El Concejo que no Delibera ni es Honorable

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(Por Astor Vitali) Las sesiones ordinarias del Honorable Concejo Deliberante de Bahía Blanca dan cuenta de una realidad penosa: la democracia ha caducado como expresión de organización social para convertirse en un sistema de administración del cinismo del grupo gobernante.

Uno de los no argumentos que balbucea el malformado oficialismo (carente de toda formación política necesaria y ausente de la mínima capacitación institucional para operar dentro del marco constitucional) es que fueron votados por la mayoría. Eso sería el aval para meterle para adelante como les plazca. Este adefesio de la sinrazón política se repite como justificación de todo.

El hecho de haber sido votado por la mayoría del pueblo implica la legitimidad social para que un gobierno, un partido político o una alianza actúe en función del programa que esgrimió durante su elección. La alianza entre la putrefacta UCR y el partido de CEOS PRO dijo explícitamente, durante todas las oportunidades posibles durante la campaña electoral, que no tocarían beneficios sociales, derechos adquiridos ni nada de lo que implicara bienestar social. Lo que venían a hacer era combatir la corrupción pública (nada dicen de la corrupción que forjó sus fortunas personales).

Ninguna mayoría popular votó a la alianza Cambiemos para hiciera lo contrario: destruir derechos sociales, económicos y culturales; generar más gasto público en altísimos salarios como los del intendente Héctor Gay y lxs ediles; destruir el poder adquisitivo de lxs jubiladxs, y una larga lista de vejámenes impuestos por el programa político vigente.

Sin embargo, Nicolás Vitalini, el más insulso de todos los presidente del cuerpo deliberativo local, dirige las sesiones ordinarias como un trámite arbitrado a reglamento, dando o quitando la palabra sin escuchar ni atender argumento alguno y sobre todo restando entera legitimidad al carácter representativo del cuerpo cada vez que un sector social o gremial asiste a la tribuna en reclamo de sus derechos. Les clava un “cuarto intermedio” para no escuchar nada y “los invita” a “dejar que se desarrolle la sesión”. Es decir, cuando se acercan organizaciones representativas de la sociedad o simplemente gente de a pie el presidente del Concejo Deliberante actúa como militante infalible de la indiferencia a toda problemática social.

Está claro que existen mecanismos formales de reclamo. Está clarísimo. Hay que explicarles con paciencia a todos los bloques que cuando una organización llega angustiada y levanta la voz es porque ya ha agotado todas las vías formales de las instituciones democráticas y que el gobierno de Cambiemos no da respuesta por ninguna de estas vías. Violan los estamentos estipulados por vía administrativa.

Los mecanismos arbitrados por los gobiernos de los distintos estamentos democráticos no garantizan los derechos del conjunto de la comunidad. Con esa dura realidad las organizaciones se acercan a reclamar al cuerpo. El oficialismo y el presidente del cuerpo militan con virulencia por no escuchar esos reclamos o directamente optan por tomarles el pelo diciéndoles que “presenten las notas correspondientes” con la plena conciencia de que si llegó a esa instancia es porque las notas fueron cajoneadas o faltas de respuestas concretas por parte de sus secuaces amarillentos del ejecutivo.

Por lo ante dicho, en la actualidad, no cabe duda de que en Bahía Blanca la Alianza Cambiemos viola sistemáticamente los derechos que deberían garantizar como estado y, montados en el voto que los mandató para objetivos que han incumplido, ocupan los espacios creados para la vida democrática con prácticas y objetivos autoritarios y ejercicio de la violencia institucional.

Después, cuando alguien desesperado levanta la voz e interpela en términos políticos a estos personeros del ajuste, resulta que es “no son las formas” y huyen de su propio pueblo al que condenan a pobreza sistemática.

Casi la mitad de los niños y las niñas bajo la línea de pobreza (tal como afirma la UCA –no una patrulla perdida de la URSS-) por causa de las políticas adoptadas que abonaron a la pobreza estructural, y resulta que cuando alguien denuncia que el hambre es un crimen a los gritos resulta que ese alguien es un violento.

Cambiemos es la alianza del cinismo y es el partido de los autoritarios de la concentración de la riqueza. Esto está definido.

Los distintos bloques de la oposición, en tanto, tienen el desafío de ocupar el rol para el cual fueron votados y no caer en la legitimación de este perverso sistema de imposición de políticas a través del método de Nicolás “Doble voto” Vitalini.

Es claro que Cambiemos gobierna con un programa por el que no fue votado. Pero tampoco se pueden suspender los derechos de la comunidad hasta que se vote otra opción política. Para garantizar la vida institucional hacen falta creatividad y acción política. Deben cuidarse las ideas y las vidas antes que las formas.