“Hermano”, el lado B de Mauricio o ¿cómo queremos ser?

(Por Astor Vitali) Ayer el portal Infobae publicó un adelanto de Hermano el libro de Santiago O´Donnel basado en 17 horas de conversación con Mariano Macri “sobre la trama de poder, política, negocios y familias detrás de su hermano Mauricio”. Se trata de la introducción al libro:   

“Me llamo Mariano Macri y soy hermano de Mauricio. Quiero hacer una inmersión cronológica en las desavenencias que se fueron sumando hasta dar como resultado la confrontación entre nosotros; los porqués, las circunstancias, los detalles. Mucho de lo que digo es mera opinión mía, pero mucho también surge de datos fríos que abren una veta de posibles teorías y conclusiones.

Doy mi punto de vista consciente de que existe información que escapa a mi conocimiento y que podría incriminar a mi padre. Sin embargo, sé que mis revelaciones mostrarán a un personaje político, Mauricio, que está en las antípodas del viejo, un gran emprendedor. Destaco su autenticidad versus ese afán de poder de Mauricio, afán de poder que es su costado destructivo.

Creo que lo que mi hermano me hizo a mí a nivel familiar lo terminaron padeciendo todos los argentinos. Pero además su estrategia comprometió la reputación o el nombre de mi padre, a quien yo acompañé tantos años y de quien tengo una impresión bien distinta. Subjetiva sin duda, y ligada a mi percepción y a mi codificación emocional, pero es la imagen de una persona auténtica y constructiva, que siempre buscó crecer y generar trabajo y desarrollo. Mi meta es que se pueda esclarecer su carácter y su esencia. No digo que no haya tenido su lado oscuro; yo no lo vi, pero las investigaciones existen y las acepto de buen grado. Para mí fue alguien que hizo el bien, que fue positivo, y que vivió mucho y tuvo que tomar decisiones difíciles en soledad.

Yuval Harari cuenta en sus magníficos libros –Sapiens. De animales a dioses, Homo Deus y 21 lecciones para el siglo XXI– que hoy la sociedad consume por igual tanto el marketing político como las creencias religiosas cuando ambas no son más que construcciones con las que el ser humano intenta darle un sentido a su vida. Harari también nos pone frente a una realidad: muy poca gente cambia de parecer.

Muchos podrán creer en toda esa fantasía del marketing político que se ha construido alrededor de Mauricio, pero hay otra realidad escondida detrás y me parece sano poder contarla. Es como decir: “Muchachos, no coman vidrio”. No se enamoren de sus ganas de que las cosas cambien al punto de que esas ganas los terminen traicionando. No crean en ídolos inventados, porque al final del cuento esos ídolos los van a hacer defender lo indefendible.

Mi opinión podrá entretener y despertar curiosidad, pero también sé que es probable que no cambie la forma de pensar de nadie. Como dice Harari, lo que a cada uno le importa no es la verdad, sino lo que le da sentido a su vida. Aunque así sea, y por eso mismo, quiero contar lo que fue mi viejo y el daño que hizo mi hermano. Y ese es el porqué de este libro.

Mauricio tuvo la Estrella del Norte, que fue el ejemplo de mi viejo. Un tipo que, por haber tenido que navegar en aguas turbias, debió forzar las reglas y –pongámoslo en términos crudos– pudo haberse corrompido. Pero nunca lo vi flaquear en una miseria humana, en un acto de egoísmo, de omnipotencia o de arrogancia. Mi hermano es todo lo contrario. ¿Qué le dejó al país? Vendió humo sobre lo que debería ser y no actuó en consecuencia. Nunca un acto de altruismo ni de solidaridad.

Volver atrás como lo estoy haciendo ahora después de trece años luchando por hacer mi camino lejos de Mauricio me hace sentir más firme en un momento delicado. Pero duele. Sé que podrá tener consecuencias sociales para mí y económicas para el grupo y hasta puede provocar que la justicia quiera citarme para dar testimonio. Es una apuesta a todo o nada, para terminar de resolver una situación de sometimiento, extorsión, maltrato y aislamiento.

Que la gente lea y se pronuncie. A favor o en contra”.

Se destaca la idea de la ilusión del márquetin y su anverso real, oculto. Esto nos hace reflexionar en torno de cuáles son las figuras que elegimos como referencias a seguir como sociedad. En este contexto histórico en el que las ideas del emprendedurismo y del empresario exitoso predominan, aparecen figuras que están contextualizadas a través del prisma de determinados medios de comunicación.

Se levantan referencias cuyas fortunas jamás son puestas en duda. El periodismo en general no pregunta a un “empresario exitoso”: ¿cómo hizo usted su fortuna, señor? ¿Cómo, de la nada, construyó una serie de empresas, compró medios de comunicación?

¿Cuál es nuestro modelo? En la ciudad: ¿nuestro modelo es Gustavo Elías como referencia de “empresario exitoso” –con medios para operar, incluidos- o nuestra referencia podría ser la psicoanalista que entrevistamos hace un rato, una profesional egresada de la universidad pública que cumple un rol social para adultos mayores en pos de un beneficio social? ¿Mi referencia debería ser “el empresario del año” (destacado por grupos de intereses) que está explotando recursos económicos en un contexto actual para su beneficio personal o podría ser un referente de una cooperativa o un club barrial trabajando a diario para reconstruir tejidos sociales? Si soy un joven buscando rumbo ¿mi referencia van a a ser los diez jóvenes destacados por la Cámara Junior Internacional o algún referente social que no tiene acceso a privilegios y sin embargo se destaca por sus valores solidarios expresados en su trabajo social o une artista?

¿Cuáles son nuestras referencias? Y sobre todo ¿cómo se construyen esas referencias? Esas referencias en general no tienen ningún tipo de cuestionamiento porque acumularon el suficiente poder como para acumular devolución de favores, miedo, influencias en ámbitos políticos, legislativos y judiciales, y negocios que no podrían justificarse.

Lo que sí se construye es el mito de cómo se obtuvieron esas fortunas. Mauricio Macri –heredero- que manda a todo el mundo a trabajar porque “en este país nadie trabaja” será expuesto en este libro de O´Donnell en una de las facetas aparentemente desconocidas para la sociedad. ¿Realmente eran desconocidas para la sociedad? ¿Había que ser investigador privado en 2015 para percibir el prontuario de Mauricio Macri, para saber qué significa apellidarse de ese modo en este país? ¿O no es una cuestión de desconocimiento o conocimiento sino de ratificación de posturas preconcebidas en torno a esas figuras?

Los negocios ilegales, las investigaciones, estuvieron publicadas. Pero hay un deseo de un parte de esta sociedad en que ese modelo es el correcto. Sobre los otros modelos (estudiantes, referentes sociales) siempre hay sospechas y acusaciones: “no tragaban”, “son punteros”, etc. En cambio, sobre estos modelos empresariales hay loas y ningún cuestionamiento.

¿Hay una sola fortuna del país (y de este ciudad) que pueda abrir sus números totalmente y sostener que fue obtenida en base a las reglas de libre competencia, las leyes, sin las influencias y el concurso de los gobiernos, de sectores políticos, de privilegios, de presiones, de aprietes? De esto no se habla en términos públicos porque en general los medios de comunicación precisamente responden a esos intereses.

Conviene observar, tal vez, un documento histórico musical: La Traviata. Cuando Verdi decide tomar el libreto de La Dama de las Camelias (Dumas) y poner en el rol de heroína a una mujer del siglo XIX menospreciada por las clases altas y sostener una dura crítica al Giorgio Germont, patriarca aristócrata: uno de esos tipos que son de visitar prostíbulos vip los sábados a la noche e ir a la iglesia el domingo a la mañana, dando clases de moral occidental y cuestionando a quienes “no llegan” por no hacer lo necesario. Cuando hablamos de prostíbulo lo utilizamos también como imagen de negocios sobre los que se rasgan las vestiduras y luego y dicen perseguir. El modelo del empresario exitoso es un modelo que no se construye sino a costa del perjuicio de muchos otros derroteros sociales. Creemos que es conveniente pensar acerca de cuál es nuestro modelo. ¿Cómo queremos ser? ¿Cómo ese personaje de La Traviata o queremos que nuestras referencias se parezcan más a un modelo que no requiera del castigo y de la opresión a quienes ya no consideran pares para seguir ascendiendo en sus carrera que a veces se disfraza de política peor que en general redunda siempre en beneficio propio?