Miguel Antonio Castro

Al momento de los hechos, Miguel Antonio CASTRO trabajaba en la Universidad Tecnológica Nacional de Bahía Blanca, y militaba en la Juventud Peronista, junto a otras víctimas en esta causa tales como Mario Edgardo MEDINA, René Eusebio BUSTOS, Pedro Roberto MIRAMONTE y Víctor BENAMO.

En el mes de abril del 1976, aproximadamente a las 2.30 o 3.00 horas de la madrugada, en oportunidad en que CASTRO se encontraba durmiendo junto a su esposa y sus tres hijos, fue secuestrado de su domicilio de Cacique Venancio 1.398 de Bahía Blanca. En esa oportunidad, un grupo de alrededor tres personas ingresó violentamente a la morada y se llevó a la víctima vendada.

CASTRO fue trasladado en un vehículo, y junto a otra persona secuestrada, hasta el CCDyT “La Escuelita”, donde fue mantenido en condiciones de cautiverio y sometido a diversas torturas. Entre otras prácticas, la víctima fue atada a un catre, sin suministro de alimento ni agua, y bajo amenazas reiteradas de muerte, golpizas y “submarino”.

En “La Escuelita” compartió cautiverio con las víctimas René Eusebio BUSTOS, Pedro Roberto MIRAMONTE y Mario Edgardo MEDINA, con quien incluso pudo conversar en una ocasión.

Luego de alrededor de 15 días de encierro, CASTRO fue retirado con los ojos vendados, subido a un vehículo junto a Aldo Mario RODRÍGUEZ, y liberados en distintos puntos de la ciudad. En el caso de CASTRO, lo abandonaron en la intersección de las calles San Lorenzo y Punta Alta.

El episodio de la liberación fue, asimismo, relatado por RODRIGUEZ, quien declaró haber sido liberado junto a una persona de apellido CASTRO que trabajaba en la universidad.

Durante su desaparición, su esposa Rosa Hermenegilda FRITZ realizó gestiones a fin de dar con su paradero. En tal sentido se apersonó en la Comisaría Cuarta de esta jurisdicción, donde manifestó la desaparición, y ante su insistencia, comenzaron a llamarla continuamente de la Policía Federal para reconocer cadáveres, situación que le ocasionó graves trastornos psicológicos. Asimismo, fue en esa sede donde un día antes de la liberación de CASTRO, le dijeron a su esposa “quédese tranquila que mañana lo largamos”.

Como consecuencia del secuestro, a los días de ser liberado, CASTRO recibió en su domicilio un telegrama de despido, donde incluso se citaba un decreto que refería ser exonerado por considerarlo “subversivo”.

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