¿Qué fue del frigorífico de la UNS donde trabajaba Rosalía?

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Rosalía fue condenada a ocho años de prisión por la muerte de la bebé que parió sola en el baño de su casa, tras una extenuante jornada laboral en el frigorífico La Gleba en Argerich.

Las precarias condiciones de trabajo la obligaron a ocultar su embarazo para no perder el empleo en la firma, la cual pertenecía en un 99% a la Universidad Nacional del Sur.

El Estado que hoy condena a Rosalía en sus tribunales la desamparó junto a sus cuatro hijes quince años atrás, cuando era explotada por la empresa de la universidad estatal.

El hecho ocurrió en 2005, a pocos años del cierre definitivo de la planta por apuestas comerciales fallidas y un manejo de fondos poco transparente que se pretendió excusar por el supuesto aporte educativo de la iniciativa.

La Gleba fue fundada en 1997 con aportes de la UNS y su Fundación. Hérnan Vigier, según su CV, presidió el “Directorio de la Empresa ‘Emprendimiento Productivo y Educativo La Gleba S.A.’, empresa propiedad de la Universidad Nacional del Sur, designado por los Departamentos de Ciencias de la Administración y Economía“, desde septiembre de 2004 hasta la asunción de su actual rol de rector de la UPSO en septiembre de 2006.

“Si bien los empleados entran en un régimen privado, tienen sistema de control o auditoria similar o igual a los que tiene una institución pública porque al tener la mayor parte del patrimonio de la UNS y siendo esta un ente nacional, existen un montón de cuestiones muy similares en cuanto a los conceptos de control de las entidades públicas”, decía años atrás.

Para la ex consejera superior Gabriela Eberle, con aquel testimonio que consta en actas, el representante de la UNS “se hace cargo de los empleados que tenía en La Gleba. Si fuera Rectorado estaría muy preocupado porque lo que le pasó a Rosalía yo estoy convencida de que es clara responsabilidad de ellos”.

Eberle dijo a FM De la Calle que Vigier en 2006 “se presentó a pedir 50 mil pesos de entonces. Se nos explicó que lo iban a devolver en un año.  La plata no la devolvieron finalmente”.

La suma, equivalente a más de 16 mil dólares, habría sido destinada a realizar las inversiones necesarias para exportar la producción del frigorífico. Si bien se logró la habilitación de SENASA, según informó luego el secretario técnico Miguel Lliteras, “cambió el mercado europeo de conejos porque entró una fuerte competencia por parte de China”. Por ello, el directorio resolvió el “cierre ordenado del emprendimiento”.

“En aquel momento hicimos una presentación muy lógica donde decimos que en Argerich no había ni torre de celular y en los expedientes aparecían facturas de celulares del año 2004 por un monto de 107 mil pesos y deudas de luz de 48 mil pesos que terminó absorbiendo la Universidad”, dijo Eberle.

Agregó que “evidentemente fue un curro grande. En una sesión del Consejo Superior cuando yo hablo de malversación de fondos públicos nadie se ofendió ni me denunció. 12 años después -porque esto fue en 2008- qué terrible que la universidad siga gobernada por esta gente. Claramente había empleados precarizados, gente que trabajaba en malas condiciones. Fue un desfalco terrible, después se disolvió y las 50 lucas no aparecieron”.