índice de conocimiento del electorado, antes que hablar de su imagen. Hace unas semanas, las encuestas más favorables lo dejaban unos cinco puntos por debajo de Héctor Gay. Todo esto era medido por los métodos virtuales. En cambio, la realidad del voto, el conteo uno a uno, espetó la concreta verdad de que no sólo la distancia era mucho menos lunga de lo que se afirmó entre las dos principales fuerzas sino que el candidato Susbielles está en carrera para disputar la intendencia municipal de Bahía Blanca.

Paradójicamente, en estas PASO 2019, la llamada “vieja política” es la novedad. El duranbarbismo lo mira por Smarth.

(Por Astor Vitali) Escribir sobre lo que nos pasa es una tarea difícil. Pensar el mundo que se habita es una empresa imposible ya que es pensar el mundo del cuál uno mismo es parte, es decir, pensar algo en estado vital, un órgano viviente del que se es partícula. Toda pretensión de alejarse para observar con una medida subjetividad es en vano.

Sin embargo, más problemático resulta transitar la existencia social sin reflexionar acerca de lo que ocurre. A la deriva, como una piedra de río, puede cada partícula del cuerpo social transitar un rumbo fijado por la corriente o quedar presa de su suerte contra un montículo de tierra por largos períodos.

Estoy pensando que la vida de muchos ciudadanos y de muchas ciudadanas de nuestra comunidad asemeja un montículo de piedras arrumbadas por la corriente. Pero ¿quién dicta el curso de la corriente? Visto desde dentro del agua, el devenir del nuestro curso parece guiado por un canal natural. Sin embargo, quienes no están al borde del ahogo y logran pisar tierra, caminar unos quilómetros adentro y observar el paisaje, pueden tomar nota de que el canal no es natural.

Los ingenieros de obra cobraron y se fueron. Quedan algunos capataces vernáculos que van tirando tierra en los bordes para que el curso no varíe y para que ninguna piedra evite la corriente.

El canal visto desde afuera tiene un aspecto poco agradable y no sé entiende por qué los ingenieros han diagramado esa vía de tal forma que casi todas las piedras se estancan y muchas giran sobre sí mismas.

Sobre el final del rumbo de agua –o en el inicio, nunca se sabe- un filtro oxidado deja salir del curso o más bien extrae las piedras preciosas y el agua más pura. Nadie conoce su destino. Alguien goza de sus mieles.

Mario Wainfeld editó hace pocos días Estallidos argentinos. Cuando se desbarata el vago orden en que vivimos. Un libro que aborda la Historia reciente, es decir, el curso del agua que nos va llevando. La publicación reseña 10 hechos de la Argentina contemporánea intentando reducir lo contado a lo sustancial. Es destacable la escritura de líneas que buscan articular la compresión del contexto cultural e idiosincrático en el que se sucedieron los hechos.

“Santiago Maldonado y Rafael Nahuel murieron en medio de una guerra que jamás existió, con un intervalo menor a cuatro meses. Ambos en el contexto de operativos represivos ilegales, Santiago, hostilizado y sitiado por la Gendarmería, en un paisaje hosco y frío de Chubut. ´Rafita´ cayó baleado por la Prefectura durante un día soleado y luminoso, en Bariloche.

El gobierno del presidente Mauricio Macri necesitaba un enemigo interno. En el marco de la globalización, la existencia de la gente común es atravesada por inseguridades y miedos. A menudo se canalizan a través del odio no a quienes causan sus padecimientos, sino al prójimo o a determinados prójimos. El odio al diferente (´heterofobia´) puede ser más o menos espontáneo o conducido por las autoridades políticas. Les sirve para varios fines: desviar la atención ciudadana, focalizar la peligrosidad en grupos resistentes, agredirlos con anuencia social. El macrismo encañonó a la Resistencia Ancestral mapuche (RAM), un movimiento de reivindicación real al que la imaginería oficialista transformó en un grupo terrorista, implacable, dispuesto a –y con recursos para- secesionar territorios de la Argentina y formar un nuevo Estado. Remembranzas de los Balcanes, delirios como el Plan Andinia, (ab)uso del racismo y la discriminación tan de moda en el planeta”.

Acabo de citar dos párrafos de la publicación señalada. Dos párrafos que contextualizan hechos que resultarán escandalosos para la Historia, cuando se señale que ministros de la democracia llaman a la población a armarse y justifican asesinatos por la espalda de pibes a manos de las fuerzas de seguridad.

La pretendida objetividad de los pobres manuales de estilo de la actualidad, abonado por la urgencia de la redacción web, supone que cada notita “informativa” debe estar desprendida de contexto y señalar “hechos”. Por ejemplo, podría titularse:

“Volanta: Otra vez

Título: Toma ilegal de tierras

Bajada: Desconocidos ingresaron ilegalmente a terrenos cuyos propietarios detentan título de propiedad. La policía señaló que actuará con firmeza. El municipio pide no politizar el tema”.

Intentarían justificar luego en el mini desarrollo de la nota que una serie de personas tomaron por la fuerza unos terrenos cuya titularidad registral pertenece a un sujeto cualquiera. En cambio, eso no alcanza a reflejar lo ocurrido. La noticia así planteada desinforma.

Podría escribirse en cambio:

“Volanta: Déficit de vivienda

Título: Veinte familias sin techo toman tierras

Bajada: En el contexto de un déficit habitacional que comprende a más de 20 mil familias, durante la mañana de hoy un grupo de trabajadores ocupados y desocupados decidió tomar terrenos ubicados en xxx. Habían solicitado audiencias con autoridades municipales. Ante la falta de respuesta, decidieron realizar esta medida”.

¿Ahora se entiende, no? ¿Ahora está expresada la magnitud del hecho? ¿Unos diarios lo ubicarían en Policiales y otros en Política?

Creemos que es preciso pensar un poco acerca del curso del río, cambiar los planos y realizar una obra en la que las piedras encuentren salida.