Capeando el temporal de bonos
(Francisco J Cantamutto) Esta semana se completó el pago de deuda más cuantioso desde la cancelación con el FMI en 2006. El oficialismo continúa la política de pagos y endeudamiento, sin novedades en la comisión investigadora.
Esta semana se completó la operación de pago de los bonos BODEN 2015, por un monto total de 5.900 millones de dólares. Se trata del pago más importante desde que Kirchner decidió cancelar toda la deuda con el FMI y pagó por adelantado una deuda de dudosa legalidad a principios de 2006. Para moderar el efecto en las reservas se emitió un nuevo bono, el BONAR 2020, un título a 5 años que repuso 669 millones de los pagos, un 11,3% de lo abonado. Para el oficialismo, se trató de un éxito más en la política de “desendeudamiento”, mientras que la oposición patronal sigue desorientada entre las críticas por no arreglar con todos los acreedores y la erosión creciente de las reservas del Banco Central. Pero en un acuerdo más básico, nadie del stablishment político cuestiona el rol y la legalidad de la deuda, incentivando en cambio un rápido regreso a los mercados de crédito.
Pagos, bonos, cifras
Resulta muy fácil quedar confundido con el festival de cifras en juego. Esta semana vencieron los Boden 2015, que habían sido una de las opciones del canje de deuda de 2005. Estos bonos rindieron un 7% de interés en dólares pagado cada año. Al vencer esta semana, el gobierno devolvió a los acreedores el valor del capital los bonos, equivalente a unos 5.900 millones de dólares. Esos bonos habían sido comprados en 2005 por tenedores de deuda en default, que tomaron la oportunidad de valorizar sus acreencias: se trata en gran medida de entidades financieras que adquirieron la deuda impaga durante poco más de 3 años, y encontraron una gran oportunidad de negocio con este (y otros) bonos. El 60% de los pagos recibidos, se informó, se giraron al exterior.
Para pagar a los acreedores, el gobierno toma dólares del Banco Central, erosionando así sus reservas. La semana anterior la provincia de Buenos Aires había realizado una operación semejante para pagar un bono propio, retirando casi 800 millones del Banco Central. Para compensar estas salidas, se emitió esta semana un nuevo bono, el BONAR 2020, un título de corto plazo (5 años) que terminó pagando una tasa de interés de 9,4% anual (venta por debajo del valor nominal, que se suma a la tasa nominal de 8%). El valor está por debajo de lo demandado por la banca (10-11%) pero por encima del objetivo del gobierno (6%). Por las ventas de este título, gran parte de las cuales fueron adquiridas por ANSES, se recaudaron 669 millones.
El gobierno desistió de insistir con la emisión completa de 1.500 millones esperada para el BONAR 2020. En cambio, insiste en estos días con nuevos bonos en pesos, el BONAD 2017 y el BONAR B +300, por los que espera recaudar unos 3.500 millones de pesos. Mientras que el BONAR buscaba reponer reservas en dólares, los otros dos apuestan a retirar pesos del mercado que presionan contra el valor del dólar, induciendo una devaluación. A los pagos de deuda se suma este drenaje cotidiano de compras de dólares con motivos precautorios o especulativos. En agosto el Banco Central volcó al mercado 1.500 millones y en septiembre otros 1.800 millones más. El valor de las reservas cerró la semana en cerca de 27.700 millones de dólares, un nivel apenas superior a los 27.400 millones de un año atrás. Es por esto que esta semana fue todo un desafío financiero y económico para el gobierno, por una operación que podría poner en riesgo la política cambiaria oficial.
Para poder contener estas salidas, el gobierno negoció a fines del 2014 un crédito swap con China por 11.000 millones. Con estas operaciones, ya se consumió el 85% de esos fondos. La oposición patronal, haciendo gala de su cipayismo, pretende negar el carácter de reservas de valor de los yuanes, alegando que sólo los dólares cumplen esa función. En relación al comercio internacional argentino, el yuan cumple un rol de unidad de intercambio sin problemas. Pero ese no es el asunto central, sino la pregunta nunca respondida (ni discutida): ¿por qué tomar deuda con China para pagar deuda con privados?
Para la presidenta Fernández, este proceder cerrar “último capítulo del gran endeudamiento argentino”. Estas palabras fueron retomadas por el Ministro de Economía, Kiciloff, quien agregó con extraño orgullo que “los vencimientos de este tamaño o similar nunca los pudo pagar el Estado, de hecho fueron los que cayeron en default en 2001, vencimientos de esta dimensión”. Resulta un misterio cuál es el mérito de poder pagar mayores cifras a acreedores espurios. El titular del Banco Central, Vanoli, aportó en la misma línea, asegurando que los pagos remanentes en el año por venir eran de valores inferiores. Esto es falso, pues según informes del propio Ministerio de Economía, en 2016 se deberán pagar o negociar unos 7.000 millones de dólares en capital de deuda y otros 4.000 millones de intereses.
Una fiesta de contradicciones
La operación ilustra con claridad el manejo de deuda del kirchnerismo: pagar deuda sin auditar a acreedores privados por las vías necesarias, que incluyen usar recursos disponibles para otros usos y modificar la composición de la deuda.
Tal como se viene insistiendo desde la Asamblea contra el Pago de la Deuda y por los Bienes Comunes, a meses de la creación de la comisión legislativa para investigar la deuda, nada concreto se ha hecho. Muy por el contrario, salvo por la actividad de Claudio Lozano, los legisladores evitan asistir y todo indica que buscan validar la deuda y los canjes 2005/2010, sosteniendo el contrasentido de la ley “de pago soberano”. Frente a la inactividad de la comisión, se suceden pagos sistemáticos, que no podrán ser recuperados.
En cambio, se agiliza en el Congreso el tratamiento de la convención de la ONU sobre deudas soberanas. Se trata de la exposición en pleno de la lógica del gobierno: aislar un pequeño y extralimitado grupo de acreedores (los fondos buitres) para garantizar el pago de la mayoría de los acreedores. Los dos recientes fallos en la Corte de Apelaciones de Nueva York contra los planteos de Griesa permiten al kirchnerismo mostrar su éxito de gestión, que se resume en que los tribunales extranjeros han autorizado al gobierno a pagar deuda a otras aves de rapiña.
Pagar deuda, evitar investigarla, sostener la cesión de soberanía en la materia, esos son los ejes de la política del kirchnerismo sobre deuda. A cambio, nos insisten con la menor exposición a deudas con privados, eludiendo los enormes costos sociales de los pagos y el endeudamiento de los propios organismos estatales. Y mientras tanto, el único objetivo de este proceder, afirmado por Néstor Kirchner y Cristina Fernández, prometido ahora por Daniel Scioli es siempre el mismo: volver a endeudarse. “Desendeudarse” para tomar deuda de nuevo, menuda acción soberana.