El encantador de hienas

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(Por Astor Vitali) Con frecuencia se publican estudios que aseguran que hoy las personas no buscan en los contenidos mediáticos que consumen fuentes de información para analizar y en función de ese análisis realizar una conclusión sino que más bien buscan contenidos que les ayuden a confirmar sus prejuicios. O sea, no importa muy bien si lo que leo tiene información fidedigna sino que lo que quiero es que me confirme mi opinión prefigurada.

De esta forma, la búsqueda de las empresas periodísticas no tiene que ver con los resultados de elaborar noticias con las mejores fuentes sino con la manipulación de las informaciones para construir los títulos en el sentido que quiere su audiencia. Por supuesto, los gerentes tampoco buscan buenas plumas, ya que se trata de tirar no noticias, sugerencias, potenciales y otras argucias en boga, y hacerlo de la manera menos personalizada posible. Una buena pluma, al menos, tendría conflictos con los resultados finales en semejantes artículos.

Hay que tener muy en cuenta esto porque corre para todos. Muchas veces en las propias audiencias aparece ese deseo y más de una vez nos ha pasado, como periodistas, por ejemplo en el caso de la radio, que algún oyente llame enojado porque lo que se dijo –aun basado en una información irrefutable-, no se corresponde con la expectativa que ese oyente tiene.

El riesgo es para todos y está latente. Pero hay títulos que no sabemos muy bien cómo tratar porque no pueden llevar a conclusiones rápidas. Por ejemplo, para cualquier analista político hay un título de la semana del que, pretender rápidas conclusiones, linda con la irresponsabilidad. “Neonazis al Parlamento alemán”, tituló Página 12. Clarín: “Ganó Angela Merkel las elecciones, pero más de 90 neonazis ingresan al Parlamento”. La Nación: “Un electroshock para Europa: el fantasma del nazismo se vuelve real en Alemania”. Ámbito: “La ultraderecha alemana vuelve tras décadas al Parlamento federal y genera preocupación”. Infobae: “Elecciones en Alemania: pese al cómodo triunfo de Angela Merkel, la ultraderecha aseguró su lugar en el Parlamento”.

Una primera y dramática lectura que surge del neonazismo abalado por el sistema político de un país que se dice democrático y por un 13 por ciento de la ciudadanía habilitada para votar es que se puede volver de lo que se suponía no había retorno. Auschwitz de por medio: es posible.

Pero suponer que esa ideología estaba enterrada y que ahora repentinamente revivió, así como así, es tan erróneo como creer que todo va a parar al diablo y que ideologías repugnantes van en franco e indetenible ascenso. Más preciso es pensar que quienes sostienen ideologías como el nazismo estaban enjaulados en su silencio, mirando fijamente, juntando odio en el ceño, especulando con frialdad qué hacer cuando alguien consiga la llave que los libere.

Lo de Alemania es un espejo de lo que puede ocurrir en otros pueblos. A no mirar para otro lado.

En este sentido, en Argentina se reinstauró la figura del desaparecido pero ahora abiertamente en manos de una fuerza pública en democracia. Si bien es cierto que una buena parte de la sociedad se movilizó con agudeza y creatividad para reclamar la aparición con vida y recordar que el NUNCA MÁS debería ser un pacto social inquebrantable, otros sectores sociales salieron a morder las carnes de la víctima: “estará comiendo un asado en el sur o con los chilenos”, decía a esta radio una vecina de Bahía Blanca, representativa de las hienas que sienten que se les ha abierto su jaula.

Toda la batería de argumentos del “por algo será”, “algo habrán hecho”, “negros de mierda, vayan a laburar” salió a la luz. Pero no ya para defender la represión, más o menos ordenada, de movimientos piqueteros sino para justificar una desaparición forzada.

Las hienas muerden a las víctimas pero también a su memoria porque una vez desaparecidas, sin capacidad de defenderse, se la desgarran blasfemando a voz viva: terroristas, drogadictos, violentos, putos, trolas.

Mientras tanto, el encantador de hienas ha puesto a una de sus lacayas a dar la orden de “¡ataque!”, y la fasciMinistra de Seguridad acató. Mauricio obtuvo la llave que abrió la jaula de las hienas. Aún lo contiene la formalidad de la democracia y la situación pre electoral. Pero hay que estar alertas porque si el resultado electoral le hace sentir al encantador de hienas que tiene el terreno liberado para soltar a sus fieras, es posible que no tenga empacho en hacerlo.

Las presas, en cambio, aun no logran vislumbrar la amenaza.