“No hay un tratamiento comprensivo, de empatía hacia las juventudes”

“Hay toda una preocupación por el voto joven, que replica una mirada hacia las juventudes que las habla mucho pero las escucha poco”, dijo a FM De la Calle Pablo Vommaro, historiador y co-coordinador del Grupo de Estudios de Políticas y Juventudes de la UBA, al analizar la campaña electoral.

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¿Cómo llegan la juventudes a esta elección tan particular donde sobre ellas hay puestas expectativas que no necesariamente se condicen con la escucha a las demandas que tienen?

Hay toda una preocupación por el voto joven, que replica esta mirada hacia las juventudes, una mirada que las habla pero las escucha poco, que las sobre interpreta pero que las considera poco. No hay miradas diciendo vamos a escucharlas, reconocerlas y generar empatía sino que es más escrutadora, más adultocéntrica. En un sistema político dominado por los adultos esta preocupación por el voto de las juventudes reproduce esa mirada poco reconocedora de las miradas juveniles.

La previa a la elección se da en un contexto socioeconómico complicado y atravesada por la pandemia que tiene un impacto particular sobre juventudes. ¿Cómo describirías esa realidad?

Hay como mínimo dos realidades que la pandemia impuso sobre las juventudes. En primer lugar, cierta precarización y deterioro de las condiciones de vida, tanto sea a nivel laboral, generando mayor desempleo, disminución de la cantidad de horas, baja de salarios o precarización de las condiciones laborales. También deterioró las condiciones de vida en los barrios populares, se redujo el empleo informal, las changas o directamente porque los confinamientos fueron más estrictos. Hay un deterioro material que no se revierte todavía, si bien hay otra realidad de los últimos meses eso continúa, tiene efecto duraderos que va a llevar varios meses revertir.

En segundo lugar, el aspecto vincular, afectivo, emocional, tiene varias aristas. La retracción de la presencialidad, la juventud es un momento donde el encuentro con pares es fundamental, busca formas de asociatividad. La pandemia mostró la importancia de lo digital pero también que las juventudes no están solo en redes sociales. A la vez que intensificó la vida digital nos mostró que sigue siendo muy potente y necesario el encuentro presencial, el cara a cara, mirarse a los ojos, tocarse.

Eso vinculado con alguna dificultad para el tratamiento de la educación virtual, con la responsabilización de las juventudes a la hora del contagio, un discurso culpabilizador. Sumado a las dificultades para encontrar momentos de ocio y tiempo libre que no tuvieran que ver con la violación de alguna norma o con la mercantilización y exclusión de juventudes que o no pueden acceder a una entrada carísima para una fiesta que es ilegal o cuando es legal por la poca capacidad de aforo hay una inflación de precios.

El aspecto vincular, emocional, afectivo, se vio resentido en la pandemia. Esto no fue abordado por el sistema político, hay cierta desilusión y desencanto que prima en algunos comportamientos electorales“.

¿Ese descontento puede traducirse en la identificación con las propuestas de derecha?

Por un lado verificamos mayor fragmentación de las preferencias político partidarias de las juventudes, no es que antes no estuviesen, estaban más enfocadas en algunas opciones y ahora eso se dispersó, se atomizó.

En segundo lugar, ante estos malestares y desencantos, aparecen otras búsquedas, cosas que ya se conocían o preferencias anteriores se muestran como limitadas.

Si bien hay una sobrevisibilización de algunas opciones de las nuevas derechas o mal llamado libertarias, no sé cuánto se va a traducir en un voto real. Es cierto que muchos jóvenes ven a estos espacios como canalizadores de cierto malestar porque muchos de los referentes políticos de las llamadas nuevas derechas, de los antiderechos, lo que hacen es decir: “¿Vos estás enojado? Yo estoy más engoado que vos. Yo me animo a decir lo que vos quizás pensás pero no se dice en la agenda pública”. Es un sentimiento efímero porque la gente no vive enojada por diez años, tiene enojos, alegría, se enamora, se desenamora, se muda, tiene trabajo, es un sentimiento coyuntural. Estoy más enojado que vos y busco representar ese enojo desde una negatividad y no desde una propuesta superadora.

Esa negatividad que interpela cierto malestar social y juvenil también pueden tener alguna traducción electoral aunque intuyo por algunas encuestas que va a ser menor al que la visibilidad mediática vaticina.

Agrego: esto tiene que ver con la participación electoral, no confundir o igualar participación electoral con participación política, las juventudes siguen participando en espacios en barrios, centros de estudiantes, iglesias, aunque eso no se traduce en una participación político electoral.

¿Por qué no aprovechar toda la visibilidad que tiene la onda trapera -L-Gante, Trueno, Wos- para decir vamos a convocarles a ellos? Son jóvenes de sectores populares, artistas, músicos referenciados por sus pares. ¿Por qué no los convocamos a un diálogo?“.

¿Qué herramientas puede ofrecerles el sistema político institucional para que esas necesidades tengan su representación, más allá de una militancia partidaria?

Creo que habría herramientas para convocarles y se sientan interpelados, generar espacios de escucha, a donde las juventudes puedan expresar sus veces y se sientan reconocidas. Luego lo que tiene que ver con incorporar al proceso de toma de decisiones,  incorporando referentes juveniles. Hay maneras más trabajosas y lentas, hay que tener paciencia, llevan varios meses, años, relevar los espacios juveniles, ver cómo se los puede incorporar, escuchar, tomar en cuenta para las decisiones que les afectan. Tiene que ver con políticas educativas, por ejemplo, cómo no van a ser una voz fundamental en el debate de la educación presencial, cómo en agenda pública, y la política publica no es protagonista central, al igual que docentes, funcionarios, padres, y no subordinado, para debatir educación virtual y presencial.

Así como la virtualidad fue arréglense como puedan, el regreso a la presencialidad, también es arréglense como puedan, hagan lo que puedan, si no hay recreo no hay. No hay un tratamiento comprensivo, de empatía fuerte. Retomo lo anterior, inclusive convocando a referentes juveniles, porque no aprovechar toda la visibilidad que tiene la onda trapera L- Gante, Trueno, Wos, para decir vamos a convocarles a ellos, son jóvenes de sectores de populares, artistas, músicos que son referenciados por sus pares. ¿Porqué no los convocamos a un diálogo? No solo que aparezcan en la mesa de Mirtha, convocar a un diálogo constructivo, paciente, como los convocamos. No es tan difícil si hay voluntad de escucharles.

Creo que falta en general escucha y por ejemplo un estudio de hace algunas semanas mostraba que la polarización es mucho menos marcada entre las juventudes, las juventudes tiene diferencias políticas y las expresan y algunos grupos radicalizan.

Mostraban que algunas políticas públicas de juventud de hace algunos años: Conectar Igualdad, Progresar, AUH, algunas leyes como identidad de género, matrimonio igualitario en las juventudes tenían adhesión que llegaba hasta el 85%.

Sin embargo, cuando eran preguntados por quienes iban a votar ahí se fragmentaba el voto. Muchas personas jóvenes que podrían votar una opción de derecha pero están a favor del matrimonio igualitario que estos grupos denostan. Hay una complejidad, que si no las estudiamos desde una mirada empática y siempre los estamos hablando y sobre opinando y poas veces escuchando y no estamos pudiendo interpretarlo de una manera superadora.

¿Puede ser auspicioso para buscar soluciones a grandes problemáticas como la socioambiental?

La cuestión ambiental y ecológica es parte fundamental junto con género y diversidad. Qué bueno sería poder incorporar y escuchar a las juventudes en marcos legislativos. Hay muchos espacios juveniles que están proponiendo soluciones, salidas, medidas para la cuestión vinculada con el ambiente y la naturaleza. Hay muchos intereses económicos en juego pero las juventudes tienen agendas bien propositivas que no solo expresan intereses sectoriales.

¿Qué ocurre con el trabajo, teniendo en cuenta que las juventudes son protagonistas de las nuevas modalidades que conllevan a la precarización de la vida?

Hay muchas cuestiones que tienen que ver con las condiciones laborales, con las posibilidades de apoyo, de trabajo en el mundo contemporáneo. Son un problema más importante las condiciones que la empleabilidad. Sin duda que hay problemas de desempleo juvenil fuerte pero tiene que ver con las condiciones laborales, sigue siendo muy dificultoso trabajar y estudiar. Intervenir en las condiciones laborales que permitan a las juventudes que estudien y trabajen o que no abandonen estudios.

Tiene que ver con la capacidad de autogestión, no de un emprendedurismo individual sino de las condiciones que hacen posible que las juventudes emprendan, proyectos vinculados con la economía popular. También podría recibir -si se hace desde una posición empática- un empuje, una promoción fuerte. Y atado a eso la económica digital que tiene varias aristas, están incluidas las economías de plataforma que son salidas laborales crecientes pero son fuente de precarización.

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