La función pública no es lo mismo que la tribuna

(Por Astor Vitali) Ayer, intentando reflexionar fuera de la lógica estúpida de la grita, referimos al peronismo, al antiperonismo y al no peronismo. Acerca del antiperonismo sostuvimos: “El antiperonismo está desplegando un discurso violento y sus dirigentes deben resolver si quieren seguir camino a sus antecesores del 55, es decir, a aquellos capaces de masacrar a su propio pueblo o serán capaces de hacer política. Si optan por lo segundo, necesitarán formar cuadros puesto que su dirigencia actual es conceptualmente paupérrima”. Lo ocurrido en las últimas horas en torno al debate de la accesibilidad en espacios públicos es un caso ejemplificado, a través de la figura de Tomás Marisco.

En las últimas horas, Mara Recondo, del Observatorio de Discapacidad de Bahía Blanca, señaló que en las intervenciones de calle Anchorena y Plaza de la Resistencia y la Memoria (Lavalle) la Secretaría de Movilidad Urbana de Bahía Blanca, a cargo de Tomás Marisco “no convocó al Observatorio de Discapacidad de Bahía Blanca para el pedido de opinión sabiendo que fue un pedido que se le hizo a Héctor Gay”. Agregó que “sería importante que podamos brindar nuestra opinión como usuarios antes de que terminen la obra. El art.4 de la Convención de los Der.PCD establece la participación ciudadana”.

Es decir, una parte integrante de un ente pensado para aportar a las políticas públicas está cumpliendo su función, es decir, observando problemas ante una acción de urbanización del gobierno municipal. La respuesta correcta para un funcionario público ante una manifestación de estas características debería ser disculparse por haber incurrido en la falta de planificar y ejecutar sin tomar en cuenta la opinión del órgano que fue creado a tal fin y ponerse a disposición para realizar las modificaciones pertinentes en dicho espacio público. Ahí debería terminarse la historia.

En cambio, el funcionario público Tomás Marisco decide declarar en Frente a Cano que el planteo le pareció “raro” y que “no me ha sonado el teléfono ni me ha llegado una nota personal por parte de ellos”. Hay que decir que consta que el observatorio pidió ser consultado para la toma de definiciones de estas características. Por otra parte ¿qué tiene de raro que una integrante del observatorio de discapacidad haga observaciones sobre aspectos discriminatorios de una planificación urbana? ¿No es precisamente esa su función?

No contento con buscar confrontación en lugar de consensos, el funcionario sostuvo que ahora “es un lugar es mucho más amigable, más seguro y más accesible”(sic). Para profundizar el encono, nuevamente decide ocupar un lugar de tribuna política en vez de su rol de funcionario público y afirma: “Quiero creer que no hay una intencionalidad detrás de esto” y que la integrante del observatorio “está en todo su derecho de recurrir a la vía judicial. No sé si es un reclamo de ella o de todo el Observatorio quiero creer -que el reclamo- no es personal, ni político, ni partidario”.

En este punto se incurre en el intento de estigmatización, sugiriendo que un planteo que es válido desde todo punto de vista, estaría motivado, según intenta instalar Marisco, por motivaciones políticas partidarias. A este respecto, ocurre lo que siempre ocurre: una persona que accedió a un cargo público mediante la vía electoral (partidaria) confunde a la ciudadanía achacando un sesgo negativo a la militancia partidaria e intentando descalificar a través de la incorporación de un elemento maniqueo que no era parte de la discusión. Es decir, en su rol de funcionario público, lo que Marisco debería discernir es si el planteo que hace Recondo debe ser reconocido en tanto es legítimo y legal y ya. Si se incurrió en una acción discriminatoria: corregirla. En lugar de eso, mostrando absoluta incapacidad política para dirimir un conflicto de lo más normal, se ocupa de perseguir mediáticamente a quien está haciendo una observación sobre políticas de urbanización, es decir, cumpliendo su función.

Pero la brutalidad política no tiene límites. En la misma entrevista, una persona que tiene rango de secretario redobla la apuesta y dice: “es una muestra de lo que vamos a llevar cabo en Arribeños, Beltrán, en la plaza y en el Mercado Municipal”. O sea, además de me importa nada lo que diga el observatorio, vamos a seguir haciendo lo mismo aunque sea incorrecto. Fiel a la política de manipulación pseudo estadística, Marisco sostiene que “para el 85 y 90 por ciento (de la población) tuvo una aceptación excelente”. Es decir, si un sector manifiesta desaprobación por motivos tan válidos como su derecho a la accesibilidad ¿se jode porque el resto está de acuerdo?

Recondo dejó en claro en sus declaraciones a través de la red social Twitter que “la accesibilidad es un derecho humano”.

Esta discusión de un tema en apariencia menor da cuenta del carácter autoritario del ejercicio del poder y del lugar que ocupan los espacios de participación ciudadana como el observatorio para Juntos por el Cambio: pura formalidad. Hacen lo que definen puertas adentro del gabinete sin tomar en cuenta ninguna opinión de la comunidad.

No es lo mismo militar la tribuna que ejercer la función pública. En la función pública, ante una observación de un órgano de participación comunitaria basado en preceptos de toda validez y legitimidad, el gobernante debe admitir sus errores y corregir. Elegir la hostilidad hacia la propia ciudadanía es elegir la anti política. Ese tipo de dirigentes produce la escuela antipopular. Esa política de confrontación contra la comunidad tiene un solo derrotero: el ataque a la comunidad. Si la derecha vernácula tiene en sus planes continuar en la vida política, deberá rever la calidad de dirigentes que pone en lugares tan sensibles para la vida en comunidad. La política es una herramienta para mediar posiciones y llegar a consensos. La actitud de este funcionario, por el contrario, representa la anti política y la chabacanería propias del patrón de estancia.