Lugar alto y soleado
(Por Alfredo Grande) En segunda acepción del Pequeño Larousse Ilustrado, consulta obligada antes de los tiempos de google y wikipedia, ático es lugar alto y soleado. Varios asociados nos reunimos para intercambiar ideas sobre la próxima asamblea constituyente. El nombre propio nos desvelaba. Queríamos que no fuera una sigla más ni una sigla menos. Mucho después me di cuenta que las siglas son encubridoras. AAA, CIA, NBI para solo citar algunas. La sigla que es una palabra que no tiene otra cosa que otras palabras, diluye su sentido. Es invocada en vano.
Nada de esto lo planté en las reuniones mencionadas. Alguien dijo ático y enseguida quedó asociado a altillo. Si bien la primera sede fue en un primer piso, para altillo no daba. La Lic. Silvia Gomes consultando al mencionado diccionario, nos iluminó con la segunda acepción. Lugar alto y soleado. Fue amor a primera oída. La idea de la cooperativa fue posterior. Yo estaba convencido que era necesaria la legalidad, además de la legitimidad. Hoy no sé si pienso igual. Y no me convencían ni las sociedades de responsabilidad limitada (SRL) ni las anónimas (SA) y no teníamos capital para una off shore.
Tampoco las conocidas asociaciones civiles sin fines de lucro, porque si hay algo fácil de disfrazar, es el lucro. Creo que me quedé con ganas de la fundación. Creo que no era mi tiempo político para pensarlo y mucho menos realizarlo. La cooperativa de trabajo decantó no sólo como deseable, sino como necesaria. Yo militaba hacía muchos años en el socialismo. Héctor Polino, que fuera amigo de mi padre, era el líder con el cual más afinidad tenía. Ingresé en la Confederación Socialista. Cuando Héctor fue designado Secretario de Acción Cooperativa, alguna posibilidad de un socialismo autogestionario devino posible.
“No es lo mismo un cooperativista
que un pequeño burgues sin plata”
(Aforismo implicado A. G.)
Un lejano 1 de mayo de 1986 fundamos la cooperativa y fue Polino quien firmó la resolución que nos otorgaba la matrícula 11.142. Yo no era cooperativista. Los fundadores tampoco. Pero Ático nos fue haciendo cooperativistas, porque la mayoría, o quizá la minoría, pero seguro que no estaba solo, empezamos a conocer el espacio del cooperativismo, el mutualismo, las empresas autogestionadas, etc. Mucho antes que se hablara de fábricas recuperadas, el cooperativismo de trabajo era una opción para la barbarie capitalista. Y en sus orígenes, no solo era una opción. El cooperativismo de trabajo era anticapitalista.
Poco de eso queda, y si hablamos del movimiento cooperativo en general, nada queda. Pero la potencia instituyente del acto cooperativo nos sigue interpelando. Yo diferencio tres espacios donde se despliega el conflicto social. Cooperación, competencia y rivalidad. Los dos primeros son compatibles, incluso necesarios. Cooperación sin competencia deviene chatura y rutina. Competencia sin cooperación rápidamente termina en rivalidad. No es lo mismo eliminar, destrozar, barrer, destruir a competidores, que intentar mejorar la calidad de su producción.
Me sorprende y no habla bien de nosotros, que en 30 años no hayan querido pulverizarnos. O sobornarnos. Obviamente, no somos peligrosos para la jauría de empresas privadas mercantilizadas. Lo siniestro es que por un veto a un artículo de la ley de medicina prepaga, las cooperativas son consideradas al mismo rango que un prepago. He tenido que presentar escritos como si abogado fuera, para que retiren a Ático del registro de las empresas de medicina prepaga. Pero la burocracia tiene razones que el corazón no entiende. Nuestro reino cooperativo no es de este mundo capitalista. Recuerdo que en los primeros años de la cooperativa, cuando me presentaba en algún evento de salud mental, decía: médico psiquiatra, psicoanalista y cooperativista. Siempre un murmullo que podía ser de asombro y/o burla aparecía como reacción.
Hoy la formación de cooperativas de trabajo de profesionales no es una epidemia, pero aparecen muchos colegas con interés genuino por esta forma de trabajo asociado. Como lo he dicho varias veces, lamento que en la Ley de Salud Mental no figura en forma explícita que el Estado debe alentar a la formación de estas “empresas sociales”. Refiere al sector estatal, las obras sociales y el privado. Y en el privado meten a todo lo que no sea estatal u obras sociales. O sea: en un mismo lodo todos manoseados.
“La diferencia entre poco y nada
es mucho.”
(Aforismo implicado A. G.)
Los pescadores – explotadores, sólo tienen ganancia cuando logran que el rio esté revuelto. Lo cual gracias a la endemia del canibalismo, el mesianismo, el iluminismo de toda la izquierda toda, es bien sencillo. Ático es como Kamchatka, un lugar para resistir. Resistir al represor, pero no más resistir al deseo. Y nunca ir por todo, pero siempre ir por más. Por eso amplificamos al terreno del arte, del cine debate, de incluir las políticas de género, de sostener la militancia social y política. Tenemos convenios con la Comunidad Homosexual Argentina, la Fundación Pelota de Trapo, Barbecho espacio para el cuerpo y la cultura.
La cientificidad no nos resulta ajena, pero nos resulta totalmente ajeno e incluso siniestro el cientificismo. Por eso el psicoanálisis implicado atraviesa nuestras prácticas y nuestra clínica. El “analizador dinero” a diferencia de la hipocresía cultural que el capitalismo ha creado, es un tema descubridor. Para los pacientes atenderse en una cooperativa es fundante. Sienten y saben que estamos ante una lógica verdadera que amplifica el acto asistencial en un acto solidario y creativo. El cooperativismo es una lógica institucional asimétrica pero no jerárquica.
La voz es de los que no tienen voz y de los que tiene voz también. Pero no es una voz individual, aislada, náufraga. Es una voz que tiene resonadores, amplificadores, voz que nace para ser escuchada y comprendida. Y entre los asociados y asociados, las voces circulan. También la mía. Pero no solamente la mía. Nadie baja línea. Ni tampoco la sube. No hay líneas. En todo caso hay líneas de fuga. Formas de escapar de los dogmas y bulas laborales y científicos. Durante 30 años lo intentamos. A veces lo logramos. Y lo seguiremos intentando.
Ático es la profecía de una salud cosa de todos en el marco de la autogestión y la justicia por mano propia. Que no es otra cosa que el maestro enseñe, el trabajador trabaje, el artista pueda crear, el profesional de la salud pueda curar, el militante pueda luchar. Justicia, entonces habrá paz. Y nuestro mundo cooperativo que hace 30 años transitamos es justo. Es necesario. Y tampoco daremos ni un solo paso atrás.
30 años de cooperativismo en salud mental.