(Por Astor Vitali) El debate sobre las tarifas que se dio ayer en el senado argentino tuvo como eje la pre construcción del escenario electoral 2019. Se sabía de antemano que esa ley tendría poco vuelo ya que sería vetada. Con ello, nadie estaba discutiendo qué ocurriría concretamente con las tarifas para mañana, cuando vos tengas que ir a pagar las boletas.

La (i) responsabilidad del veto es enteramente del presidente Mauricio Macri. Está dicho por la Corte –además del sentido común- que los aumentos de tarifas no pueden superar el índice de aumento salarial nominal. Y digo aumento nominal porque el valor real de los salarios no sólo no ha aumentado sino que disminuyó.

Dicho esto, también es menester recalcar que nadie estaba discutiendo ni accionando desde el poder legislativo para frenar concretamente el efecto atroz que tiene el tarifazo sobre la economía de la población asalariada y de los sectores excluidos.

Lo que se termina negociando entre votos, senadores que se levantan o se sientan, charlas telefónicas entre gobernadores y funcionarios, veto o no veto es una pulseada para ver quién puede posicionarse mejor frente a las cámaras.

En este escenario, es destacable la capacidad del macrismo de reflotar la idea de la pesada herencia y aducir que esto debe hacerse porque “hay que pagar lo que la energía vale” y “había un desastre que no fue anunciado desde el comienzo”. En todo caso el error habría sido “no anunciarlo de entrada”, debido al mal consejo de las huestes gradualistas.

Los medios masivos reproducen esto sin mayor convicción. Pero aun así les ha servido para construir las defensas oficialistas en medios y en legislatura.

En términos concretos, estos argumentos son fácilmente rebatibles dado que el precio de la energía no es un tema conveniente para quienes quieren subir las tarifas. Por eso ocultan los estudios de costos ya que, si se publicaran, deberían reconocer que lejos de una situación desastrosa para las empresas generadoras y distribuidoras, éstas han sido y son beneficiarias de enormes ganancias por el pago de precios mayores que en países. Ni que hablar del aumento de costos fijos.

Lo que ocurre es que nadie en los estamentos de poder y/o representación está dispuesto a discutir nada en serio. Y en parte esto es porque nadie quiere dar el debate de fondo que es ni más ni menos el problema de cómo se produce energía, para quién y con quién. El modelo energético no está puesto en discusión por ninguna fuerza política con representación parlamentaria y capacidad de mover el amperímetro.

Lo de ayer fue un espectáculo desagradable de pocos protagonistas. Pero además un espectáculo donde los intereses del público no importan. Porque da lo mismo el resultado, total hay una audiencia desvelada para ver cómo diablos hace para pagar la tarifa. La tarifa es obligatoria.

En otras palabras, si la mayoría del pueblo tiene por voluntad rechazar de plano el aumento de tarifas -y esto es constatable-, el veto presidencial es una medida contra el pueblo que debería representar un presidente. Se supone que ante esto todas las organizaciones se expresarán, ya que se habla de un gobierno de origen popular que ha dado la espalda a su ciudadanía. Esto se llama mal gobierno y da derecho al pueblo a tomar medidas de rechazo y en defensa propia.

Los representantes del pueblo representaron sus intereses de especulación partidaria y el representante máximo en un sistema presidentalista representó los intereses del FMI.

En otras palabras, la representación del pueblo argentino está vacante.