La jugada repetida en la que la tribuna -por ahora- no juega
(Por Astor Vitali) El pedido del presidente Macri al Fondo Monetario Internacional se presenta como un “retorno” al FMI (del que Argentina no se había ido). La decisión se da en un contexto de inestabilidad monetaria y sensación de falta de manejo económico por parte del gobierno.
La semana pasada, antes de la suba del dólar, hubo ganadores. Porque hubo “informados” que se la llevaron antes de la suba. Y por supuesto la especulación financiera maneja sus recursos al respecto.
Desde el punto de vista político, hablar del “retorno” al Fondo tiene alto impacto simbólico y práctico. A nadie se le escapa que pedir, mucho más en un contexto desfavorable, implica someterse no solamente a los monitoreos del organismo de crédito internacional sino además a imposiciones de recorte de gasto público.
Cuando se achica el gasto público se ve afectado el sector de jubilados y jubiladas que representa casi un tercio del llamado “gasto público” (inversión social). Que nadie se llame a engaño, eso lo van a pedir. La apuesta de obra pública con la que el gobierno pensaba inyectar dinero a la economía viva también será restringida para garantizar los objetivos fiscales, como ya anunciaron. A esto hay que sumarle la caída de consumo empujada por la realidad inflacionaria que superará ampliamente las proyecciones del gobierno (15 por ciento).
Desde el punto de vista económico implica hipotecar recursos futuros que no podrán ser utilizados para necesidades estratégicas. Implica ganancias para especulación y recesión para la economía real.
Mientras tanto, el Congreso es el escenario del show de las piedras cruzadas. De un lado ssacuden contra las políticas económicas que claramente castigan a los sectores populares y de otro hablarán de irresponsabilidad y desestabilización. El espectáculo se transmite en vivo y en directo.
Lo cierto es que, salvo que al gobierno se le vaya todo de las manos, las cartas de Cambiemos no están echadas y aún tienen margen para tomar todas estas medidas en un año no electoral como este y luego intentar promover una recomposición de la imagen de gobierno o hacer jugar a La reina. La oposición tiene lugar para tirar piedra pero sin lastimar fatalmente porque aún no están reunidos los consensos necesarios para oponer alternativa a la gobernabilidad del Pro y sus secuaces radicales (una banda nociva y consumida por el rencor).
En este contexto, muchos dirigentes gremiales obsecuentes aceptaron una pauta del 15 por ciento sin cláusula gatillo. El 15 por ciento ya es historia. Las masas asalariadas pierden este año como lo vienen haciendo desde el comienzo de la gestión macrista. Pero hay que estar alertas porque esos dirigentes ya pierden credibilidad rápidamente. Pasan cosas por debajo de la superficie burocrática del sindicalismo argentino.
En el medio, hay una Historia de la deuda con idas y vueltas. Entre los endeudamientos y el “desendeudamiento” que fue presentado como una gesta heroica y soberana, los recursos públicos y privados no fueron nunca a financiar un programa de crecimiento basado en la industria y el empleo estable. Nunca recursos hacia un proyecto que no dependa de los menesteres internacionales. Ayer Macri lo dijo sin rodeos, “Argentina depende mucho de la financiación extranjera”. Gana un modelo estable de especulación financiera y el trabajo precario. Por goleada.
Entre endeudamientos y “desendeudamiento” hay un juego complementario con la pelota manchada de sudor y sangre. En ese juego son delanteros senadores, diputados, concejales, gobernadores, jueces, fiscales y funcionarios de toda calaña. A veces en la defensa y a veces de volante van los medios de comunicación hegemónicos que siempre la patean al córner de la superficialidad del debate y jamás se meten un gol en contra.
De espectadores, que a veces gritan y a veces no, va una tribuna plagada de los que nunca juegan. De los que la van pasar. Pero estos son los que pagan la cuota para saldar las deudas del Club.
Hay que parar la pelota. Hay que parar la pelota porque siempre la patean los mismos y nunca la tribuna hace la jugada táctica para romper el juego perverso entre endeudamiento y “desendeudamiento”.
Hay que hacer un equipo verdaderamente popular. Los y las de abajo no están jugando pero son los que sufren la derrota. Siguen pasivos en la tribuna, expectantes de que el equipo de sus amores pateé bien, que jueguen por la camiseta. Pero su equipo ahora juego por el campeonato, ya no por la camiseta.
Mientras que en el campo de juego siempre estén los mismos, podrá haber cambio de equipo pero la jugada será la misma.
El problema de la dependencia de la especulación (es decir, la desinversión sistemática y el saqueo de recursos) es estructural. Con esos jugadores no se puede jugar ni un amistoso. Ellos sí tienen puesta la camiseta.
No alcanzó ni alcanza con mandar al FMI al descenso. Siempre pueden volver. Hay que sacarles la roja.