Un aniversario pequeño, pequeño
(Por Alfredo Grande) La democracia parió de todo. Inmenso útero que alberga herbívoros, carnívoros, solidarios, crueles, sexualidad del placer, sexualidad del terror, lucros astronómicos, salarios microscópicos. Humanidad y monstruosidad. Y es difícil predecir cómo será la próxima parición.
La lujuria empresarial y ese infierno terrenal que algunos llaman mercado, del cual dicen que tiene una mano invisible, pero que a no dudarlo tiene caras bien expuestas, ha parido una nueva raza canalla. Los meritócratas. O sea: la cracia de los meritorios. En los lejanos tiempos en los cuales los que rezaban era porque creían en Dios, a estos del posmodernismo obsceno donde se supone que creen en Dios porque rezan, el meritorio era algo digno, muy alejado de cracias y prebendas.
Meritócrata es el significante actual de: oportunista, trepador, alcahuete, lengua de trapo, lame nalgas, recontra alcahuete, converso serial, serruchador militante, besapies, trapero. Por supuesto el meritócrata termina comprando el último modelo de una marca de autos. Modelo que cuando sale a la venta, es porque ya tiene programada su obsolencia. Lo importante de señalar es la vuelta a la eterna, remanida, sempiterna, insoportable, mediocre, elegía del individualismo. Una especie de publicidad de la autoayuda. Just Do It. Tú puedes.
“Cortarse,
pero no solo”
(Aforismo implicado A. G.)
Este reduccionismo que arrasa con las sobre determinaciones histórico políticas y sociales es otra de las marcas, quizá la más profunda, de la derrota cultural. Si hacer cucharita para Dolores Barreiro es tomar un yogurt, algo debe ser subvertido. Por eso insisto y persisto en señalar que la publicidad es el ácido lisérgico de los pueblos. A los avisos rogando y con el mazo dando. A eso lo llaman “pauta oficial”. Medios que solamente sobreviven por la pauta. Y mueres con pena y sin gloria cuando se cae la pauta.
Me acuerdo de una anécdota de hace algunas décadas. Iba a un programa de radio “Tiempo con voz” en radio Palermo. La conductora era Alicia Caniza, la que se interesó en mis ideas al leer un artículo que publicó Página 12: “Terrorismo Puro”. Artículo escrito luego de atentado criminal contra la AMIA. Obviamente, hace décadas. Le pregunté donde estaba el dispenser para tomar agua y me contestó: “no hay más. Se cayó el canje”. Lo recuerdo con ternura.
Ahora el canje son megacanjes, estancias más, off shore menos. Ya no es un tema de capitalismo de amigos, ahora el tema es una democracia de cómplices. Una persona que respeto, creo que no es recíproco, es Luis D Elia. Calma, sigan leyendo. Lo escuché en su programa de radio: “hablan de que Milagro Sala había creado un estado dentro del estado. ¿Y los Blaquier?” Fin de la cita. Es como si un femicida dijera: ¿Y Jack el destripador? Calma, sigan leyendo. La cuestión es que ensayar una defensa con las mismas armas discursivas del enemigo no favorece a los inocentes y es cultivo de impunidad para los culpables. Y eso es también una derrota cultural. Si no hay revolución sin alegría, tampoco hay revolución sin dignidad. Hasta Macri expropió la alegría para convertirla en manía. O sea: la alegría por mandato. La revolución no podrá expropiarla, porque no tiene, por ahora, la talla necesaria.
Franco necesitó una guerra civil. Que en realidad fue un ejército invasor contra un pueblo que nunca pudo construir la unión. De lo que no tengo duda, es de que desde el advenimiento de la democracia formal, que no es lo mismo que la democracia de fondo, mal que le pese a la derecha liberal, hubo multiplicidad de guerras entre fuerzas de seguridad y población civil indefensa.
“Cuando los cántaros
rompan la fuente,
la cultura represora
será arrasada”
(Aforismo implicado A. G.)
Tan indefensa que continúa la guerra en el ámbito del poder judicial con un derecho y una injusticia que el arma preferida de todas las impunidades. Tan indefensa que más que guerra es un exterminio. Al cual llamarlo “gatillo fácil” ya resulta una síntesis pequeña. De la masacre de Ingeniero Budge a la actualidad, muchísimos asesinatos corrieron bajo los puentes de la democracia. Clarín miente, CORREPI no. La fundación Pelota de Trapo tampoco miente porque lucha hace mas de 30 años lucha contra el enemigo más solapado, mas canalla, más evitable en un país superavitario en la producción de alimentos: el hambre.
Desde la primavera alfonsinista que terminó con el gélido invierno del punto final, la obediencia debida y la hiperinflación, pasando por la cruzada liberal justicialista del menemato, derrapando en la estafa de una alianza que terminó siendo un pacto perverso con el delirante creador de la convertibilidad, y aterrizando en la tierra fértil de un movimiento nacional y popular que fue contaminado por los tóxicos de multiplicidad de robos agravados por el vínculo, eso que algunos llaman corrupción
Y llegamos a la expresión más plena de lo que he bautizado como Estado Terrorista. Terror a la desocupación, terror a la ocupación que no permite vivir con dignidad, terror de los condenados de la tierra que vuelven, una y otra vez, a ser la constante de ajuste de las falsas alternancias entre la derecha erótica y la derecha pornográfica. Desde la represión dictatorial a los trabajadores de Tierra del Fuego hasta la patota en casa Amarilla para sostener el negociado brutal de la nueva bombonera. En este marco es imposible ser feliz. En este marco, es imposible estar contentos y satisfechos. En este marco, la alegría es estrella fugaz en las noches de niebla, miedo y melancolía.
Por eso nuestro aniversario fue pequeño, pequeño. La cooperativa ATICO fue acompañada en su 30 aniversario por la militancia: profesional, periodística, política, social, y todas ellas en cada uno de ellas. El 1 de Mayo las hermanas y los hermanos de B.A.U.E.N nos recibieron como lo que son: compañeras y compañeros en la lucha. Que siempre será mucho, pero no necesariamente cruel. A menos que seamos solo Uno. O Una. Un colectivo, o sea, un grupo con una estrategia de poder, es siempre múltiplo de múltiplos. Colectivo de colectivos.
Tenemos muchos hermanos y con un poco de esfuerzo también los podemos contar. Un aniversario pequeño, pequeño, pero también inmenso en su derrame de coherencia, consistencia y credibilidad. Por eso quiero escribir un aforismo implicado, con el cual finalizo aquellas actividades que movilizan lo fundante. Y los 30 años lo han movilizado. “No tengo la certeza de una tierra prometida, pero si la convicción de una lucha compartida”.