Siempre la misma cantinela
Trabajadores y trabajadoras de la música dependientes de la Universidad Nacional de Córdoba emitieron una “carta abierta a la comunidad” en la que expresan su precaria situación laboral. En la “la primera universidad de Argentina y la segunda más antigua de América, reconocida en todo el continente y en el mundo por haber sido la cuna de la Reforma del 18, movimiento que impulsó la democratización de la enseñanza (…) la cultura tendría en este marco un rol estratégico, para brindarle a cada uno de los ciudadanos que sostienen este espacio público la posibilidad de pensar nuevos mundos”.
Sin embargo, “esta Universidad no considera hoy que una orquesta sinfónica sea necesaria, ya que de otra manera reconocería el trabajo de más de 60 artistas durante más de 8 años, para sostener este espacio que tiene como función democratizar la cultura, acercar la música, más allá de su género, a todos y cada uno de los ciudadanos. Resulta muy grave que en un ámbito académico y estatal, no se reconozca a los músicos como trabajadores de la cultura”.
Según expresó el violinista Enrique Roberti, uno de los delegados de la OSUNC “ya hace dos años que hablamos con las autoridades. Se niegan rotundamente a escuchar nuestros reclamos y encontrar un camino de salida. Lo que ellos nos dicen es que la universidad busca una orquesta de formación, cosa que esta no lo es”.
Sin embargo, según el dirigente, las autoridades han reconocido la relación de dependencia, y quienes trabajan en este cuerpo han “ingresado a través de un concurso”.
Las condiciones de trabajo expresan la política oficial y el desdén hacia la tarea: no tienen aportes ni obra social. La remuneración promedio es de $2200.
Es menester recordar que las orquestas estables dependientes del sector público tienen varios sentidos, entre ellos, democratizar el acceso a la cultura, derecho incorporado a la Constitución argentina en la década del noventa.