¿De defensor de genocida a delegado del intendente Gay?
Cada vez son más fuertes las versiones sobre la vuelta a la Delegación de Gral. Cerri de su ex titular Alberto Sangre. El dirigente no solo contaría con el aval del intendente electo por Cambiemos, Héctor Gay, sino con el “consenso” de la comunidad cerrense. El probable delegado fue además concejal y candidato a jefe comunal por el radicalismo linarista y más recientemente empleado en la planta permanente de la Cámara de Diputados bonaerense.
Sin embargo, su última aparición mediática no se debió a su actividad política sino a la declaración testimonial que en 2013 brindó en el segundo juicio por crímenes de lesa humanidad en defensa del coronel (R) Alejandro Osvaldo Marjanov, luego condenado a prisión perpetua por genocida.
“Creía que Marjanov no tenía todas las vocaciones de militar, era un excelente profesional ingeniero electrónico. Nunca lo vi salir vestido de verde a la calle. Terminaba las actividades, se vestía de civil y ni llevaba el arma personal de los oficiales. Yo terminaba acomodando su habitación. No usaba custodia. Su familia contaba con cuatro hijos y cuando me estaba por ir nació el quinto. Era una persona de familia, ¿no? Con muy, muy, muy, con mucha raíz familiar”, dijo entonces Sangre al tribunal, tras considerarse un “hijo de la democracia”.
Según la crónica de FM De la Calle en juiciobahiablanca.wordpress.com, con el grado de Mayor de Comunicaciones, el 9 de diciembre de 1976 Marjanov fue designado como Segundo Jefe del Batallón de Comunicaciones del Comando 181. Su puesto durante el terrorismo de Estado incluyó la subjefatura del Área de Defensa 511. El Batallón contaba en 1977 con tres secciones de contrasubversión y sus instalaciones eran un lugar de paso hacia el campo de torturas y exterminio La Escuelita, en uno u otro sentido. Durante su subjefatura pasó por allí, entre otras víctimas, un grupo de estudiantes de la ENET Nº1 que era ‘blanqueado’ tras haber sido torturado en aquel centro clandestino.
El probable delegado cerrense de Cambiemos había sido ofrecido como testigo de la defensa oficial por sus catorce meses como conscripto en el Batallón de Comunicaciones 181 desde marzo de 1977 y sus (des)conocimientos por ser uno de los tres soldados estafetas en la Mayoría -“donde estaba la plana mayor”- a órdenes directas del imputado. “Cuando llego al servicio militar venía de una situación muy crítica, de papás separados y encontré en él a una persona que me sirvió de mucho”, dijo.
Sangre declaró que por los estafetas pasaban comunicaciones a los mandos: “En forma esporádica el segundo jefe mandaba órdenes escritas y las transmitíamos, eran para reuniones internas del Batallón, la banda, el manejo interno de una guarnición con muchísima actividad porque había muchos soldados, muchos oficiales y distintas compañías”.
“Nunca transporté una orden fuera de lo normal que era una administración cotidiana, diaria y nada más que eso”, explicó el testigo y agregó que “esperábamos que llegara él que venía con su Fiat 1600 manejando personalmente de civil. Se vestía y concurríamos a las actividades y nosotros en un pasillo que estaba frente a su despacho aguardábamos las órdenes”.
Durante parte de la colimba salía a diario de la unidad militar a trabajar, sin embargo nunca vio las filas de familiares angustiados esperando alguna información sobre parientes detenidxs desaparecidxs. “Mire, seguramente había movimiento de civiles en la guardia, pero puntualmente no las vi. Nunca escuché ese tema puntual”.
Sobre las compañías del Batallón dijo que estaban la A, la B, Comando y Servicios que dependían directamente de la unidad y además Telecomunicaciones, Policía Militar “que no dependían del Batallón”. ¿No había una de Combate? “No la conocí nunca”, respondió. ¿Pudo haber existido? “Me considero un hijo de la democracia, los hechos aberrantres los repudio y si los hubiese conocido le diría que sí”, exageró.
Interrogado por el rol que desarrolló el Batallón de comunicaciones en la “lucha antisubversiva” contestó que “había dos unidades de retén compuestas por soldados -dos camiones- y un suboficial a cargo de eso que era convocado por el Comando cuando salían de patrulla. Generalmente participaba la Compañía A. Comando y Servicios éramos todos los soldados que cumplíamos funciones específicas de actividades diarias”.
“Se hablaba” de un centro clandestino de detención pero “estábamos totalmente aislados”, no conoció “ni dónde estaba la famosa Escuelita”. Nunca vio nada raro en el Batallón. No había detenidos salvo soldados, ni zonas restringidas. En el gimnasio funcionaba la banda. A Marjanov no lo vio salir a operativos. No pudo afirmarlo en el caso del teniente coronel Mansueto Swendsen porque “era una persona muy movediza”. Nunca le explicaron qué eran las comunicaciones paralelas. Marjanov “era el segundo jefe del batallón y nada más”. Y nada menos.
Tomó su primera comunión en el Batallón con el padre Aldo Vara. “Su lugar de trabajo siempre era junto a los soldados en la compañía, por ahí, tenía un despacho que permanecía prácticamente cerrado”. El capellán prefería llevarle golosinas y caramelos a los pibes de la ENET secuestrados en el Batallón a hacerse cargo de las denuncias que le hacían sobre las torturas padecidas en La Escuelita y por su participación murió tras ser detenido en Ciudad del Este donde lo cobijó la Iglesia Católica.
“¿Conoció al capitán Otero?”, preguntó el juez Jorge Ferro en referencia a otro de los responsables del Área de Defensa 511 imputado por secuestros y homicidios, quien seguramente será condenado el próximo miércoles 25 en la Causa Armada. “Era el jefe de Comando y Servicio”, replicó Sangre y confirmó que éste respondía directamente a su defendido. Por debajo de Marjanov, el capitán Otero, por encima, el coronel Mansueto Swendsen, condenado a cadena perpetua.
La Fiscalía sostuvo que desde su ubicación jerárquica y funcional Marjanov fue uno de los eslabones imprescindibles en la cadena de mando por medio de la cual emitía y transmitía órdenes cuyo cumplimiento ocasionó la consumación “exitosa” de cada uno de los hechos. Los jueces compartieron dicho análisis y resolvieron que termine sus días en prisión.
“Marjanov ya retirado me sorprendió porque una vez vino como coordinador general de Defensa Civil de Jujuy a Bahía Blanca, nos encontramos, charlamos, yo también cumplía función pública, fue un encuentro de un par de horas y no lo vi nunca más”, cerró aquella tarde Sangre.