“Mi vida hubiera sido otra sin todas esas noches esperando a mi viejo”
Patricia y Sergio son hija e hijo de Miguel Santiago Bacasun, a quien vieron por última vez en junio de 1976. “No tuve hijos por el miedo a hacerles sufrir la pérdida de un padre como yo lo sufrí”, dijo Sergio, quien tenía 7 años al momento del secuestro. Declararon en la Megacausa Zona 5.
Alrededor del 27 de junio de 1976 Bacasun fue secuestrado de su domicilio de España 88 en el marco de un operativo realizado por personal del Ejército. Al día siguiente, los militares allanaron su imprenta, robaron y destruyeron el lugar.
Patricia, de 14 años, iba a encontrarse con su papá para almorzar en la casa de sus abuelos. Al acercarse al lugar vio a los integrantes del Ejército y un gran operativo con corte de tránsito en toda la cuadra. Frente a la casa de sus abuelos, estaba la imprenta de su papá.
“Vino a tocar el timbre un vecino para avisar que estaba el camión del Ejército llevándose las cosas, mi abuela fue, la empujaron y nos quedamos todos estupefactos, con mucho miedo. Después fueron al departamento donde vivía mi padre y no estaba, se lo habían llevado el día anterior”, declaró Sergio, quien en aquel entonces tenía tan solo 7 años.
Desde entonces la familia Bacasun intenta obtener información sobre el cautiverio y la desaparición de Miguel.
El testimonio de Roberto Staheli acreditó su paso por el centro clandestino de detención, torturas y exterminio La Escuelita. Según el testigo, en aquel sitio Bacasun le prestó una campera.
“Le dijo ‘tomá, usala vos que yo soy viejo’, mi papá tenía 41 años. Se supo que lo llevaron a la base para un careo. La información que tuve es que de la base nadie salió, o los tiraban al mar o los tiraban de un avión”, afirmó Sergio.
Bacasun había sido adoptado y, como estaba separado legalmente, los únicos con quien compartía apellido eran sus hijos. Sergio y Patricia tuvieron que encargarse de todos los trámites de la búsqueda de su padre.
Esto incluyó visitas de la adolescente a oficinas del Ejército donde debía ingresar sola y varias consultas a un abogado para interponer un habeas corpus. Años más tarde recordó que ese abogado era Néstor Luis Montezanti.
“La primera vez nos dijo que no se podía hacer nada porque era muy pronto, que había que esperar 24 u 48 horas. Y seguíamos esperando, al mes mi abuelo vuelve. En ese momento, este hombre era el que decía que se ocupaba de hacer estos habeas corpus, volvemos allí y nos dice que no. A los meses nuevamente vuelve mi abuelo. El cuello del embudo era él, no había otro profesional que pudiera hacerlo, ahí nos da una copia y nos dice ‘cuando vayan al Ejército preséntelo’”, declaró Patricia.
Montezanti fue Personal Civil de Ineligencia del Ejército a fines de la dictadura y está procesado por crímenes de lesa humanidad cometidos por la Triple A. Años atrás se jubiló como camarista federal de Bahía Blanca y docente de la UNS.
Patricia Bacasun, vio a su padre horas antes de la desaparición: “Lo saludé y le dije ‘pá, ¿vamos a comprar?’. ‘Sí vení a las 10’, me dijo. Nunca fui muy puntual y llegué más tarde. Primero me culpé porque si hubiera estado antes, si me hubiera quedado con él a la noche, tal vez hubiese sido otra cosa. Hasta que lo pude procesar”.
“Hoy el relato me emociona porque parece simple pero es muy fuerte, mis abuelos no pudieron estar presentes y se murieron sin saber nada de Miguelito. Esto es muy importante no solo por el Nunca Más, esto tiene que servirnos para crecer como seres humanos, como individuos, que nos permia construir, que no genere más enojo y venganza”, dijo.
Por su parte, Sergio declaró que en lo personal lo afectó mucho: “No tuve hijos por el miedo a alguien hacerle sufrir la pérdida de un padre como yo lo sufrí. Fue muy feo tener que vivir sin un padre, sin un apoyo, un consejo. La referencia que tengo de mi padre son muy buenas y me hubiera gustado tenerlo pero no, tenía que andar perdido. En esta sociedad horrible, hasta en un momento me hicieron dudar si mi padre había hecho algo malo. Y no, a mí me lo quitaron, me destruyeron, yo con 7 años porqué tenía que perder a mi papá, qué hice yo para perder a mi papá, para que me condenen viviendo eso”.
“Mi padre siempre tuvo una vocación de docencia tremenda, a mí me costó mucho aprender a leer, me daban una lectura en el colegio, la única materia que hice bien fue la que estudié con mi papá, la de primer grado. A mí me arruinaron la vida. Mi vida hubiera sido otra sin todas esas noches de llanto esperando a mi viejo. Papá, ¿dónde estás? Decime para dónde voy”, concluyó.