Megacausa Zona 5: “Esta declaración me ha removido todo”

Griselda Menchi es oriunda de Huanguelén  y estuvo secuestrada durante la última dictadura cívico militar. Después de más de cuarenta años declaró por primera vez frente a un Tribunal  y contó cómo fue su detención y las consecuencias que persisten en su vida.

Una madrugada de noviembre, Menchi fue secuestrada en el domicilio de sus padres en la localidad cercana a Bahía Blanca. En aquel entonces tenía 20 años, era instrumentadora quirúrgica en La Plata y había llegado de visita a la casa de sus padres cuando encontró el pueblo tomado por militares de Bahía Blanca y Pigüé: “Podías entrar pero no podías salir”.

Fue trasladada en un auto, vendada, escoltada y custodiada por sujetos armados. La llevaron a un descampado y luego la ingresaron en una sala donde comenzaron los interrogatorios.

“Me preguntaban sobre personas que conocía, gente que ya estaba presa, compañeros míos de la secundaria. Siempre insistían con que dijera la verdad porque ahí había alguien que me conocía. Cuando empieza el interrogatorio me dicen que pertenecía al ERP, yo no sabía nada, pregunté qué era y me dijeron el Ejército Revolucionario del Pueblo. El interrogatorio seguía y no podía contestar nada porque no entendía nada”.

Recordó que “nunca me dieron agua, me decían que no había agua en ese hotel cinco estrellas donde estábamos parando”.

Una vez finalizado el interrogatorio “me bajé la venda y me dieron una buena paliza, patadas en la cabeza porque estaba en el suelo. Escuché que los autos se iban, quedé atada con la misma cadena, pero con los brazos hacia arriba, aparentemente estaba sentada en un cajón de fruta, sentía que me iba a desmayar”.

Después de un rato, Menchi percibió que traían a otro detenido a quien reconoció como Mario Corbellini. “Él no sabía de mi existencia ahí, los puteaba mucho. Escuchaba los gritos de él, supongo que habrá sido torturado.  Se lo llevaron, a mí me siguieron teniendo detenida y a él no lo escuché nunca más”.

Luego de varios días la trasladaron a la comisaría del pueblo. “Me hablaba un señor que me decía que me iba a cuidar, que iba a estar al mando de él. Me sacó la venda, era el comisario del pueblo Ulloa. Me dijo que iba a cuidar de mí y que me va a llevar a su despacho personal”.

“A cada rato entraba, me decía que si yo me dejaba él me conseguía la libertad”.

“Yo me lo sacaba de encima, trataba de esquivarlo, hasta que al cuarto día ingresa a la mañana muy temprano, me agarra media dormida… es lo que yo no puedo olvidarme es este señor de camisa roja de seda con un perfume espantosamente fuerte, pantalones negros. Le corto la cabeza, no puedo acordarme de su cara. Intenta violarme, me viola, me despierto cuando me estaba asistiendo el médico de la policía Frederic. Me estaba tomando la presión. (El comisario) Ulloa me estaba levantando las piernas. Frederic había sido profesor mío me dijo que tenía 4 presión, que tenía frío. Ulloa desapareció, se fue”, relató.

Menchi dijo: “Quedé ahí un rato largo con el médico. Después se fue y pasó mucho tiempo, muchas horas. A la tardecita nos largaron, Ulloa vuelve como si nada. Él siempre decía que luchaba a capa y espada por mi libertad, me dijo ‘lo conseguí’ y  sacó un papel donde según él estaba nuestra libertad”.

“Me hace firmar ese papel que dice que durante 7 días estábamos bajo el Poder Ejecutivo, que no podíamos salir de la casa sin dar cuenta a la policía. Nos soltaron, salimos corriendo por la calle. Paró un auto y nos llevó a nuestra casa”, relató.

Mencionó que al llegar a su casa había mucha gente. “Como que llegaba de la guerra porque me tocaban, me querían besar. Llegué a bañarme, estaba toda picada, era algún bicho que me había agarrado. No pude dormir esa noche, siempre me despertaba y veía a ese señor morocho en la ventana y gritaba. Mi padre era el que estaba siempre conmigo”.

La testigo destacó que revivió su historia luego de acercarse a la Fiscalía a declarar por primera vez ante Pablo Fermento. “Esa noche no podía dormir, me despertaba con ruidos y veía a esa persona. Me ha removido todo”.

“Me fui del pueblo y cerré. Volví y empecé una nueva vida acá, nadie que me rodeaba supo lo que a mí me había pasado, no sé si era vergüenza. No se hablaba, no se decía, tenía miedo, mucho miedo”, finalizó.

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