Obviedades
(Por Astor Vitali) La semana pasada el gobierno anunció un acuerdo “de caballeros” con algunas marcas al que intentó tildar de “plan” llamado “Precios Esenciales”. A la vista de cualquiera está observar que se trata apenas de un acuerdo con un puñado de firmas (de terceras marcas) cuyo impacto es muy relativo.
El plan se toma además en un país de amplias extensiones y, si bien con mercado concentrado, con la realidad de que no todos los productos llegan a cualquier rincón. Ni que hablar de lo restrictivo del caso de los cortes de la carne.
Sería una obviedad señalar que de ninguna manera este acuerdo constituye la articulación de un conjunto de medidas anti inflacionarias. Hoy, el gobierno de la provincia de Buenos Aires volvió a poner en marcha su acuerdo con el Banco Provincia. Tampoco hablamos de una novedad en materia de política económica. Mucho menos de universalidad de la medida.
Otra obviedad sería señalar el remarque de precios ad hoc que pudo observarse en muchas góndolas. Una actitud especulativa a la que el poco regulado mercado argentino ya nos tiene acostumbrado.
Pese a todas estas obviedades, muchos medios de comunicación hicieron un esfuerzo por vender la breve medida como un plan de “congelamiento” de precios cuando no faltaron los obsecuentes al límite del ridículo que hablaron de “baja” de precios.
Tercera obviedad: detenerse a mirar la lista de productos para constatar la verosimilitud de las afirmaciones en danza. Es el diario Ámbito Financiero que hoy puso en portada una nota cuya bajada es clara, y no data de mayor rigor que la mera observación: “El plan del Gobierno comienza hoy, aunque recién estará operativo de forma plena desde la semana que viene. Algunos precios acordados son más caros de lo que se vendían hasta ahora”.
Respecto de la medida en sí misma no hay mucho más que agregar. Del contexto, claro que hay mucho para decir. Se trata de una jugada que especula con la expectativa de morfar de los sectores más afectados. Se hace mal y destiempo, ya que las medidas provinciales son anunciadas “en cuotas”. Y es una mera especulación electoral sucia. Una vez más, es la política de la puesta en escena espectacular con un guión deplorable.
Y una cuarta obviedad va a modo de interrogante. ¿Nadie se pregunta por el estímulo a las economías regionales? ¿No es acaso un escenario de estas características, con limitaciones de consumo por falta de ingresos, el momento adecuado para facilitar la economía regional, solidaria y popular? ¿No al menos la regional?
¿Es que no hay nada en común entre productores con dificultades por la injusta cadena de distribución y consumidores con dificultades de acceso a los bienes básicos de vida?
¿No es una obviedad que el estado cuenta con herramientas suficientes para generar de estas condiciones un plan más adecuado a las necesidades populares que a la de los mercados? Es que aquí está la cosa. Nunca estuvo en la agenda oficial tomar medidas concretas para contrarrestar el abismo entre los precios y la capacidad adquisitiva. El abismo por donde se caen los alimentos y los bienes de uso más comunes. Eso implicaría cambiar de modelo económico. Y jamás estuvo en discusión.
Tampoco se sabe muy bien si alguna de las fórmulas opositoras están dispuestas a cambiar de modelo. Porque, en el estado actual de cosas, no alcanzará con buenas intenciones dentro del contexto capitalista sino con tener la disposición de encarar los cambios estructurales para combatir la desigualdad.
En la distribución económica siempre hay ganadores y perdedores. Los que vienen ganando no parecen asustados. Más bien parecen ansiosos por una etapa algo más ordenada.
Por abajo, la cosa sigue aparentemente sin novedades. Y digo aparentemente porque ocurre que hacia abajo nadie mira con atención.