La estrategia del conflicto

(Por Astor Vitali) La propuesta salarial ofrecida el miércoles por el gobierno de María Eugenia Vidal a la planta docente vislumbra el ensayo de una estrategia política articulada por el universo Cambiemos para este año. Ofrecieron cláusula gatillo (sobre salarios depreciados al menos 20 puntos) y un 5 % a cobrar en enero de 2020 (¡!).

De más está decir que se trata de una cifra que no sólo no alcanza a recuperar lo perdido sino que pone el 5 % prometido en manos de una gestión que no será la actual. Enero de 2020 para la política argentina es poco menos que futurismo y ciencia ficción.

Nadie en su sano juicio puede pensar que esta propuesta sea aceptada por los y las docentes en asambleas. Por supuesto, siempre hay las conducciones sindicales que cambian salario por favores. Pero las organizaciones que consulten a sus bases encontrarán resistencia a aceptar, como es razonable y como definió ayer CTERA.

Porque sigue siendo un salario a la baja. Porque no toma en cuenta la realidad económica concreta y porque a tres años de gestión nadie cree en las estimaciones económicas de la coalición de gobierno. Todo el mundo hace compras. Todo el mundo conoce el valor de las cosas.

Realizar una oferta salarial a sabiendas de que no será aceptada es, en términos políticos, una provocación. ¿Por qué hacerlo en contexto de año electoral? Simple: para hacer campaña. Los sectores que han levantado las banderas de negociar sin tener al alumnado “de rehén” llevan una propuesta inaceptable bajo todo punto de vista para imponer un conflicto sobre el cual basará varias campañas.

Por un lado, la continuidad de la campaña antisindical. Entusiasmados con la gesta emprendedurista, Cambiemos, desde el primer día, lleva adelante una campaña que intenta desprestigiar las herramientas sindicales. Lo viene haciendo con algún grado de éxito. Por otra parte, el mojigatismo facial de Vidal es especial para lanzar una campaña donde intente argumentar que “el gobierno quiere dialogo y a los chicos en la escuela” y “los docentes feos y malos no piensan en los niños”.

En un país donde la hegemonía cultural va palo a palo pero puede observarse un claro fenómeno de derechización; en un país donde una ministra de Seguridad avala disparar por la espalda a pibes pobres y se la postula para vice (porque mide); en un país donde hay amplios sectores que creen que se salvarán con el ventajismo, abandonando prácticas historias de solidaridad entre pares: la mejor estrategia electoral de una coalición de derecha es entretener la agenda mediática encontrando un enemigo aberrante, como aquellos a quienes acusarán de tener de rehén a los niños y a las niñas. Estigmatizar, acusar y perseguir.

Cualquier persona que quiera entender se dará cuenta de que el reclamo docente es más que lógico. Se dará cuenta además de que el discurso oficial es mentiroso porque sabe que, además de docentes mal pagos, las escuelas se caen a pedazos. Pero el más común de los sentidos no siempre es razonable. Es sentido común, muchas veces, elije enemigos a su alcance. En general, aquellos que les propone el poder. Macri queda lejos.

El gran desafío docente es, sin abandonar los métodos de lucha que quienes trabajamos tenemos a mano y son nuestras herramientas, cómo estar lo más cerca de la comunidad posible para contrarrestar con el cuerpo y con la palabra, con las manos y con las miradas, el discurso que Vidal garabatea desde su cuartel, en el que se siente como en casa.