Astor: apasionada y dolorosa búsqueda de lo perfecto

De la palabra a la acción

De la acción al sentir

Del sentir a la interpelación

(Por Silvia Pirillo) Cuándo se sale de una función de teatro con emociones o sensaciones, con palabras o sin ellas, con esas ganas de continuar en ese estado, se puede decir, entre tantas cosas: ¡misión cumplida!

Cuando de pronto el espectador se siente involucrado, casi como si estuviera vivenciando lo que le pasa al personaje, es que el actor no está actuando, está siendo ese personaje.

Fernando Santiago, excelente actor, nos hace sumergir en la vida de un hombre, un hombre con sus dudas, sus miserias o quizás sus temores, tal vez, sus insatisfacciones.

La puesta comienza con ese ruidito tan particular qué representa un viaje o muchos viajes.

Con el uso de objetos, qué no es bueno develar, para ser sorprendidos al ver la obra, se puede percibir el tironeo que sufre un hombre que añora su tierra, pero que desea volar, el ser y el no ser.

El mar, ese mar de la ciudad natal de  Astor se vuelve protagonista por momentos,  olas qué vienen y van, como suelen ir y venir las preguntas, las dudas, los miedos. El mar y ese sonido tan sensual al oído y a la imaginación, aparece en momentos más que oportunos, dando intensidad a la acción

La búsqueda de lo perfecto, que es inalcanzable, es otro de los condimentos en este viaje, que es la vida misma de una persona apasionada, sin dudas, qué abrazo la música y fue atravesada por ella.

¿El arte sirve?

En la puesta hay varios momentos muy poéticos en los que el actor, con su presencia y silencio, invita a ser acompañado, de algún modo, ser testigo presencial de esos instantes.

Fernando Santiago, despliega y se despliega, danza entre objetos sumamente acertados, nos cuenta, nos emociona, nos moviliza, y nos vuelve a dar una clase de teatro.

La música de Miguel Larobina, compositor, aparece envolviéndonos y potenciando la intensidad de las palabras.

El texto con fragmentos poéticos y sutiles, es también otro viaje que va de la sutileza a la realidad.

Hay escenas que podrían decirse cinematográficas, poéticas, en las que el silencio habla.

Fernando Santiago es un actor qué trabaja con compromiso y profundidad; elige y juega con objetos de una manera bella e intensa logrando que, por momentos, tengan vida propia. Uno de ellos, es un pañuelo blanco que va mutando y hablando.

Astor, una obra para ver y ser interpelado.