Molinos sin Quijotes
(Por Astor Vitali) “Gay dijo que el Parque Eólico Corti podría estar listo para marzo y que pueden arribar otros ocho proyectos” es el extenso título de tres líneas que publicó La Brújula, medio de Gustavo Elías –también propietario de La Nueva- en la no noticia que hace lobby acerca de los ‘posibles beneficios’ que ‘posiblemente traería’ el anuncio del anuncio de lo que todavía está sin confirmar.
Es tan pobre la política local estos últimos meses que les alcanza con un título plagado de verbos potenciales (“podría estar listo” y con ello “pueden arribar otros ocho proyectos”). Ya no necesitan anunciar algo en concreto. Habría, podría, sería. El ABC del nuevo “periodismo militante”.
Sumado a esto, se habla de creación de energía eólica a secas. O sea, no se explica por qué serviría a la ciudad. Se argumenta que trae trabajo. Pero se sabe que el trabajo que trae es para construcción y después arreglate.
No cabe duda de que lo que se plantea es una “onda verde”. Pero no se trata de un ataque de conciencia ambiental de las empresas trasnacionales que se verán beneficiadas: se trata más bien del verde de los dólares que se llevarán a costa de gobiernos que actúan más como gestores de sus negocios, en lugar de garantes de las necesidades de la comunidad.
Preguntas. ¿Por qué desarrollar ese tipo de energía? ¿Por qué ahora? ¿A quién va a beneficiar? ¿La comunidad pagará menos por electricidad? ¿El servicio será garantizado? ¿O sólo se trata de garantizar los negocios de la empresa con esa pantalla verde? ¿Y qué tan limpia es?
Como todo, siempre es bueno recurrir a las experiencias concretas, a los antecedentes. El titular de la Federación de Trabajadores de la Energía de la República Argentina (FeTERA), José Rigane, dijo en una entrevista que realizamos hace pocos meses que “en Uruguay hicieron un desarrollo de la energía eólica en favor de las empresas multinacionales con la tecnología de los molinos y ahora tienen que pagar lo que la energía no vale. Y los compromisos son a 40 o 50 años”.
También expresó al medio Notas que “hoy las comunidades originarias en Oaxaca, México, están peleando contra los parques eólicos porque destruyen todo el clima natural de ese lugar y porque no les han consultado”.
No hay una línea en ninguna publicación acerca de cómo va a beneficiarte a vos, a mi o a tu mamá el uso concreto de esa energía. Solo se escribe acerca de las ganancias y los negocios. Se da por supuesto el potencial de que si le va bien a algunos privados eso “derramaría” en la ciudad.
A su vez, causalmente el mismo día, el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento –CIPPEC) presentó el proyecto de un corredor verde desde el Paseo de las Esculturas hasta el puerto. La ONG es financiada por la multinacional Dow en alianza con el gobierno de Bahía Blanca.
En otras palabras, la planificación urbanística de la ciudad, su crecimiento, su proyección, son pensadas por una pantalla de Dow con la connivencia del intendente. Claro que toman proyectos de las universidades en aspectos técnicos. Pero la manija la tienen ellos. No es la ciudadanía a través del gobierno que la debería representar la que piensa y define: son las empresas.
Así las cosas, la democracia es más formal que nunca por estos lares. Porque más representantes del electorado de Bahía Blanca, las autoridades municipales actúan como delegados de las multinacionales, como los garantes-gerentes de sus políticas.
Más preguntas. ¿Qué políticas tienen los partidos? Los que han gobernado ¿tienen un proyecto propio o apenas son gestores de los planes de “las Dow” de turno en la ciudad? ¿Para quién gobiernan? Las izquierdas ¿proponen alternativas? ¿Dimensionan esta cuestión?
Es posible que a quienes somos críticos de esta planificación a medida de los negocios en lugar de a necesidad de la ciudadanía se nos acuse, una vez más, de luchar contra molinos de viento, contra enemigos imaginarios. No importa.
El problema es que por el momento no se avistan Quijotes. Sólo hay panzones sin sueños. Panchos a sus anchas.