Investigadora bahiense comprobó presencia de asbesto en subtes porteños

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Una investigación impulsada por los metrodelegados dio cuenta de la existencia de asbesto en los trenes de la Línea B del subte de la Ciudad de Buenos Aires.

El titular del Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado (Sbase), Eduardo de Montmollin, reconoció que la presencia de este material cancerígeno estaba registrada en los manuales técnicos pero que no los leyeron completos al realizar la compra de los vagones a una empresa española.

Leticia Lescano, geóloga y docente de la UNS, participó de la investigación y comentó a FM De la Calle que “a principios del año pasado, me mandaron la primera tanda de 20 muestras. 10 dieron positivas en sectores de techos, recubrimiento de juntas, paneles eléctricos. Ahí comenzó la problemática, todo el 2018 fue la pelea por el reconocimiento de Metrovías de que los materiales tenían asbesto”.

“Cuando finalmente reconocen la presencia de amianto, comienza la parte médica, el análisis de las personas que trabajan en los subtes. Tenemos conocimiento de 11 personas con engrosamiento de pleura”.

“El asbesto es un grupo de minerales y el amianto es el nombre comercial.  Es un grupo de minerales que son fibras, son muy resistentes, tienen alta resistencia térmica, conductiva. Se utilizó antiguamente en muchos productos industriales, los revestimientos de techos, de recubrimientos de caños, en muchísimas autopartes. Hoy en día el amianto no se utiliza y se fabrica con fibra sintética”.

“Son fibras micrométricas, imperceptibles a la vista. Al ingresar al organismo puede quedar por una latencia superior a 20 años. Si trabajás en un ambiente con mucha densidad de amianto a los 20 años tal vez hasta los 40 años no pueda devenir en una enfermedad”, comentó Lescano.

La  prohibición total de amianto rige en Argentina desde el año 2000. “EE.UU. y Europa nos llevan unos cuantos años de adelanto. La mayoría de los países desarrollados tiene prohibición de amianto. Las personas que trabajan en subtes y en el recambio de autopartes están en contacto con  un material cancerígeno”.

“La situación de la discusión se centra en las personas que están trabajando con los materiales, donde trabajan con el material molido y desgastado, donde no hay ventilación. El pasajero no sería tan así porque no está con las fibras de amianto continuamente, pero tampoco se hicieron estudios del aire dentro de la cabina de los subtes. No puedo asegurarte que no pase nada con pasajeros porque todavía no hay estudios”.

En Bahía Blanca, uno de los edificios que tienen asbesto es la Usina de Ferrowhite. Lescano destacó que “recuperar la Usina cuesta muchísimo dinero, la movilización y limpieza de amianto es costosa porque se trata como un residuo peligroso, tiene que estar controlada, tapada, porque la fibra es tan chiquita que es muy difícil la sedimentación y se esparce enseguida”.