Los doblados: el amenazante jadeo del exterminio

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(Por Mauro Llaneza) ¿Cuántas de las personas que te cruzás en la calle, en un bar o en el colectivo estarían dispuestas a entregar a otras a un aparato genocida? Es una pregunta que suele hacerse el destacado periodista y cronista de hechos delincuenciales Ricardo Ragendorfer.

El autor de La Bonaerense y La secta del gatillo, entre otros libros, presentó en diálogo con el programa En eso Estamos de FM De la Calle su trabajo más reciente: Los doblados.

Se trata de una investigación sobre las infiltraciones del Batallón 601 en la guerrilla argentina, sobre el origen de la Operación Cóndor y su primer acto en el país, pero sobre todo, como dice Ragendorfer, de un libro que “capta el amenazante jadeo de una época en la cual se puso a punto un sistema político basado en el exterminio”.

Los doblados aborda la figura de la traición durante la década del setenta, más allá de la originalidad del tema, ¿qué te atrajo para volcarte a la investigación con esa idea como disparador?

Por empezar me interesaba mucho explorar la estructura del Batallón 601 que también, al igual que la traición, fue uno de los organismos de inteligencia menos explorado por la profusa bibliografía sobre la última dictadura. En ese sentido diría que el puntapié inicial de este laburo y lo que además me atrajo de la figura de la traición, de la figura de la infiltración y de las operaciones de inteligencia sobre las organizaciones guerrilleras de aquella época fue una serie de entrevistas que mantuve con el mayor Carlos Antonio Españadero hace más o menos una década, que tenían por objeto en ese momento una nota que estaba haciendo para la revista Caras y Caretas.

Este tipo era un sujeto bastante singular, ahora está bajo arresto y condenado a perpetua por delitos de lesa humanidad. Este hombre, repito, era muy interesante a los efectos de investigar el Batallón 601 ya que pese a su módica jerarquía, tenía grado de mayor, era una especie de cerebro gris de ese organismo, una especie de estratega y el analista que evaluaba los informes que llegaban a su mesa de trabajo y de algún modo recomendaba o incidía en los próximos pasos represivos de ese organismo. Además, el tipo tenía a su cargo una red de infiltrados que él mismo había reclutado y entrenado para filtrar las organizaciones armadas.

Luciana Granovsky / Télam

-Españadero no es el único represor que aparece como fuente de la investigación, está Dalla Tea, está Harguindeguy, entre otros. ¿Cómo se entrevista a un represor?

Por empezar no era la primera vez, desde luego, que entrevistaba a este tipo de personajes. Es realmente difícil y yo medio que lo escribo en la introducción. Cuando encuentro a Españadero digo: era extraño estar con él, era como la frase de Walsh al revés, hay un fusilador que vive.

Efectivamente, este también es uno de los pocos libros que ha entrevistado a tantos represores. A mí me interesa el siguiente aspecto de estos individuos, cada uno de ellos es una muestra cabal de lo que Hannah Arendt llamaba la banalidad del mal. O sea, no son en el estricto sentido de la palabra bestias con garras sino lo terrible, lo aterrador, es que son personas normales que después de torturar vuelven a su casa como de cualquier trabajo y acarician la cabeza de sus hijos, son personas que de algún modo tienen puestos gerenciales en sistemas políticos basados en el exterminio. Suena terrible pero es así.

Y siendo así, a veces pienso, imagino cuando camino por la calle o estoy en un bar y miro a la gente, ¿cuánta gente que en este momento comparte conmigo un espacio físico en la calle, en el bar o en un colectivo estaría dispuesta a hacer cosas semejantes?

Desde luego, en el aspecto técnico, el método al menos que yo utilizo para llevar adelante una entrevista con estos sujetos no es hacer precisamente preguntas incisivas ni discutir con ellos, pienso que ese es una craso error, hay que dejarlos hablar para que se muestren como son, fundamentalmente por lo que dicen se nota lo que son y no hay que discutir porque es como discutir de astronomía con alguien que cree que la luna es un pedazo de queso gruyere.

-Arrancás el libro con el relato y la reconstrucción de lo que fue el ataque de Montoneros al Regimiento 29 de Infantería de Formosa y concluís que el Ejército estaba al tanto y sin embargo lo dejó suceder y terminás planteando que el 24 de marzo del 76 fue solo una mudanza, que el poder ya no estaba entonces en la Casa Rosada, ¿por qué?

Sí, es una de las hipótesis del libro. Hay algunos autores que a mi parecer con demasiada liviandad sostienen que el ataque al cuartel, al Regimiento 29 de Formosa, fue lo que decidió a los militares a dar el golpe de Estado. A mí me parece una visión tipo Billiken esa. En realidad, pude constatar a lo largo de esta investigación, los famosos decretos de aniquilamiento que lanzan lo que  los militares llamaron “la lucha antisubversiva”, que se firman dos días después de lo de Formosa, ya estaban preparados desde antes y tenían definido firmarlos y ponerlos en práctica una vez que la guerrilla cometa un hecho de envergadura. Ese hecho de envergadura fue el asalto al Regimiento de Formosa.

A partir de ese momento y de la firma de los decretos de aniquilamiento -que establecían que se extendía a todo el territorio nacional las atribuciones represivas que los militares ya tenían en Tucumán durante el Operativo Independencia-, yo pienso que en ese momento comenzó la dictadura, puesto que en ese momento el control operacional del país pasó a manos de los militares y eso significaba nada más ni nada menos que el poder había pasado de la Casa Rosada al Edificio Libertador. Por eso digo que, en resumidas cuentas, lo del 24 de marzo fue apenas una mudanza.

buscado_riveiro-En cuanto a la reconstrucción del funcionamiento del Batallón 601 aparece la conformación del Plan Cóndor y hay dos nombres centrales de la primera acción que relatás que nos suenan muy familiares porque aparecieron vinculados a dos pesos pesados de la participación o colaboración civil con el terrorismo de estado en nuestra región. Me refiero a Balita Riveiro, que fue jefe del Destacamento de Inteligencia 181 y el “aval moral” del ex juez Néstor Montezanti al ingresar como personal civil de ese organismo, y por otro lado, Arancibia Clavel, “amigo” -según sus propias palabras- del director del diario La Nueva Provincia, Vicente Massot, con quien se juntaba regularmente para intercambiar información. ¿Cuáles fueron los roles de Riveiro y Arancibia en la historia que abordás?

El coronel Riveiro, alias Balita, era en la época de los hechos el subjefe del Batallón 601 y, además, fue una pieza clave de la conformación del Plan Cóndor puesto que él ya había participado en algunas operaciones del exterior en alianza con los servicios de inteligencia de Paraguay y de Chile. Fundamentalmente me estoy refiriendo al secuestro y desaparición de un hermano de Santucho y de Fuentes Alarcón que era un militante del Movimiento Izquierdista Revolucionario de Chile en Paraguay que después fueron trasladados a Chile. Por otra parte fue, como lo relato en el libro a lo largo de un capítulo, el factótum de la primera acción del Plan Cóndor en Argentina que fue el secuestro del militante del MIR chileno Jean Claudet Fernández.

Lo que pasa es que después hubo un cortocircuito entre el Batallón y el gobierno chileno -que de algún modo capitaneaba el Plan Cóndor, lo gerenciaba-, al ser elegido como organismo representante de esa alianza de las dictaduras latinoamericanas la SIDE en la persona del general Otto Paladino, siendo desplazado o apartado o dejado de lado Riveiro.

Argentina-jumboPor otro lado, Arancibia Clavel, el agente chileno era el enlace entre el Batallón 601 y la Dirección Nacional de Inteligencia de Chile, la famosa DINA. Era el espía oficial de chile en Argentina y eso por cierto lo llevó a la desgracia puesto que en 1978 cuando surge el Canal de Beagle, el conflicto territorial con Chile, se lo llevan puesto por una obviedad, ser el espía oficial de Chile en Argentina. Estuvo preso algunos años hasta que, en 1980 creo, fue excarcelado pero años después sería encarcelado nuevamente y condenado por el asesinato del general chileno Prats y su esposa en Buenos Aires, estaban exilados puesto que él había sido funcionario del gobierno de Salvador Allende y Arancibia Clavel fue sindicado como uno de los autores de ese atentado. Arancibia Clavel por un caprichoso cómputo del dos por uno fue liberado en 2007, 2008, y unos años después fue asesinado en su domicilio por un taxi boy.

-Hay una pregunta que tengo autocensurada para no hacer spoiler. Realmente sorprende en el libro y me gustaría que quien lo lea tenga esa misma oportunidad, que es el cierre de la historia de Claudet Fernández que tiene que ver con Riveiro y deja muchas preguntas sobre el funcionamiento de los filtros. Comentá lo que quieras y te agrego la pregunta sobre qué pasa con Riveiro después de esa escena.

Bueno, acá vamos a usar los fueros de una novela policial y no vamos a contar el final de esta historia, pero podemos adelantar que se trata de “una historia de amor” y dada la calaña de sus protagonistas una espantosa y horrorosa historia de amor. Una historia de amor que demuestra que a veces el amor puede poner a los lectores la piel de gallina.

Al ser localizado por una periodista francesa como por un abogado que investigaba después de mucho tiempo la desaparición de Claudet Fernández, el tipo desapareció con su mujer, la protagonista de esta historia. Desaparecieron de la casa que ocupaban en Acassuso y no se volvió a saber nunca más de él. En Francia, en tanto, había sido condenado en ausencia justamente por el asesinato de Claudet Fernández y otros, cometidos en el marco del Plan Cóndor y hay versiones de que se encuentra refugiado en algún lugar de Chile donde tendría ciertas amistades.

-La segunda parte del libro entra en detalles de la previa y el desarrollo del ataque a Monte Chingolo por parte del ERP y aparece la figura de otro de los protagonistas de la historia como es el Oso Ranier. ¿Cómo era la selección de doblados por parte del Batallón 601? ¿Cómo construían filtros como el Oso por ejemplo?

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Vamos a explicarle al público que el Oso era un soplón del Batallón 601 infiltrado en el ERP y fue tal vez el filtro cuya labor fue la más letal en su rubro de trabajo si así se le puede decir. Lo que llama la atención cuando es desenmascarado es que el Oso no era un avezado agente de inteligencia, tampoco era un cuadro militar, tampoco un cuadro político. O sea, era un lumpen, un tipo absolutamente lumpen, de una capacidad absolutamente limitada y de un intelecto dotado de un retraso madurativo. No obstante, el tipo había sido, no entrenado, sino amaestrado para ver y oír, para ver y oír sin que interpretara demasiado las cosas que veía y oía, él solo las tenía que contar para que quienes recibieran esas descripciones pudiesen armar una construcción de inteligencia, un análisis al respecto.

Pasa que el Oso tampoco tenía dentro del ERP una posición relevante. Ni siquiera formaba parte del Partido Revolucionario de los Trabajadores que era el brazo político del Ejército Revolucionario del Pueblo, al cual ingresaban los militantes más calificados. No era el caso del Oso. El Oso era chofer de logística, iba de un lado para el otro, conocía gente, conocía domicilios, ese aspecto favoreció desde luego su laburo.

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En la selección del Personal Civil de Inteligencia del Batallón 601 había de todo como bien lo demuestra el caso de Gerardo Martínez (NdR: actual secretario general de la UOCRA). Hace algunos años encontré un par de fiscales -que ejercen su trabajo de fiscal en la actualidad- que figuraban.

Te voy a contar una anécdota. Había un tal Rebollo que, vos sabes que cuando entrabas al Batallón 601 tenías que llenar un formulario, te hacían diversas preguntas, una de ellas era qué idiomas maneja, qué idiomas habla. Entonces, contesta: inglés, con diccionario.

Para que veas que el reclutamiento no era muy riguroso.

-Sin duda. Pero han causado un daño tremendo como lo muestra el caso del Oso con el desastre de Monte Chingolo.

Exactamente. Hay que decir al respecto que si bien el Oso con lo de Monte Chingolo fue un factor determinante en el ocaso del ERP, ese ocaso, el de las organizaciones armadas en Argentina, tuvo que ver en rigor con circunstancias mucho más complejas que la existencia del Oso o de tipos como el Oso, aunque fueron importantes.

En un aspecto global de lo que hace al libro, el nudo de los filtros, el nudo de los doblados, como se les llamaba a los infiltrados, me permitió captar otra cosa más global, además de la estructura del Batallón 601, además de la profundización del tema del Plan Cóndor, que es captar el amenazante jadeo de una época en la cual se puso a punto un sistema político basado en el exterminio.

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