Homenaje a Celia: “La imagen que me quedó de ella caminando contra el viento es la lucha por la memoria”
Este lunes se inaugurará una muestra sobre el archivo personal de Celia Jinkis de Korsunsky, referenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo de Bahía Blanca. Carmen Ortíz, Mónica Colaianni y Marita Aure, integrantes de la Comisión de Homenaje a Celia, la recordaron en el aire De la Calle.
Este 4 de septiembre a las 18 en el Centro Histórico Cultural de la Universidad Nacional del Sur habrá un acto de presentación y la muestra estará disponible durante una semana. Se expondrá allí el material que reunió durante la búsqueda de su hijo Eduardo. Además, se mostrarán algunos de sus pañuelos.
Celia tenía 16 años cuando se casó con Moisés Korsunsky (22) y al año siguiente, en Bernasconi (La Pampa) nació “Dado”. Fue estudiante de la Universidad Nacional del Sur y militante del PRT. Su desaparición tuvo lugar en San Nicolás el 4 de agosto de 1976, cuando tenía 24 años.
“Nosotras la conocimos a Celia hace muchos, muchos años. Hemos armado una relación muy, muy estrecha, por temas de derechos humanos, de la verdad y la justicia. Todo lo que ella hacía de la búsqueda de su hijo lo tenia ordenado en su casa, en un mueble, fue haciendo un archivo. Siempre nos decía ‘yo quiero que esto no quede acá dormido, que esto tenga vida, que se transmita, que sirva para que se conozca lo que pasó en nuestro país”, recordaron.
“Yo fui compañera de la escuela de Eduardo, en los últimos años y compañera de militancia. A Celia la conocía de allí, algunas veces la había visto en su casa donde ella era una persona que atendía y recibía a los jóvenes con mucho cariño siempre muy dispuesta, una casa abierta”, relató Ortiz.
Por su parte, Aure comentó que la conoció entre los años ’84 y ’85. “La conocí como Madre, a todas nos pasó más o menos lo mismo. En un primer momento fuimos compañeras de militancia y con posterioridad fuimos forjando una amistad que duró hasta el último día”, añadió.
“El primer recuerdo que tengo de ella y de Moisés, fue cuando habíamos hecho desde el centro Ecuménico el grupo de apoyo a Madres de Plaza de Mayo. Habíamos tomado como regla salir todos los sábados. Salíamos con mucho miedo, de parte de todos, a recorrer la ciudad. Vendíamos el diario de las madres, salíamos con algunos carteles que tenían que ver con lo que pasaba en ese momento. Para el día del niño hicimos un volante que decía algo así como ‘en esta familia falta un niño (…) Celia andaba por ahí repartiendo los volantes”, comentó.
Colaianni, por otro lado, se remitió a 1984, año en el que conoció a Celia: “En el ’84 fuimos a su casa con gente del Centro Ecuménico a hablar con ella, ahí fue cuando la conocí, y en las actividades. De alguna manera uno se fue acercando. Ella te acercaba por su personalidad, por su calidez”.
“En los últimos tiempos ella se dio cuenta de que empezaba a perder sus recuerdos. Yo iba para la casa de ella y la vi un día de viento, de esos de los más horribles en Bahía Blanca. Ella iba contra el viento. Yo dije ‘¿qué hace con este viento?’ Llegué a la casa y la esperé en la puerta. Le pregunté qué hacía con este viento caminando y me dijo estoy tratando de acordarme y de retener los nombres de las calles”.
“La imagen que me quedó de ella caminando contra el viento es la lucha por la memoria”.
El registro de una vida de lucha
A un año de su fallecimiento, sus amigas y compañeras, consultadas acerca de algún recuerdo en particular sobre su vida, destacaron que Celia hacía mucho hincapié en su historia con el obispo Carlos Horacio Ponce de León.
“Ese es el único indicio que tiene Celia de lo que pudo pasar con Eduardo. Ella viajó muchísimo a San Nicolás pero el único que le dio una mano por decirlo burdamente fue Ponce de León, que además conocía a un sacerdote que había sido detenido por la fecha en la que había sido detenido Eduardo. Él le da el enlace con este sacerdote que había salido y estaba en Roma”, contaron.
“Hay una carta que está transcripta en la muestra, completa de él, donde le dice lo que sabe, lo que le parece y lo que podría coincidir. Ella hablaba muchísimo de eso, de Ponce de León con una gratitud muy grande. Después lo matan. Celia tenía prevista una entrevista a la que no llega a ir, al otro día. Lo recuerdo como una cuestión muy destacada además de lo que podía hablar de Eduardo”.
Antes de radicarse en Bahía Blanca, pasó años en un campo de La Pampa, donde vivió junto a su familia.
“Una de las cosas que nos contaba y que recordamos es que como vivían en el campo, el padre no iba muy seguido a la ciudad, así que a las dos últimas hermanas, a ella que era la anteúltima y a la última las había anotado en el mismo año”, rememoraron.