¿Tu también, Lionel, hijo mío?

I

(Por Luis Ponte) La serie televisiva Dowton Abbey, se emitió en la TV británica durante 6 temporadas, entre 2010 y 2015. Rápidamente se convirtió en un suceso televisivo internacional, con numerosos premios y altos índices de rating. La tira – que se puede ver por Netflix, servicio pago para ver películas y series por internet – narra la vida de una familia aristocrática inglesa, y de sus sirvientes, en el Castillo de Dowton Abbey, Yorkshire, región de Inglaterra.

Transcurre durante la etapa que va desde el hundimiento del Titanic, hasta los años posteriores a la Primera Guerra Mundial. O sea, un mundo que reacomoda sus piezas: guerras, revoluciones, movimientos sociales, industrialización, cambios tecnológicos.  Sobre ello, una de los hallazgos de la serie: cómo los extremos que cohabitan en el castillo (nobleza y plebe), comparten resistencias a los cambios y temores de perderlo todo.

II

El último cuarto del siglo XX trajo la trasnacionalización de todo aquello que gira alrededor de la industria del deseo. Por ejemplo, el fútbol.

Las transmisiones internacionales, y el marketing de clubes, generaron algo inédito: el fanatismo remoto. Ello, abrió las puertas a un mercado sin techo de merchandising globalizado. Sumemos sponsors, derechos televisivos, nuevos medios especializados y nuevas marcas. Jugadores y clubes, devenidos en mercancía megamillonaria. Salarios e ingresos tan altos, como irreales los privilegios y el fanatismo generados.

Messi, el mejor jugador del mundo. El mejor pago. 75 millones de € anuales. 4 millones de pesos argentinos por mes. Punta de una pirámide compuesta por un selecto grupo de jugadores. La nueva aristocracia. Entre otras tantas, generadas por la fiebre de consumos masivos. Sin linaje, ni “sangre azul”, ni refinadas tradiciones cultivadas. Pero vistos y tratados como reyes y nobles. Los territorios conquistados son ahora, los campeonatos, las copas. Muchos, mueren por una foto, una firma. Verlos, tocarlos. Un planeta rendido a sus pies. Por sus pies.  El círculo virtuoso del consumo de masas.

III

Del otro lado del mostrador, los dueños el negocio. Dirigentes de clubes y de asociaciones de clubes, que hasta hace pocas décadas se involucraban desde un lado afectivo con sus clubes, sucedidos por aquéllos que vieron a las mismas entidades como trampolín de aspiraciones políticas (Berlusconi, Piñera, Macri), económicas (Florentino Pérez), etc. Y un presente, que “blanquea” (verbo no azaroso, claro) la aparición de empresarios, empresas y fondos de inversión megamillonarios, como dueños de los grandes equipos.

Dos casos, para ilustrar: Stan Kroenke, uno de  los dueños del Arsenal (Inglaterra). Y uno de los hombre más ricos de U.S.A. Acaba de comprarse un “rancho” en Texas.  Lo pagó 725 millones de dólares. Su superficie es 10 veces la de la ciudad de Buenos Aires. El otro, Román Abramovich. Dueño del Chelsea (también inglés). Poseedor de un yate personal que le costó 2.000 millones de €. Compró jugadores para su equipo en los últimos 10 años, por 3.000 millones de €. Un verdadero caso de amor por la camiseta sin límites…

Poseedores de fortunas (des)medidas en decenas de miles de millones de dólares. Jeques árabes o multimillonarios rusos, sin pasado alguno relacionado con la pelota. Pero de larga experiencia en acumular y mover capitales por encima y por debajo de la mesa.

Durante la ceremonia del Balón de Oro 2015, no hubo dirigentes de UEFA de primer rango, para entregarle el premio a Messi. Lo mismo ocurrió con los de la CONMEBOL, durante el cierre de la última Copa Sudamericana. Entre presos, renunciantes, separados de sus cargos o prófugos por cargos de soborno, evasión y tráfico de influencias. El nuevo mandamás de la FIFA, también tiene trasnparencia off-shore . De prosperar el proceso judicial en España contra Messi y su padre por evasión fiscal (y se suma ahora su cuenta off shore), tal vez él tampoco estaría para recibir su próximo premio…

Las pruebas se caen de la mesa. Ya no se discute la relación directa que hay entre concentración de capitales sin límite; manifestaciones de ostentación y lujos desmedido; abusos de poder, influencias, impunidad legal; sobornos; evasión de impuestos, fuga de divisas, empresas truchas, cuentas off-shore, paraísos fiscales, etc.

Jugadores estrellas, ídolos masivos, dirigentes encumbrados, en el medio de ese barro.

IV

Sobran los ejemplos para plantear si no es el momento de un cambio de modelo.

¿Hay alternativas? Desde el mismísimo seno del capitalismo mundial, la liga de fútbol nortemaircana, la MLS, propone otro esquema, más equitativo. En su estructura organizativa propone repartir ingresos por sponsors, derechos televisivos, recaudaciones, ingresos por ventas de jugadores, etc.,  en partes exactamente iguales entre los 20 equipos que la conforman. Los jugadores tienen tope de sueldo anual. Nadie tiene privilegios ni influencias por encima de los otros.

Mientras tanto, enfrente, hay un esquema que demuestra evidencias de agotamiento. Como en la serie inglesa, los de arriba resisten y usan sus influencias (interesados en no perder sus privilegios); los de abajo, hinchas, fanas, televidentes, etc.; los temerosos de perder la única forma que conocen, para disfrutar a sus ídolos y sus equipos los domingos.