Últimos grillares del año
(Por Astor Vitali) Último editorial del año. El jueves terminamos el ciclo 2019 de Un grillo en tu almohada y el día siguiente participamos de la radio abierta que realizó FM De la Calle desde la Plaza de la Resistencia y la Memoria (Plaza del Sol o Lavalle), en coincidencia con vecinos y vecinas que se manifestaron de manera crítica con el proyecto de privado que intenta realizar estacionamiento por esos lares y una plaza seca, es decir, arrasando lo público por intereses privados, con su correspondiente sarasa del supuesto impacto social positivo que traería dicha inversión.
Afortunadamente, no hay mucho que explicar al respecto: para cualquier persona en Bahía Blanca que desee estar mínimamente informada de cómo ocurren las cosas, resulta una obviedad el hecho de que en nuestra ciudad no se mueve un dedo desde lo público en ningún proyecto que no sea un curro previamente concebido por los sectores privados que se beneficiarán (ver, por ejemplo, el cierre de los históricos carritos en Parque de Mayo en favor de los negocios de comida rápida, redituables para amigues del poder).
Ha habido cambio de gobierno a nivel provincial y a nivel país. Como contrapartida, Bahía Blanca ratificó a Juntos por el Cambio por un cincuenta por ciento de los votos, convirtiéndose La tierra del Diablo en un bastión de resistencia del proyecto meritocrático y de la desigualdad.
Mientras no queda claro si las decisiones de gobierno se toman en las oficias de Alsina o en mesas extraoficiales de capitalistas influyentes, la explosión de Dow en abril de este año y las posteriores investigaciones que dan como resultado la responsabilidad de la empresa –no una falla humana- tuvo como respuesta de nuestra dirigencia la lisa y llana complicidad, con el premio de la inauguración del Dow Center, eje central en la política de inserción y dominación capitalista que el siempre poético empresariado trasnacional da en llamar “responsabilidad social empresaria”. Seguirán profundizando su inversión en la compra de voluntades, dirigentes, directivos de instituciones educativas (incluso universitarias), periodistas, legisladores y funcionarios en su proyecto de “generación de consensos”, es decir, de construcción de la red de complicidades necesarias para profundizar su saqueo. La inversión que realizan en ello es inversamente proporcional a la inversión que necesita la ciudad para un proyecto de desarrollo económico genuino que no dependa del viento y de la voluntad de un par de empresas trasnacionales que vienen a hacer aquí lo que no les es permitido en sus países.
A todo esto, la campaña electoral sobre la que el Frente de Todos tuvo un buen desempeño, generó una expectativa positiva en la posibilidad de que el rol de la oposición sea responsable. ¿Cómo? Sí, responsable. No en el sentido que ha sido utilizado en otros momentos, es decir, un rol de levantar la voz en contra de los proyectos pero también la mano a favor de los mismos. Eso debería llamarse oposición funcional. Responsable significa que consciente del mandato otorgado por el pueblo bahiense en operar en el marco de acuerdos políticos de signo contrario a la maquinaria neoliberal y antipopular encabezada por el intendente, Héctor Gay.
¿Cómo votarán en presupuesto? ¿De manera responsable o funcional?
Por abajo, aquí en la calle y con la plebe, los desafíos de las organizaciones que emanan del pueblo son muchos y muy variados. El espejo de Mendoza es interesante: las calles le marcan a Alberto Fernández que fue electo para hacer lo contrario a lo que haría Macri. Si la megaminería es parte del proyecto neoliberal entonces un gobierno de signo contrario al macrismo debe aplicar una política económica que no garantice facilidades a la megaminería sino que diversifique las propuestas económicas en un sentido soberano y con perspectiva estratégica. No existe megaminería progresista y megaminería neoliberal; existe megaminería y responde claramente a intereses opuestos a los de nuestro pueblo.
Allí está el desafío hoy: hubo amplio consenso en la construcción de un frente para derrotar en las urnas al neoliberalismo pero queda abierto el dilema de cuán delegativa será la democracia, qué rol ocupará en pueblo con sus reclamos y qué tan dispuesto estará un frente tan amplio -como el de Todos- a acceder a las demandas de las mayorías en detrimento de los sectores de poder.
De paso, digamos claramente, no es progresista ni popular tocar el ingreso de un jubilado sin antes afectar las riquezas de quienes se han beneficiado con nuestro empobrecimiento. Bancos, trasnacionales, usureros, usureros virtuales y otro tipo de sanguijuelas de la economía improductiva deben verse severamente afectados en la redistribución de la riqueza para que un trabajador o un pensionado vean con buenos ojos hacer un “esfuerzo”. Los esfuerzos siempre los ha hecho nuestro pueblo.
Como vienen las cosas, si la obsecuencia y el temor no dirigen la política sino las necesidades populares y el intento de un proyecto, las estructuras tradicionales se verán condicionadas por la demanda en la calle, en las comisiones internas, en los laburos, en los gremios, en los centros de estudiantes, en las esquinas de los barrios.
La lucha contra el hambre no puede conciliarse con guiños a la voracidad de los angurrientos que siempre se han comido todo. Una cosa es contra la otra. Si por abajo, en la calle y en cada acuerdo de la democracia popular las demandas son claras, será más fácil descubrir si el gobierno que asume por un frente construido en oposición a un gobierno impopular finalmente optará por su pueblo o será una nueva promesa de la política Argentina, tan llena de gente maravillosa que pone el cuerpo pero tan llena de charlatanes que asumen por el pueblo y gobiernan por el Fondo.
Hay expectativas populares. Hay responsabilidades políticas. Hay una trama abierta que develará la Historia en el que tu aporte, como el de cada quien, sí hace a la diferencia.
Por último, que el uso de la inteligencia y el pensamiento crítico domine los discursos, es un deseo de buen año.