La niñez y las reglas del juego
(Por Astor Vitali) Padecemos de aniversarismo crónico. Las efemérides, los aniversarios redondos y las celebraciones fungen como propaladoras de palabras cuyo eco repica apenas hasta el día siguiente. Después, ninguna acción. ¿Es el aniversarismo crónico la contracara del desinterés crónico?
Es claro que ciertas fechas aparecen como herramientas para llevar adelante campañas de difusión a nivel estatal, organismos multilaterales, organizaciones gremiales, sociales, religiosas, culturales, etc. Es una manera de poner anualmente en agenda ciertos temas que socialmente se consideran relevantes.
La puja por la definición de cuáles son los temas de relevancia es una puja política abierta, dura, pública. El caso más reciente y más paradigmático puede encontrarse en la lucha del movimiento de mujeres y en las luchas feministas. Poner en agenda. 8M. 3J. En algún momento del año es el tema a discutir y cada año hay avances observables en materia de lucha política, de lucha institucional y de lo más profundo que supone la guerra de posiciones ideológicas y culturales en una sociedad en la que el poder de injerencia de las iglesias no es menor.
Sin embargo, no siempre la política de las efemérides funciona como una herramienta ofensiva, es decir, que tire para adelante en materia de algún debate. En ocasiones, la política de las efemérides sirve para hacer “como que” hay interés en algún tema, diseñar un flyer, darle visibilidad a un discurso que no encuentra reflejo en los hechos. Mucho menos en políticas públicas concretas.
Por ejemplo, y sin ir más lejos, el día de la niñez. ¿Para qué sirve hoy, esta semana, el día de la niñez? Saliendo de los microclimas, es decir, masivamente: ¿para qué está sirviendo? Además de la compra masiva de artículos generalmente confeccionados en países con “mano de obra barata”. ¿Qué le está cambiando a los niños y a las niñas por estos días? ¿Cuáles son los debates que se impulsan en las clases virtuales, en el núcleo familiar, en las instituciones que cobijan niñes?
¿En qué le aporta a la niñez que un adulto llegue el domingo con un paquete en la mano diciendo feliz día? ¿En qué le aporta? ¿Qué nos dice esa compra? ¿Es una acción pensada en la niñez y en sus devenires o en la práctica cultural de mercado?
Vamos a ser más claros. Lo que uno hizo fue ocuparse en la semana de buscar un regalo en la idea de “estar presente” ése día (el día de la niñez). El resto de los días, vamos viendo. Muy bien. Felicitaciones. Ahora, si es el día de la niñez ¿no deberíamos ocuparnos de las problemáticas de la niñez? Y ¿qué pasa con las voces de la niñez en el día de la niñez?
Me pregunto y pregunto. ¿El día de la niñez me sirvió para pensar cuál es mi vínculo con la niñez? ¿Me sirvió para reflexionar acerca de mi paternidad o maternidad? ¿Cuánto me formo para formar? ¿Cuánto escucho? ¿Cuánto de lo que escucho me tomo el trabajo de intentar entender? ¿Cuánto de lo que hago a diario está en completo entre dicho con lo que digo que hay que hacer? ¿Cuánto práctico de lo que le exijo a la niñez? ¿Cuántas contradicciones en esta cuarentena? ¿Cuánto juego? ¿Cuánto me permito jugar? ¿Cuánto me ocupo de la niñez? ¿Es la niñez un problema de quienes ofician de padres o de madres o es un problema de la comunidad en su conjunto? ¿Cuánto el jardín y la escuela me importan y por ende lucho por la educación pública y cuánto es más bien un depósito gratuito? ¿Cuánto me ocupo de lo que declamo?
Saliendo del plano general, podríamos ir al plano de lo político. ¿Los cartelitos oficiales y oficiosos que, desde el ámbito de lo público se están divulgando, reflejan la acción política o son mera cháchara para las redes?
¿Importan realmente las cosas que ocurren? Por ejemplo, según informó el Consejo Local de la Niñez, “uno de cada cinco niños o niñas es abusado sexualmente y el setenta por ciento de los abusos son intrafamiliares. Todos somos corresponsables de su cuidado”. ¿Cómo está afrontando la sociedad este tema? ¿O si no me pasa a mí –a los pibes o las pibas que tengo cerca- no representa un problema?
En el año 2018 se llevó adelante en Bahía Blanca una Audiencia Pública Popular de cuyo armado participaron unas 80 organizaciones. Por aquel entonces, dicho consejo informó que “los Servicios Locales están sobrecargados y con poca posibilidad de dar respuestas acordes a las necesidades de los niños y sus familias dada la falta de dispositivos intermedios y a la desarticulación entre el resto de los efectores del Sistema Proteccional”. ¿Esto cambió?
Señalaron además que “a partir de distintos relevamientos realizados se observa una marcada PRECARIZACIÓN de los Servicios; existe una gran asimetría entre la demanda creciente de una comunidad vulnerada y un sistema de prevención desfinanciado”. ¿Esto cambió?
Se enunció que “la falta de articulación con Salud hace que el acceso a la Salud de los niños que se encuentran en el Sistema sea sumamente complejo”. Que “la ausencia sobre todo en los Tratamientos en Salud Mental (psiquiatría, Psicopedagógicos y Fonoudiológicos, etc.) impacta directamente el aprendizaje lo que conlleva a serias dificultades en el crecimiento y desarrollo de un número importante de niños”. ¿Esto cambió?
También observaron “dificultades en el acceso a la pediatría en unidades sanitarias, donde varias de ellas no cuentan con la frecuencia de atención necesaria para la demanda existente” y que “un gran obstáculo en la calidad de la atención en salud es la falta de Acompañantes Terapéuticos para casos de niños, niñas y adolescentes”. ¿Esto cambió?
Para sumar, quedó dicho que “las familias no pueden contener a los niño/jóvenes adultos que padecen problemas de salud mental como consumo problemático de sustancias ante la falta de acompañamiento del Estado en este sentido. No existen políticas públicas que contemplen seriamente un sistema integral de tratamiento de la adicción y la salud mental de NNA, no contando por ejemplo, con instituciones adecuadas a sus patologías y edades en sus centros de vida, obligando a sus traslados –en el caso que exista la posibilidad de vacante institucional- a localidades alejadas con la dificultad que ello implica para su seguimiento y acompañamiento”. ¿Esto cambió? ¿Se ejecutó alguna política concreta? ¿Cuántos recursos se asignaron en este gobierno que dice que no los tiene pero siempre aparecen recursos para contratar funcionarios políticos amigos?
Podríamos seguir enumerando aspectos de carácter crónico que señalan que la niñez es vivible, en el actual estado de cosas, sólo para quienes tienen recursos económicos y un entorno saludable. En estos términos, es decir, no en los términos de la tele ni de los flyers ni de qué simpático mi sobrino, la expresión “feliz día de la niñez” resulta una de las más hipócritas si surge de una sociedad que no se ocupa del tema. Para más, una sociedad que no se ocupa y que les enchufa el mote de “ustedes son el futuro”, encajándoles responsabilidades para las que no se les prepara.
La sociedad es responsable de sus decisiones y el gobierno responsable total de la falta de políticas públicas sistemáticas que puedan efectivamente cambiar la situación. Lo que no se hace es porque no se destinan recursos. O peor, porque se prioriza el destino de los recursos en otros asuntos. Y si no alcanzan los recursos, cabe articular las reformas impositivas necesarias para llevar adelante políticas. Lo demás, es pura postura.
La niñez se toma este juego muy en serio. En cambio los adultos y las adultas cambiamos las reglas del juego y nos la pasamos haciendo trampa. Para ser más claro, este es un juego en el que ganan los tramposos, los que se guardan las mejores fichas para sí mismos.