Acompañar a Cristina y sostener a Berni es incompatible

(Por Astor Vitali) Sin hacer consideraciones, en esta oportunidad, sobre el despliegue mediático, nos referiremos a la actitud que debe tomar el universo político democrático y quienes están en ámbitos de gobierno respecto de un caso de desaparición forzada y particularmente en torno del caso de Facundo Castro.

Cristina Castro, su mamá, es quien junto a Luciano Peretto y Leandro Aparicio, encabeza la campaña por pedido de Justicia. El miércoles se supo que el cuerpo encontrado en Villarino Viejo es el de Facundo. De más están todas las especulaciones hasta que los peritajes culminen. Mientras tanto, el reclamo de justicia por parte de la familia de Facundo y también por parte de la querella institucional, representada por la Comisión Provincial por la Memoria, sigue siendo desaparición forzada. Ahora se agrega, seguida de muerte. Todo lo demás es chimichurri.

Mientras lo que se está señalando es la responsabilidad de la policía bonaerense, permanecen en el gobierno dos actitudes que no tienen posibilidad de convivir. Por un lado, el presidente Alberto Fernández recibió la semana pasa a Cristina y es claro que a partir de allí se movieron los hilos para avanzar en una investigación que venía remolona y con ocultamientos hacia la querella. El gobernador de la provincia de Buenos Aires sostuvo públicamente que no va a encubrir a nadie. Sin embargo, no logró darle a Cristina ningún elemento sólido que inspire confianza durante la reunión que sostuvieron.

Por su parte, la misma provincia que gobierna Kicillof sostiene a su ministro de Seguridad, Sergio Berni. Aquí hay un problema de consistencia. Berni le dijo a Cristina, en principio, que iba a devolver a Facundo con vida. Cuando era la propia bonaerense la última que lo vio con vida. Luego, por presión militante, termina tomando el caso la Justicia federal, pero para ese entonces el entorno de Facundo ya había recibido presiones de la bonaerense de esta fuerza de seguridad y manipulado prueba.

No conforme con hacer ese tipo de declaraciones de show televisivo sobre un tema de tamaña gravedad institucional, Berni luego pasó a la ofensiva y se puso al frente de una campaña de desprestigio contra Cristina, contra la mamá de la víctima, púbicamente, con presentaciones diarias en canales de televisión y radios.

La campaña se basa en decir que no había elementos para involucrar a la bonaerense en un caso de desaparición forzada. Tesis que no sólo no estaba descartada en la investigación sino que fue ayer ratificada por los fiscales que hubo que sumar para que el caso no se tornara más bochornoso de lo que es. De hecho, en las últimas horas se emitió un comunicado oficial en el que se asegura de que la investigación “gira en torno a la desaparición forzada de Facundo Astudillo Castro seguida de muerte, con las connotaciones y particularidades que este tipo de causas conllevan y el trágico desenlace que, finalmente, se acreditó”.

La campaña de Berni desplegando falsedades y amenazando continuó con decir en todos los medios que los abogados de la querella iban a sufrir las consecuencias de la acción legal. Todo esto, ante algunos personajes periodísticos que sepultaron la herramienta de la repregunta, lo decía afirmando que “no tengo acceso a la causa pero la investigación asegura que” y una serie de vaguedades para desvincular a la bonaerense. Que se informa por Germán Sasso. Dio credibilidad a la testigo “H” que, causalmente, es incorporada a la investigación por efectivos bonaerenses. Y es el principal elemento que utilizaron para intentar correr el eje de la investigación. En otras palabras, en medio de la búsqueda de una persona cuya familia denuncia desaparición forzada por parte de la policía bonaerense, el ministro de Seguridad se abocó a llevar adelante una campaña de desprestigio, atacando a la familia de las víctimas. Todo esto mientras se investiga, con plena conciencia de que los funcionarios judiciales vinculados a la familia militar son susceptibles de influencia de contexto. Berni llevó adelante una campaña a lo Bullrich con Maldonado para interferir en la opinión pública y, como se sabe, la opinión pública influye en las investigaciones.

Frente a este cuadro de situación, la política democrática debe posicionarse sin dar lugar a interpretaciones débiles ni confusiones: debe retirar de su cargo al funcionario que encabezó una campaña contra la familia de la víctima. En este contexto, decir –como se dijo- que “ahora está investigando la justicia federal, no vamos a encubrir a nadie y a hay que esperar a que resuelva la Justicia” es una postura que tolera que un ministro castigue públicamente a la familia de un pibe que denuncia su desaparición forzada.

El gobernador de la provincia de Buenos Aires sostiene a Sergio Berni en su cargo y esto atenta con el compromiso que el estado argentino –y sus provincias- tienen en materia de Derechos Humanos. A esta altura la pregunta no es ¿por qué Berni debe ser desplazado? La pregunta es ¿por qué Kicillof aún sostiene a Berni?

Podríamos sumar sus declaraciones antipopulares respecto de la represión a las decenas de miles de familia que no tienen techo o las declaraciones que sumó esta semana contra las organizaciones sociales y el derecho universal a percibir un ingreso, declaraciones que lo ponen en un claro lugar de la derecha política. Sin vueltas.

Es insostenible la presencia de Berni en un gabinete provincial que se manifieste de corte democrático, sólo por el hecho de perseguir públicamente a una familia pobre cuyo pibe fue víctima de violencia institucional.