A 50 años del primer aterrizaje de Arco Iris en Bahía Blanca
Reviví este hecho que quedó en la memoria colectiva del sudoeste bonaerense como el puntapié para todo lo que vino después en materia rock. Las marcas y sensaciones de aquella jornada auspiciada por la Dirección de Cultura y la Casa de Instrumentos Scagnetti, en la voz de músicos locales y de Guillermo Bordarampé, ex bajista de Arco Iris.
(Por Javier Tucci – @LobizondOeste)
Un día como hoy -viernes también- pero medio siglo atrás en el calendario, la cofradía musical y espiritual integrada por Guillermo Bordarampé (bajo y contrabajo), Horacio Jorge Gianello (batería y percusión), Ara Tokatlian (flautas y saxos) y Gustavo Santaolalla (guitarra, voz y composición), se presentaba en el Teatro Municipal de Bahía Blanca a sala llena, hecho que terminó de forjar los cimientos de la cultura rock en la puerta del sur argentino.
Arco Iris se había formado entre 1968 y 1969 en medio de la explosión beat y rock and blues en castellano que comenzaron a despegar Manal, Almendra y Vox Dei, pero con la idea de fusionar el rock, el folclore y el jazz.
Enmarañados en un nuevo movimiento a nivel mundial que avanzaba cada vez más en nuestro continente -hago esta salvedad y hablo de rock como movimiento porque el rock ya venía desde mucho antes-, Arco Iris fue estandarte de un rock latinoamericano junto a los Chilenos de los Jaivas, quienes ya venían desde algunos años antes sumergidos en la psicodelia y el folk. Pero tenían un plus, que era Danais Winnycka (Dana), música y líder espiritual ucraniana que la troupe había conocido en septiembre de 1969 y que terminó de moldear la identidad y filosofía comunitaria de la banda.
Si bien ya en el ‘69 Bahía Blanca había recibido las visitas de varios conjuntos beat y rockeros como la Barra de Chocolate (club Almafuerte), el Trío Galleta (club Sansinena) o Los Gatos con Pappo (club Villa Mitre), Arco Iris fue la primera agrupación en pisar un teatro a sala llena, luego de un 1970 muy fructífero con la salida de su primer long play titulado Arco Iris, y después de haberse consagrado en la categoría “Tema” del Festival Internacional Beat de Mar del Plata, con el Blues de Dana.
De esta manera, la presentación de Arco Iris permitió abrir un derrotero de recitales, un clímax que se vería reflejado en más fechas que se darían a lo largo de la década de la mano de varios productores, entre ellos Tucho Bortnik, Lito Bonfigli, Néstor Sánchez y Roberto Ricci, quienes llevaron a bandas y artistas como León Gieco y los Caballos Cansados, con Raúl Porchetto y el dúo Miguel y Eugenio, como así también Ave Rock, Litto Nebbia, Sui Géneris y PorSuiGieco, entre otrxs, que se presentaron en lugares como el Teatro Municipal, Don Bosco o la Biblioteca Rivadavia.
“La gente no comprende, ha cerrado sus mentes y nosotros nos amamos”
Así cantaba Gustavo Santaolalla en “Hoy te Miré”, aportando su cosmovisión de lo que ocurría en un mundo convulsionado por la guerra de Vietnam, el Mayo Francés, los asesinatos de varios líderes populares como el Che Guevara o Martin Luther King y el estallido juvenil de la Era de Acuario, encarnado en el movimiento hippie. En tanto, en nuestro país la década de 1970 abría un nuevo capítulo con la separación de Almendra, Manal y Los Gatos y surgían la Revista Pelo y el festival BA Rock, luego de los primeros ensayos de Daniel Ripoll con la revista PINAP, que en el 69 había organizado un festival con el mismo nombre.
Asimismo, para 1971, si bien la conectividad con las industrias culturales no eran las de ahora donde estamos mediados al instante por la matrix que nos atraviesa, la juventud en Bahía Blanca estaba al tanto de las novedades rockeras como Pappo’s Blues y Billy Bond y La Pesada del Rock & Roll. Pero a Arco Iris no se lo podía encasillar en ningún nicho, porque por momentos se abrazaban a lo beat pero también había un poco de Jazz y música latinoamericana, como así también destellos de rock progresivo y psicodélico. De hecho, el programa del show estuvo dividido en dos etapas, una acústica y otra eléctrica.
Así lo refleja el testimonio de Tito Borelli, músico bahiense que fuera partícipe de Levque, la primera banda en hacer rock y blues en castellano en Bahía Blanca: “Sí, allí estuve y lo que más recuerdo es que la primera parte fue acústica y la segunda bien pesada. Nunca olvidaré las cajas Carlson de Bordarampé y su sonido saturado al estilo Jack Bruce, sumado al fino golpe de Droopi Gianello, el virtuosismo de Ara y los zapatazos de Santaolalla en el escenario en el Blues de Dana”.
En medio de aquel frenesí cultural, siendo las 21 hs de aquel viernes 29 de octubre de 1971, el músico local Memo Galassi, que contaba con tan sólo 14 años de edad, se sentó en su butaca junto a otros amigos del barrio y se dispuso a disfrutar de la primera gran marca musical de su vida. “Fue mi primer recital de una banda importante y días después fuimos a ver a Vox Dei, quienes presentaron la Biblia en el Don Bosco. Pero lo que más me impresionó en el Municipal con Arco Iris, fue que todo comenzó con un gong oriental que tocaba Droopi Gianello, quien a su vez tenía una parafernalia de cosas de percusión, algo nunca visto antes por estas latitudes. También me emocionó ver a Gianello tocar con dos palillos en cada mano, una locura; y por supuesto la mística del egipcio Ara Tokatlian y la ucraniana Dana, la guía espiritual de la banda”.
Por su parte, el percusionista local, Osvaldo “Oso” Bonini, quien también estuvo presente en este mojón rockero en la región, sostuvo: “Durante la primera parte, la acústica, los integrantes estuvieron sentados en sillas interpretando temas como Zamba (de las más lindas que he escuchado), con guitarras acústicas y flautas. Ya en la segunda parte, la eléctrica, los temas fueron más dinámicos, como Blues de Dana y algunos otros que aparecieron al siguiente año en lo que sería su segundo LP “Tiempo de Resurrección” -donde aparece el éxito Mañanas Campestres-. Me fascinó el trabajo de Droopy Gianello, mezclando los ritmos de su batería con sonidos de cascabeles, triángulos y campanillas que le daban a los temas una particularidad muy especial. Creo que Droopy fue un adelantado a la época, fue un recital muy emotivo”.
Si bien intentamos comunicarnos con algunos de los integrantes de aquella primera formación de Arco Iris, fue Guillermo Bordarampé quien desde Los Ángeles (EE.UU.) y por messenger aportó algunos ingredientes sobre cómo era tocar a principios de los años setenta. “En aquella época cuando salíamos de gira, nos presentábamos en clubes y boliches, mientras que los fines de semana hacíamos conciertos en lugares más grandes como el que dimos en el Teatro Municipal de Bahía. Esos conciertos estaban divididos en dos partes, una acústica y una eléctrica con un intervalo en el medio. En la primera entrada, la más acústica, usaba un contrabajo y para la segunda parte un bajo hagstrom viking que lo había comprado en Casa Neto en Capital Federal, que luego me lo robaron”.
Las historias nos están esperando a la vuelta de la esquina, en una hemeroteca o en un relato de bar. Sigamos reconstruyendo la historia cultural de nuestro sudoeste bonaerense. Porque, si bien no todo tiempo por pasado fue mejor, qué necesaria es la memoria para construir un mañana que nos iguale y nos atraviese de oportunidades.
Material de archivo
Los recortes del diario LNP fueron aportados por la hemeroteca de la Biblioteca Bernardino Rivadavia de Bahía Blanca. Mientras que los correspondientes al programa del show, fueron cedidos por Osvaldo “Oso” Bonini.