El valor de la palabra hambre

(Por Pablo Duca) La boca que come enuncia la ausencia de alimento. Siempre ha sido así, es cierto. El poderoso roba del militante su discurso y sin militarlo lo enuncia. La post verdad en su máxima expresión. Hoy el que tiene habla del que no tiene, solo para defender sus propias pertenencias. Así, el dueño de la 4×4 pide romper la cuarentena “porque la gente se muere de hambre”. Inédito. Personas que nunca militaron ninguna causa por el bien común emergen como las voces del desposeído. Un cántico del mudo. O del que decidió serlo. Las calles fueron tomadas por la derecha antidemocrática y las voces también. Las acciones anticuarentena en las grandes urbes solo responden a 10 o 15 personas del poder económico que podrían pasar dos o tres pandemias sin trabajar. Pero no quieren perder ni un céntimo. Hoy es necesario quedarse en casa. El esparcimiento ha quedado para próximos tiempos. Debe salir el privado de sustento sólido, líquido y constante. El obrero, el changarín, el albañil, el que resuelve el hoy y no el mañana. Ellxs deben salir y yo me debo quedar. Esta vez debe ser así.

Lamentablemente, todo lo que se presumió al inicio de la pandemia fue inexacto. Grandes filósofos contemporáneos imaginaron la caída del capitalismo o incluso algunos, un nuevo comunismo. Malas noticias. El capitalismo permanece, se fortalece y aparece en los lugares menos pensados: en la defensa de la propiedad privada. O el más pensado: Cristóbal Colón diciéndole al indígena que su tierra debe llamarse América.

El porteñocentrismo derrite (desde el nacimiento del puerto como bastión económico) lentamente una idea nacional. Lo mismo sucede con las miradas regionales. El bahiacentrismo exige poder ingresar en un balneario que siempre miró de soslayo, criticó y menospreció y pretende defender su baldío en El Sauce a riesgo de contagiar a 7.000 habitantes que tienen la suerte de vivir en plenitud. Pero, el baldío. Pero, la propiedad privada. Pero, la Constitución. Válgame, Dios. Si es que existe. Habla del aperturismo por hambre (en el medio de una pandemia) el que tiene una segunda vivienda en un país con una crisis habitacional de 4 millones de viviendas dignas. Inédito el resonar de la palabra. Ellxs son los que hablan de hambre. Ellxs son los que hablan de una economía en quiebre. Ellxs son los que se apoderaron de las rutas y las calles. Hablar del hambre desde una camioneta último modelo es menospreciar la militancia. Es ofender a lxs desaparecidxs, a lxs muertxs que defendieron una causa justa, a la palabra defender.

¿Hablan por lxs demás? No, claro que no. Hablan por ellxs mismos. Y para sí. Un susurro que grita y se autocalma. Como el chupeteo del lactante. Pero muerde.

Ojalá podamos sostenernos en pie para desplegar toda la resistencia posible al atolladero del discurso banal. Ojalá aún estemos de pie.

Las calles nos esperan.