Ahora sí, la nueva conquista del desierto
(Por Marcelo Musante*) Los discursos racistas contra los pueblos originarios recrudecieron salvajemente hace unos años. La gente pide “mano dura” y los medios hablan de usurpación y ocupaciones. El gobierno, reprime. Y el que se mete, puede desaparecer.
Hace un año atrás el entonces ministro de Educación de la Nación, Esteban Bullrich, anunciaba en Choele Choele -sin sonrojarse- el inicio de una nueva campaña al desierto.
Ayer en horario central televisivo del domingo, dos programas periodísticos se hicieron eco de un tema que comenzó a circular a partir a de la desaparición de Santiago Maldonado y definieron la agenda de discusión de los próximos días en bares, oficinas y transportes públicos.
En Periodismo Para Todos, Jorge Lanata, dedica un programa entero al tema indígena y la propiedad de la tierra. La pregunta, ingenua, se cae sola: ¿Por qué le interesa ahora este tema siempre residual en la agenda de los grandes medios de comunicación?
Quienes trabajamos y acompañamos estos temas sabemos de la dificultad de plantear en pantallas, papeles prensa y radios los conflictos por la tierra. Generalmente son temas de las propias comunidades indígenas, que una y otra vez, lo sostienen con el apoyo de medios alternativos y voces cercanas al mundo indígena.
Sin embargo, de pronto, Lanata dedica una columna en Clarín del sábado y un programa entero el domingo en Canal 13.
“¿Quién carajo va a escuchar la radio de los wichis?”, se preguntaba el periodista en plena discusión por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, develando así su racismo, su creencia de superioridad y su sentido únicamente utilitario de los medios de comunicación. ¿Por qué ahora destinar un programa entero a los “inescuchables” indígenas?
Roca
En Debo Decir, programa de Luis Novaresio en América TV, están como invitados Rolando Hanglin y el historiador Felipe Pigna, entre otros. Tras preguntarle a Pignia por sus 5 “Padres de la patria” (porque sólo pueden ser varones parece), el conductor le pregunta a Hanglin por los suyos, y en segundo lugar menciona a Julio Argentino Roca. El director parte la pantalla en dos y lo toma a Pignia. El conductor se sonríe y dice “acá hay una grieta”.
Enseguida Hanglin comienza a hablar de que los Mapuche no aparecen en los libros de historia argentina, que son chilenos y que por lo tanto no tienen nada que reclamar.
La línea argumental es conocida. No están en los libros escritos justamente por quienes propagandizaron la campaña, como Estanislao Zeballos: Los mapuche eran araucanos que mataban a nuestros indios tehuelches. Entonces Roca avanzó sobre los usurpadores de la Patagonia.
Si el reclamo es ilegítimo, la violencia es legítima.
Cambio de canal. De nuevo El Trece.
Lanata asegura que hubo 77 atentados en 4 años. ¿Alguien con un poco de sentido común puede creer que esa cantidad de “actos terroristas” hayan ocurrido y que ese minúsculo grupo subversivo esté operando y entrenado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC)?
En el programa de al lado, según Telecentro, Novaresio le pregunta a Rolando Hanglin por Santiago Maldonado. El nudista responde pétreo: ¿Qué Santiago? Y agrega que no creía que estuviera haciendo tatuajes mientras acompañaba a sus amigos mapuche a cortar la Ruta Nacional 40. La ruta más larga del país. “Eso es un delito. Seguro que está vivo. En cualquier momento aparece por ahí sano y salvo. Estoy seguro”, dice Hanglin.
“Ojalá así sea”, dice Novaresio sin repreguntar. “Ojalá así sea”, dice Rolando.
Desalojos
La Ley 26160 promulgada en 2006 pone en cuestión el tema de los conflictos por la tierra que sufren los pueblos originarios en nuestro país. La legislación promueve la suspensión de los desalojos hasta tanto no realizar un relevamiento territorial con la participación estatal e indígenas.
La existencia de la ley que funcionaba como amparo legal al uso de la violencia “legítima” del Estado sobre las comunidades no logró evitar represiones y desalojos en Formosa, Neuquén, Santiago del Estero, Chaco. Chubut, Tucumán, Misiones, Salta, Jujuy, etc. El petróleo, el litio, campos universitarios, el turismo, la soja, son algunos de los culpables. Siempre sustantivos sin nombre propio. Y las comunidades al fondo de la grieta. El Senado debía tratar su prórroga para poder continuar con el relevamiento, pero ya pospuso su discusión dos veces.
Desde diciembre de 2015, las amenazas y represión recrudecieron salvaje y públicamente. El pedido y necesidad de disciplinamiento es un círculo vicioso que engorda desenfrenado.
“La gente pide mano dura”, los medios titulan inseguridad, usurpación, piquete y ocupaciones. El gobierno escucha y actúa. O actúa y genera condiciones de justificación represiva.
Los “dueños” de la tierra de vuelta financian una campaña sobre los pueblos originarios.
El territorio se configura violento. Lo configuran violento. Hay fuerzas policiales y mediáticas desenfrenadas.
Y el que se meta, como Santiago Maldonado, será porque “algo habrá hecho”.
— Aparición con vida de Santiago Maldonado —
(*) Sociólogo, integrante de la Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena en Argentina
Ilustración: Juan Paz, Facebook: Disculpen la molestia
(Esta nota de opinión puede ser reproducida libremente, en forma parcial o total).
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