Caso Manfredini: Algo huele mal en la Justicia
(Por Astor Vitali) Juan Cruz Manfredini perdió la vida. Marcelo Camín obtuvo ganancias por la desinversión que le costó la vida a Juan Cruz. La Justicia considera que esta acción no tiene implicancias penales severas. Algo huele mal en la Justicia.
Para el sistema represivo argentino, cualquier pibito que se roba un chupetín merece persecución policial, estigmatización y estadía en lugares de encierro inhumanos. Cuando un empresario toma acciones que se llevan la vida de un trabajador, para la perversa interpretación del sentido de justicia imperante en un estado de clase que intermedia en favor de los sectores propietarios, sólo se trata de un error.
El pueblo argentino es uno absolutamente pacífico. La familia de Juan Cruz no buscó venganza contra los responsables de la muerte su hijo. Se sabe que no cabe descripción alguna para señalar qué se rompe dentro de las personas cuando le arrancan la vida a un hijo. Sin embargo, con la memoria de Juan Cruz en la retina, se ocuparon no sólo de buscar justicia sino además de trabajar en la prevención, en la denuncia y en la concientización de que la precarización laboral mata. Toda la admiración para con Mónica y Federico y su familia en general.
Lo que no despierta ninguna admiración es un sistema de leyes que garantiza a los dueños de empresas que no pagarán más que con multas e inhabilitaciones cuando, en su afán de lucro, se llevan puesta la vida de seres humanos. Esta realidad da por tierra la ilusión de “igualdad ante la ley”. El estado argentino protege y da un mensaje de aval a que los costos por matar para lucrar son mínimos.
Juan Cruz trabajó en un lugar que no estaba para nada preparado para acopiar los materiales peligrosos. La documentación en manos de la Justicia demuestra que Camín alquiló un dúplex cualquiera para el que declaró que sería de uso doméstico y en cambio depositó materiales peligrosos. El empresario maximizó ganancias. El costo que él ahorró lo pagó Juan Cruz con su vida. Esta relación directa no alcanzó para que el responsable de esa muerte transite su condena tras las rejas.
Se sabe que Poder Judicial no es sinónimo de Justicia. Pero en cuestiones de clase la brecha se aleja.
Cabe hablar de una señal que lleva tranquilidad al empresariado porque este caso es uno en particular de un sistema de maximización de ganancias (el de la precarización), que es más común de lo que se reconoce. No se trata de “errores”: se trata de un sistema de maximización de ganancias, se trata de decisiones tomadas a conciencia por parte de gentes de mierda que buscan hacer guita a costa de lo que sea. De lo que sea.
Si el estado no da señales de que hay un límite para las políticas laborales en el respeto a la vida por los trabajadores y por las trabajadoras es claro que ningún empresario se va a “cuidar” de los posibles efectos judiciales adoptando políticas correctas. Por el contrario, ahora saben que no tienen que pagar mayores costos por dejar la vida de sus empleados librada a la suerte de que “no pase nada”.
La valía de este juicio está en haber probado todas las negligencias por la cual se condena al empresario y que la empresa siguió trabajando como si nada: se la siguió contratando. ¿Explicaciones?
Este caso es un caso testigo que expone a la mayor parte de la población, es decir, al pueblo trabajador a una sensación de inseguridad atroz. Se habla de la “inseguridad jurídica” en Argentina referida a las inversiones y otras chácharas que ya nos tienen aburridas. Por aquí nos resulta mucho más preocupante la inseguridad jurídica laboral que permite que cualquier afán de ganancia individual se vea habilitado a que cualquier trabajador pierda su vida.
Juan Cruz Manfredini podría ser cualquiera, tu pibe, tu tía. Incluso un trabajador judicial. La noticia de la condena a 3 años en suspenso para Marcelo Camín deja un olor nauseabundo en los pasillos judiciales. Y una sensación de mucha inseguridad.