Fernández Retamar: ¿Cómo agradecer a un intelectual no virtual?

(Por Astor Vitali) “Para mí occidente no es más que otro nombre del capitalismo. Nos ahorramos muchos malos entendidos si partimos de este hecho”. ¡Pa! Esto lo dijo el escritor Roberto Fernández Retamar entrevistado por Atilio Borón para un ciclo televisivo. ¿Claro, no? “Occidente no es más que otro nombre del capitalismo”. Sí, claro.

¿Qué hace este tipo introduciendo la muerte de un poeta y escritor cubano en el contexto de un editorial diario? Es posible que te hayas hecho esa pregunta.

Si mirás la cobertura de los medios en torno de esta noticia –la muerte de una gran personalidad de la cultura latinoamericana- observarás que suele reducirse a la simple evocación de su tarea intelectual y política o el recuerdo afectivo de quienes lo quisieron. O sea, se habla del pasado.

Yo miro esta muerte de una manera azorada: ha muerto un intelectual claro, militante, revolucionario, poeta. Una persona posicionada en el arco ideológico en la izquierda revolucionaria de Latinoamérica. Y lo que expresaba está, en apariencia, muriendo también.

Claro que Fernández Retamar tiene derecho a morir. Es que, precisamente, no estoy hablando de él cuando a él me refiero. No me hace ruido su silencio sino el silencio de los vivos. Digamos así, más que el silencio, la utilización banal de la palabra en un periodismo y una intelectualidad pacata que no hace honor a la obra, vida y militancia de los Fernández Retamar –por más que lo reivindiquen en sus contratapas-.

Sé que todo esto es un poco antipático. Lo sé bien. ¿Y qué? Ahí tenés: como parte de esta generación de bajas calorías (graciosa paradoja la composición grasosa del cerebro humano) uno ya se puso a pensar en que tal vez la forma de comunicar va a “sonar un poco chocante” y entonces hay que “bajar de tono” y tratar de decir lo que uno cree que hay que decir desde una perspectiva crítica pero “sin decir” lo que hay que decir ni herir susceptibilidades.

¡Pero qué actividad del pensamiento es esta! ¡Pero desde cuándo el marketing opera como categoría de análisis del pensamiento crítico!

¡Claro que va a caer mal! Y es razonable que así ocurra: el papel de la intelectualidad y el periodismo crítico en la actualidad es penoso. Una parte encerrada en universidades sin contacto con ningún barro, es decir sin ninguna organicidad (todo el mundo habla de Gramsci y el “intelectual orgánico de la clase”), y otra parte jugando a la industria del entretenimiento con videítos pelotudos que sólo generan contenidos para las empresas más concentradas del planeta (ahí estás filósofos, historiadores, etc.).

Por supuesto que ni quien suscribe ni nadie seriamente va a negar el rol importante que pueden tener los medios de comunicación y las nuevas tecnologías a la hora de desenvolver nuestro proyecto contra hegemónico. Pero: ¿dónde está ese proyecto y quién está trabajando con las organizaciones populares más allá de las tareas de difusión y la maquinaria pasatista de la imagen? O sea, más allá de hacer un comunicado o publicar en IG.

La verdad es que la muerte de estos tipos de vida tan inspiradora hace ver lo que estamos viviendo como una etapa de baja estofa, bastante miserable pero colorida y sazonada con distracciones de todo tipo. Se agradece Maestro Fernández Retamar todo su trabajo, enormemente.

Pero más agradecida sería una actitud que recogiera su labor para algo práctico, más allá del “like” a la publicación y el emoticón triste con su lágrima virtual. ¡Si nos da tristeza pues hagamos algo! ¿Qué es esta virtualidad horrenda en la que mueren grandes hombres y mujeres reales y los vivos respondemos con frases e inacciones virtuales?

Eso no va para ningún lado. Para constituir el pensamiento crítico hacen falta personas pensando críticamente en función de las luchas populares y de sus prácticas. En esencia, la tarea de pensar es más o menos la misma siempre. Pasa que para que eso ocurra es posible que debas apagar el celular al menos un rato.