La CTA Bahía Blanca despide a un gran compañero de lucha
Hoy, el movimiento obrero internacional despide con honor, tristeza y esperanza a uno de sus referentes más honestos y comprometidos con la causa de la justicia social. José Rigane, secretario general del Sindicato de Luz y Fuerza Mar del Plata, responsable de la Federación de Trabajadores de la Energía de la Argentina, apagó su luz, dejando una estela inexorable en el firmamento de los justos.
Durante la dictadura, aprendió a reconocer en sus dirigentes las mejores tradiciones de lucha del movimiento sindical, uno de los ámbitos sociales que más suele castigarse, sin jamás destacar las luchas de quienes no tienen tanta prensa pero dejan su vida en cada pequeña pelea por la dignidad humana. Habría que revisar si los directorios empresariales resisten los sesudos análisis a los que los medios de –al decir de Walsh- “los dueños de todas las otras cosas” suelen poner bajo examen a nuestra clase.
Decimos Rigane y decimos clase trabajadora. Muchos intelectuales, incluso progresistas, nos han intentado convencer –como coreutas demorados que llegan tarde y quieren ingresar a las mieles del banquete- de que “la clase obrera ha muerto” y de que “la lucha de clases ya no es un prisma para observar la realidad”. Según ellos, sería demodé. Se trata de una de las batallas culturales centrales: la lucha por las categorías del pensamiento. ¿Pensamos la sociedad como elegimos pensarla lxs trabajadorxs o asumimos mansamente las categorías de nuestrxs opresorxs? Tránsfugas de ideas, tristes vencidos y peores traidores, serán apenas olvido, eco de un coro fantasmal, agónico y prescindible.
José Rigane, en cambio, jamás ingresará a las sombras de la historia del olvido. José tenía muy en claro la necesidad de la lucha cultural. Cuando él hablaba siempre había dos o tres dimensiones de cada tema de análisis: hablar de la energía era referirse a las inversiones, pero también al derecho humano a la energía, a la soberanía, al debate de qué proyecto de país podía contener un modelo que nos liberara y con ello qué tipo de sociedad debíamos ocuparnos de construir como laburantes organizadxs.
José Rigane tenía conciencia del pasado, actuaba con certeza sobre el presente y siempre que hablaba se dirigía a la Historia. Cada día de construcción en el movimiento obrero argentino era una acción hacia el futuro, un legado concreto.
Decíamos que tenía plena conciencia de la necesidad de la disputa de ideas. Por eso escribía y cuando no, arbitraba los medios para que un profesional de la comunicación le entrevistara o escribiera un comunicado sobre tal o cual cosa. Toda cuestión era discutible y requería la opinión de nuestra clase. Por eso la obra de Luz y Fuerza Mar del Plata está registrada sistemáticamente en la revista 8 de Octubre y por eso su página web estaba traducida a otros idiomas. La construcción de la Historia y sobre todo una con voz propia era central en su percepción.
Cada lucha iba a acompañada de una reflexión y de la respectiva comunicación. Se tratase de una reincorporación de un compañero en una pequeña empresa de la costa bonaerense o de un gran logro que implicara un avance en materia de acceso al derecho a la energía, José pedía que fuera contado. Había un mensaje subyacente en cada pequeño comunicado, en cada entrevista o en cada pieza audiovisual: “somos la clase trabajadora, somos capaces de organizarnos y tenemos una propuesta de sociedad digna de ser vivida. No somos un objeto de descarte del capitalismo. Tenemos conciencia, ideas y un mundo por construir”.
Ese mandato de José Rigane es como una voz inconsciente por todos los rincones donde el mensaje llega: “organicémonos”, “depende de nosotros”. Las palabras liberación y soberanía son claves para comprender su enfoque.
A partir del regreso a la democracia, fue reconocido por sus compañeros y compañeras como dirigente. No lo esperaba. Le tocó una enorme tarea: sacar a su gremio de las conducciones oscurantistas que –aún en la primavera democrática- perseguían a sus propios afiliados por “zurdos”, “marxistas” y otros tantos calificativos que la violenta burocracia sindical, esos infiltrados de nuestros enemigos de clase, han utilizado para estigmatizar a quienes se juegan la vida por la vida digna.
Una vez recuperado el sindicato a mediados de los ochenta, las tareas para un cuadro destacado como él comenzaron a ser más desafiantes. La ola neoliberal acechaba con devorarse todo y las sobras que la bestia vomitaba eran deseadas por corruptos dirigentes enquistados en algunas estructuras sindicales. La propaganda del “compre importado” y de la “corrupción de los servicios públicos” que sería solucionada a través de la apertura de importaciones y la “liberalización de los mercados y la libre competencia (que no fue más que oligopolización y consumidores rehenes de precios acordados) era feroz y los relatos del “Fin del Historia” dominaban la prensa y las producciones culturales. La disputa de sentido era estratégica.
Había pues que dar una batalla a nivel país por la defensa de las empresas estatales y de los puestos de trabajo. Hay que destacar, en este sentido, que toda acción de la línea Rigane suponía dos ámbitos: derechos de la comunidad en su conjunto y derechos laborales de su gremio. Para él, no había luchas “sectoriales” sino que había una mirada integral. Para acceder al derecho a la energía hacían falta empresas bajo el dominio de lo público y esto supone mayor y mejor mano de obra para garantizar el acceso.
Luz y Fuerza Mar del Plata, heredera política de la Luz y Fuerza de Córdoba, es decir, de aquella sintetizada en la figura de Agustín Tosco, observaba con tristeza que la FATLyF, la federación que nucleaba al conjunto de laburantes de la energía del país, no sólo transaba con el mandato privatizador sino que algunos de sus dirigentes se convirtieron en accionistas del nuevo modelo.
Una nueva lucha por la conciencia y una nueva estrategia: crear una federación que respondiera a un proyecto popular, no al de las empresas privadas. Es así que con un conjunto de valiosísimos compañeros y de valiosísimas compañeras emprenden la tarea: se construyen los cimientos de la Federación de los Trabajadores de la Energía de la República Argentina (FeTERA). En buena medida, la resistencia a la privatización de los servicios en Argentina se encuentra explicada por el espíritu de esta iniciativa y la gran labor tanto de acción política concreta como de disputa ideológica por parte de estas herramientas.
Al mismo tiempo, casi en coincidencia, el conjunto de la clase obrera argentina estaba dando otra gran pelea: ¿democracia sindical o burocracia sindical? ¿Sindicatos por la liberación de sus pueblos o gremios aliados a los proyectos patronales de país? En medio del complejo proceso de ruptura con la CGT y la creación de la CTA, José participó activamente. Actualmente, se desempeñaba como secretario adjunto de la CTA Autónoma. Repetía sin cansancio: “autonomía de los patrones, de los partidos y de los gobiernos”. Es decir, un proyecto propio la clase trabajadora.
En la provincia de Buenos Aires, tuvo un rol central en la lucha contra los despidos y la privatización de ESEBA (Empresa Social de Energía de la provincia de Buenos Aires) a manos del por entonces gobernador Duhalde. José Rigane peleaba con la misma intensidad por la reincorporación de un compañero en una pequeña empresa o por un reclamo masivo. Un paso adelante o un retroceso siempre puede ser importante en tanto jamás es un paso adelante o un retroceso individual: debe significar algo para el conjunto de la clase y para sus organizaciones.
Un jubilado de una pequeña empresa de la costa contó: “En el año 86 me despidieron sin causa. No sabía qué hacer. Llamé al sindicato en Mar del Plata. A las tres horas estaba José con un conjunto de compañeros y de compañeras y no levantó las medidas de acción ni se fueron hasta que lograron mi reincorporación. Lo digo ahora que no está –se había retirado al baño-, porque a él no le gusta que hablen de él. Eso es un dirigente sindical”.
Comenzamos diciendo que hoy el movimiento obrero internacional despide con honor, tristeza y esperanza a uno de sus referentes más honestos y comprometidos con la causa de la justicia social. Decíamos honor, porque toda vida de lucha honra al conjunto de la humanidad. Tristeza, porque era un gordo lindo y luchador al que ya no podremos abrazar. Esperanza, porque en su recuerdo se yergue una senda por donde reconocer nuestros próximos pasos, del mismo modo que él encontró otros en luchas previas.
Tal vez sea éste su gran legado: no hay lucha aislada de las otras y, al fin de cuentas, hablar de él es hablar de la historia de una clase. Por eso en estas líneas no hay culto a la personalidad; hay un justo reconocimiento a un ser humano tan excepcional como posible; ojalá se nos llenen las sedes de Josés, humildes para comprender a los suyos, firmes para enfrentar a los opresores.
En ocasión de recordar a su gran referente, José Rigane dijo: “Pero no es una cuestión de recordar a un líder de manera solitaria. Tosco fue parte de una generación de trabajadores y trabajadoras que expresaron las ideas de la clase, las ganas de encontrarse y organizarse. La lucha por una vida mejor, una vida digna. Una vida nueva. Las ideas del sindicalismo que llevó adelante y propuso Tosco y su generación es la de un modelo de sindicato nuevo, un tipo de organización gremial pensada para que cada trabajador y cada trabajadora sienta que la lucha no es individual, sino colectiva. Sienta que su sindicato le pertenece realmente y que luchar y organizarse sirve”.
“Podríamos estar días y días recordándolo. Pero seguir su ejemplo y sus ideas no tiene que ver con trasladar automáticamente sus discursos. No se trata de copiar ni de repetir lo que exactamente decía Agustín Tosco. No se trata de hacer historia por la historia en sí misma. Llevar adelante las ideas de Agustín Tosco y su generación no es mirar hacia atrás. Pensar en Tosco es mirar hacia adelante. Es construir hoy la lucha concreta por la unidad del movimiento obrero organizado; es creer genuinamente que la única forma que tienen los trabajadores/as para tener futuro es la unidad de la clase obrera; es construir un nuevo modelo sindical de lucha, participativo, democrático y transformador; es combatir contra el patrón pero también tirar abajo la burocracia sindical; es la unidad entre los trabajadores/as pero también la unidad con otros sectores sociales golpeados por el sistema; es pensar en el país desde la soberanía y no desde la dependencia”.
“En definitiva, pensar en Tosco es construir un país con los trabajadores/as como protagonistas”.
Aquí está el centro de su pensamiento, de su acción y casi todas las horas de su vida. Hoy, como laburantes, como parte de esa clase, estamos tristes por la muerte de uno de los nuestros. Mañana, con la conciencia de que hay lugares concretos que ocupar, requeridos por las luchas de nuestro tiempo, nos toca revisar qué estamos haciendo para que nuestras herramientas contengan a nuestra clase y que ésta sea capaz de convertirse en protagonista de nuestra Historia.
Por último, cabe saludar y enviar nuestro cálido abrazo especialmente su familia, partícipe de esa lucha, y sus queridxs compañerxs lucifuercistas.
José Rigane, hasta la victoria siempre.