Elecciones 2019: La cruzada fantástica por el país serio
(Por Astor Vitali) Por estos días los titulares de los diarios, las placas en la TV y los comentarios en las radios versan en torno de la idea de que oficialismo y oposiciones deben tener actitudes de colaboración. Se supone que, a unas semanas de las elecciones generales, las fórmulas que competirán por los órganos de gobierno deberían llegar a un punto de acuerdo por la salud del país. Esta postura es tan ficticia como mentirosa.
La naturaleza de la disputa electoral se da precisamente porque las alianzas participantes no coinciden en su proyecto económico, político, social y cultural. En el caso de las fórmulas sobre las que se polarizarían los resultados, si bien dentro de un esquema de continuidad capitalista, la razón de ser de su existencia es de naturaleza antagónica e irreconciliable. ¿Cómo podrían co-gobernar neoliberalismo y neokeynesianismo (pongamoslé)? No se puede. Es inaplicable.
El Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA), difundió en las últimas horas un comunicado en el que expresa que consideran “que, en esta particular y difícil situación que está atravesando el país, los líderes de la sociedad debemos actuar con patriotismo y generosidad. Apelamos al diálogo y la generación de acuerdos entre los dirigentes empresariales, sindicales, sociales y políticos”. Parece que ahora que el país está en quiebra (con ganadores en el sector financiero) la responsabilidad es de todos. De esta forma, “la falta de estos acuerdos nos ha llevado a crisis recurrentes que tienen un efecto cada vez más negativo sobre la sociedad en su conjunto”.
Sin embargo, a mí no me miren. La responsabilidad del actual estado de cosas es de los gobernantes que tomaron medidas económicas de corte fundamentalista neoliberal con sus consabidos resultados, y del empresariado que apuntaló el proyecto político Cambiemos. Ustedes festejaban que por fin la Argentina gozara de sus mentadas “libertades” económicas.
Durante estas semanas, cuando todo se desbarajusta y temen por la estabilidad de su tasa de ganancia, consideran “muy importante que los dos principales candidatos presidenciales, Mauricio Macri y Alberto Fernández, acompañados por la dirigencia política y social de todos los sectores, generen los espacios necesarios para acordar las principales acciones a llevar en conjunto en este momento, hasta las elecciones y la asunción de un nuevo período presidencial”.
Este miércoles, los empresarios que bancaron el modelo de Macri y que ahora se moderan frente al moderado Fernández -puesto que requerirán de sus servicios-, presentarán esta serie de planteos en el Hotel Sheraton. Se viene la cruzada por la responsabilidad, “patriotismo” y el país serio.
Mientras todo esto ocurre, los sectores asalariados vimos disminuida nuestra capacidad de compra de una manera virulenta. Llegar a fin de mes es, para una persona argentina asalariada, una idea utópica. La capacidad de ahorro es historia antigua o futurismo inverosímil.
En este momento concreto del proceso electoral, nadie dice lo que piensa. El juego del “país serio” y el patriotismo repentino que les viene de golpe a quienes jamás han apostado más que a su finalidad de lucro es una cháchara gastada e inútil. Buscan ganar tiempo y que no se les desordene del todo sus negocios con el objetivo de que, una vez asumido el nuevo gobierno, su proyecto de pocos vuelva a imponerse.
No es ilógico que, en este estado de cosas y con los números de las PASO en las manos, los sectores de poder empresarial le den la espalda a su mejor intento de gobierno propio conducido por Mauricio Macri y busquen tender lazos con “la amenaza populista”. En última instancia, como bien lo saben por experiencia de la historia reciente, cierto peronismo les garantiza una tasa de ganancia que consideran razonable (aunque siempre quieran más) y su vez gobernabilidad y contención de la protesta social. El macrismo gastado garantiza neoliberalismo desalmado pero no gobernabilidad. Las condiciones del momento actual no son iguales a las de 2001. Buscan un tránsito ordenado.
La política del “país serio” y toda su pantomima es indistinta para las mayorías que ya perdimos y a las que nadie nos dice con claridad cuándo las gotas invisibles de la “lluvia de inversiones” –la gran mofa macrista y de sus aliados- nos dejará de mojar la oreja.