Material particulado y salud: de la quema del Delta del Paraná al polo bahiense
El daño ambiental provocado por la quema de humedales y ecosistemas naturales no sólo impacta en el territorio, la flora y la fauna arrasadas. El material particulado generado por la combustión viaja por el aire y produce consecuencias en la salud de las personas. ¿Qué ocurre con la polución en nuestra ciudad?
El dr. Horacio Romano analizó la problemática en su última columna de salud en el programa En Eso Estamos de FM De la Calle y puso el foco en los controles y la laxitud de los parámetros vigentes para su medición y cuantificación.
“Los efectos de la quema de pastizales y lo que está pasando en el delta del Paraná, frente a Rosario llegó al sur de la provincia de Buenos Aires, esto nos indica que vivimos en un solo mundo, que no hay barreras y que el viento puede llevar eso o lo que sea a través de cientos o miles de kilómetros. Necesitamos una mayor cantidad de controles de calidad del aire”.
Sería bueno que se concrete esto que desde el CTE se viene amagando desde hace tiempo, es decir, tener estaciones de monitoreo en otros lugares por fuera del polo industrial petroquímico. Hay algunos centros meteorológicos que los tienen, como el de Carlos Zotelo.
El material particulado, que es tan pequeño como un tercio del tamaño de un glóbulo rojo, generalmente está conformado con material orgánico en combustión y por la quema de combustible fósil. Eso es lo que está en el aire. Es nocivo, penetra vía respiratoria y va al torrente sanguíneo, produciendo un sin número de enfermedades.
Para que sea perjudicial para la salud no es necesario que sean respiradas por períodos largos de tiempo. A menor cantidad de concentración de material particulado hay un menor registro de enfermedades.
En todo el mundo ya hay una luz de alerta con respecto a esta cuestión. Se asocia la acción humana, como puede ser el caso de las quemas que se están dando ahora en el Paraná, o la actividad industrial, pero a su vez está relacionado con el cambio climático y las olas de calor. Hay un marcado aumento en la mortalidad y las enfermedades cardiovasculares.
La medición de la Materia Particulada
El PM 10 es un tamaño grande que hasta 2015 es lo único que se medía en Bahía, que con la cantidad de viento que hay en nuestra zona y la tierra que vuela hay épocas donde hay más de 150 o 180 micro gramos por metro, eso es una exorbitancia.
“El PM 2.5 para la OMS tiene un parámetro permitido que no debe superar los 24, en algunos países se tolera hasta 30. Pero en nuestros países o los asiáticos la media permitida es extremadamente alta, de 100 o más. Acá en Bahía tenemos días de 70 u 80. Sabemos que después de un pico de más de 24 las consultas respiratorias de niños y niñas aumentan progresivamente. Muchos infartos de dan 4 o 5 días posteriores a los picos”.
Lo que pasa es que no sólo el gobierno local mira hacia otro lado, en distintos estamentos nacionales e incluso internacionales tampoco se le da la debida importancia y estamos hablando de causal de enfermedades evitables.
La industria automotriz sabía que las emisiones de los vehículos eran contaminantes y provocaban enfermedades. Tardaron décadas en admitirlo e implementar modificaciones. Pasó lo mismo hasta con el uso del cinturón de seguridad.
La Secretaría de Salud este asunto lo ve pasar. Lo hemos planteado hace rato, hace 5 o 6 años. Nunca tomaron conciencia de que esto es un problema de enfermedades prevenibles.
Hay un concepto que es el de pobreza energética y afecta mucho a los hogares más precarios de la zona sur. Cuando hace frío la gente tiene que calefaccionarse y ante la carencia de medios útiles y seguros, se calefacciona con lo que puede. Generalmente queman cosas dentro de la casa y sin buena ventilación. Así se sale de la situación de frío apremiante pero uno se está enfermando.
El derecho a la energía debe ser un derecho humano, y una de las cosas básicas que el estado debería garantizar. Estas consecuencias no los mide ni el CTE ni nadie, pero la gente se enferma.