AcercArte: transferencia de recursos públicos al sector privado

(Por Astor Vitali) El gobierno de la provincia de Buenos Aires encaró como eje central su política cultural el programa “Acercarte. La cultura cerca tuyo”. Hacia lxs trabajadorxs de la cultura ofrece un concurso y hacia la comunidad espectáculos gratuitos.

El sitio oficial del gobierno reza: “vamos a acercarte alternativas para que puedas disfrutar de espectáculos culturales muy cerca de tu casa”.

El concurso está destinado a los rubros “música, arte callejero y stand up”. Cada uno de ellos implica que las personas que participen deberán atravesar distintas instancias eliminatorias en las que ofrecerán shows con público presente en las ciudades de la provincia. Luego de las distintas etapas, solistas o bandas seleccionadas por un jurado aún indefinido -que juzgarán criterios aún no publicados-, deberán presentarse en el Festival Provincia Emergente 2017, Ciudad Emergente 2017 y otro Festival a realizarse en la Provincia durante el 2017.

El premio para la banda ganadora (una) es un “baucher” para grabar y, en este sentido, el documento de bases y condiciones se ocupa de aclarar que todos los gastos por fuera de ese bono corren por cuenta de la banda o solista.

De más está señalar que con este vetusta iniciativa el gobierno de la provincia de Buenos Aires mueve sus recursos en función de obtener como servicio decenas de conciertos por toda la provincia sin pagar un peso a los y las artistas que realicen su trabajo bajo la modalidad de concurso. En otras palabras, las plazas de la provincia contarán con shows financiados con el trabajo de miles de artistas. Esto en caso de que la convocatoria resulte exitosa.

Como contrapartida, el programa Acercarte propone “llevar la cultura” a las mismas plazas de las urbes bonaerenses. ¿Qué cultura nos traerán? El Chaqueño Palavecino, Los Nocheros, Leonor Benedetto, Graciela Borges y Juanjo Salce, en el caso de Bahía Blanca.

Más allá de las valoraciones estéticas (por caso, la crítica a la contratación de productos de mercado que no necesariamente son representativos de las expresiones culturales que pregonan) y administrativas (el cuestionamiento a que se define arbitrariamente la contratación sin llamado a concurso a diferencia de lo que ocurre en otras áreas del Estado), el modelo adoptado por la provincia es regresivo. Lo es porque inyecta una gran cantidad de dinero en las empresas que representan artistas que no requieren el impuso gubernamental para subsistir al mismo tiempo que desfinancia las propuestas municipales obligando a los y las artistas que quieran participar de estos eventos -pensados como masivos- a hacerlo bajo la modalidad de concurso, sin distribuir recursos en las economías regionales.

Es negocio para el sector privado el hecho de que el gobierno pague (hay traición de la Cultura Contratista de forma análoga a la Patria Contratista). Es negocio para el Estado obtiene sin poner nada en las comunidades un golpe de impacto social. Pero salimos perdiendo el conjunto de los trabajadores y las trabajadoras de la cultura que nos vemos desfinanciados. Ni que hablar de lo horroroso que resulta pensar que para Vidal o para su Secretaría de Cultura (ex Instituto Cultural) deberíamos saltar de la alegría por la “zanahoria” de un “baucher” para grabar, como ofrece el concurso.

Sumado a esta pirámide invertida en la que se benefician los que más tienen y el resto financia la fiesta con su trabajo disfrazado de concurso, se evidencia un problema grave: todos los organismos públicos de la provincia (entre los que se encuentran los Organismos Artísticos del Sur) se encuentran con problemas para definir su programación y otro tipo de dificultades por “falta de presupuesto”, según aducen las autoridades.

¿Cómo es que no hay presupuesto para financiar los organismos públicos, propios del mismo Estado provincial, pero sí hay dinero para hacer millonarias contrataciones directas para llevar al Chaqueño, Los Nocheros y otros productos comerciales a pasear por la provincia?

Esta desfinanciación de los órganos estables es de absoluta gravedad y constituye una afrenta abierta hacia el conjunto de los trabajadores y las trabajadoras y hacia la comunidad. Nos dicen: “no hay presupuesto para los órganos públicos. En lugar de ello, el dinero público será destinado de manera directa a productores que manejan espectáculos y además en cada ciudad de la provincia los y las artistas locales actuarán de manera gratuita”.

No podría ser más claro el esquema de transferencias de recursos del sector público al privado.

Ya al gobierno de Scioli se le cuestionaban las contrataciones directas a proyectos de amigos, una vez más, al margen de los reparos acerca del carácter comercial de esas propuestas, en detrimento de las propuestas culturales existentes.

Pero aquí se suma el momento del concurso, con lo que se termina hacer explícito el carácter de clase de esta política: ya no sólo financian a sus empresarios amigos, ahora también el trabajo de los y las artistas que “concursen” va a financiar la fiesta que el gobierno de la provincia de Buenos Aires lleve a cada plaza.

Lamentablemente, esta política demuestra que los funcionarios designados no son idóneos (por despilfarrar recursos sin criterio de lo público) o son abiertamente contrarios a los intereses de los trabajadores y las trabajadoras de la cultura. Si no estuvieran a la altura de su labor, deberían dejar que otras personas ocupen sus cargos. Si es una simple política contra nuestros intereses como trabajadores y trabajadoras (a favor de los empresarios que concentran el mercado), habrá que ver cuánto tiempo más hace falta para acrecentar la organización necesaria para doblegar estas políticas y proponer alternativas.