Mensajes claros

(Por Astor Vitali) Por estos días pudo escucharse la sorpresa de comunicadores en medios locales frente a un cambio de actitud por parte de la población. Se esperaba que para el día de la primavera, y los siguientes, las calles bahienses estuvieran detonadas de circulación. ¿Qué ocurrió? Se preguntan. Si bien toda explicación sociológica es compleja y multicausal, hay un elemento clave que devela la responsabilidad política del gobierno municipal en los desajustes anteriores: hubo un mansaje claro del estado, a pesar de quienes gobiernan en la ciudad.

Las semanas anteriores, el gobierno salía a debilitar públicamente los desesperados mensajes de los y las profesionales de la salud. La principal tarea de comunicación de Juntos por el Cambio fue la de relativizar cada uno de los comunicados de todas las asociaciones gremiales y científicas que decían con claridad: el sistema colapsa si no paramos la circulación. En cambio, los funcionarios oficialistas insistían en la apertura de actividades y en decir que todo estaba controlado.

Algunas de esas actividades, por su parte, estaban previstas para para fase 5 y Bahía Blanca nunca salió de fase 4. Lo cual denota en sí mismo el grado de irresponsabilidad que se observa en el otorgamiento de “permisos precarios” a troche y moche.

Debido a la presión de los directores de los hospitales públicos y privados, recién el día viernes 18 Héctor Gay se sienta a leer un comunicado que le escribieron para cortar con el mensaje relativizante. Literalmente rodeado por profesionales de la salud, el jefe comunal debió reconocer que se estaba al límite.

Esto ocurrió en las vísperas de que se decretara el retroceso a fase 3. Es decir, se llegó al extremo de apertura y fueron las instancias nacionales y provinciales las que debieron decretar el paso atrás en la fase para evitar que la situación desborde.

El domingo 20, sobre la tarde noche, comenzó a circular la versión de que se tomaría la decisión de decretar el retorno a fase 3 por los riesgos concretamente existentes -antes relativizados- y finalmente el lunes a la mañana el equipo local de gobierno anunció el retroceso de fase.

Ese día, el 21, el día de la primavera, la circulación fue mucho menor a la esperada y los días siguientes también. ¿Qué cambió? A todas luces lo que cambió fue que la población recibió un mensaje concreto de sus autoridades reconociendo que la situación es grave y a partir de allí actúo de manera más responsable. Las semanas anteriores había recibido el mensaje laxo de que todo estaba controlado y hasta la relativización de lo que las organizaciones de profesionales de la salud sostenían.

Es decir, es claro que hay un segmento de la sociedad que se considera afectada en sus libertades individuales, que no respeta el derecho a la salud de otros y que insistirá en comportarse de menara maniática. También es cierto que hay otra parte de la sociedad que actúa siempre o casi siempre de manera responsable. Ahora, hay un enorme segmento que se me mueve influido según el mensaje oficial y este mensaje oficial es pura y llana responsabilidad de las autoridades locales. Cuando se dijo claramente: “miren, hay peligro” la población respondió con los cuidados pertinentes. Cuando se dijo hay virus pero está controlado, la población salió como si nada, abonando a los mecanismos de “a mí no me va a pasar”.

En otras palabras, se encuentra en el cambio de actitud social un fuerte elemento modificatorio de las conductas en cuál es el mensaje oficial que se transmite. En las semanas previas al 18, en que el intendente debió reconocer la situación debido a la presión de las autoridades sanitarias, el mensaje del gobierno fue irresponsable y abonó a los altísimos índices de movilidad.

Haber apuntado a la responsabilidad individual y marcar la responsabilidad en cada habitante es no hacerse cargo de una agenda de gobierno municipal que no tiene entre sus prioridades los cuidados sanitarios sino la recepción de los lobbys empresarios.

La responsabilidad central de los mensajes de cuidados no está en cada individuo: está en el mensaje oficial, en la expresión de lo público.

A los pocos días del paso atrás en la fase, el bloque de concejales oficialistas salió a cuestionar el regreso a fase 3 y su mensaje tiende a dar rienda suelta a la interpretación y a que cada quién haga lo que quiera, como si la fase 3 no tuviera claras demarcaciones de lo que está permitido y de lo que no. Nuevamente, el mensaje oficialista tiende a abrir y favorecer los índices de movilidad. Como se sabe: mayor movilidad, mayor contagio. Y ya se sabe que un porcentaje de contagiados, muere.

La responsabilidad de que haya personas que se sientan libres de realizar actividades no permitidas está en que hay un sector político que representa esas aspiraciones y que en lugar de llamar al cumplimiento de las medidas sanitarias encarna la representación de un discurso que no está dispuesto a ver de qué maneras su actividad no decaiga por impacto pandémico sino que busca apertura a como dé lugar.

A mensajes claros, la sociedad responde con claridad. El gobierno municipal volvió a partir de ese comunicado a enrarecer el mensaje, a partir del comunicado en voz del boque de Juntos por el Cambio. La responsabilidad política del aumento de circulación y de contagios es del oficialismo, que impulsa a los cruzados del “a mí nada me toca”.

Mensajes claros: la responsabilidad individual se manifiesta de manera más solidaria si las autoridades que encabezan la sociedad comunican que debe actuarse de esa forma. Si el mensaje es “hagan lo que quieran” se fomenta esa respuesta individualista. Se paga con vidas y con el desgaste del trabajo de los equipos sanitarios.