Predicar la palabra: una historia de las bibliotecas populares de la costa sur bonaerense

María de las Nieves Agesta -profesora de Historia del Arte, licenciada y doctora en Historia por la Universidad Nacional del Sur- acaba de publicar “Predicar la palabra”, un libro sobre la historia de las instituciones que marcaron el pulso cultural y educativo del país desde fines del siglo XIX.

“Mientras escribo estas páginas, una vez más la amenaza del desfinanciamiento se cierne sobre las bibliotecas populares argentinas”, advierte en la introducción, estableciendo un puente entre pasado y presente.

Agesta explicó que el proyecto de bibliotecas populares nació en 1870 con la ley impulsada por Sarmiento, quien -inspirado por el modelo educativo norteamericano- promovió la creación de asociaciones civiles encargadas de fundarlas y sostenerlas.

“En Argentina lo que se da es un sistema de bibliotecas populares que es protegido por el Estado pero que no es encarado directamente por el Estado”, señaló.

Esta combinación de iniciativa civil y apoyo estatal permitió una expansión cultural inédita, aunque siempre sujeta a los vaivenes económicos y políticos.

La investigadora del CONICET se enfocó en bibliotecas sobrevivientes de la región sur bonaerense, como la Rivadavia de Bahía Blanca, la Sarmiento de Tres Arroyos y su homónima de Coronel Suárez, la Alberti de Saavedra y la de Pigüé, que lograron perdurar gracias al esfuerzo comunitario. “Tener la biblioteca era una marca de la cultura de la población, del progreso de la población”, afirmó.

El estudio muestra también cómo detrás de estas instituciones hubo distintos actores sociales: desde las élites locales vinculadas al comercio o al modelo agroexportador, hasta sectores más modestos, como sastres y peluqueros, que veían en la lectura una herramienta de ascenso y cohesión.

Agesta aclaró que en el contexto argentino lo “popular” no aludía al público lector, sino a la forma de gestión: “En el sistema que instaló Sarmiento, lo popular se refería a una forma de creación y gestión de bibliotecas, que tiene que ver con que eso es la sociedad civil. (…) En la Argentina, lo que se asocia a biblioteca popular es el tipo de sostenimiento, lo público se refiere a las bibliotecas del Estado”. De ese modo, estas experiencias marcaron una diferencia clave con otros modelos latinoamericanos.

Su investigación no solo rescata la historia de estas instituciones, sino que muestra cómo, frente a limitaciones de espacio, recursos y tiempo, las bibliotecas populares se consolidaron como símbolos del progreso y de la educación comunitaria, dejando una impronta que perdura hasta hoy.

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