Atahualpa, su tiempo y su palabra
El documental “Atahualpa Yupanqui, un trashumante”, dirigido por Federico Randazzo Abad, aborda “la vida errante de un artista universal. Archivos personales, canciones, testimonios y registros actuales en Japón, Francia y Argentina”.
“Hace 11 años empezó la aventura, no sabíamos que iba a terminar así. Fueron 11 años de trabajo yupanqueano para estar ahora compartiendo la película terminada. Nos habita a todos los que de alguna u otra manera nos consideramos sudamericanos, entiendo que está por ahí Atahualpa, hay que buscarlo, encontrarse, hay que limpiar el espejo en el cual uno se mira, pero siento que todos los que nacimos en esta parte del mundo tenemos algo que ver con ese tipo de figuras que nos ayudan a definirnos, a redefinirnos, a pensarnos, a complejizarnos, a pelearnos y también a enamorarnos”, contó en el estudio Heinrich y Loyola.
“Son figuras que tienen que ver con todo eso y que nos habitan, sí, familiarmente. Un tío de mi madre era muy amigo de Atahualpa, hay unas cartas hermosas de la década del 50, del 60, y mi padre también tuvo un vínculo con él, profesional, ahí hubo un primer acercamiento. Pero lo que derivó en la película fue la novedad de que había archivos de Atahualpa que no se conocían, que estaban ahí sin digitalizarse, dispersos en su casa. Ahí empezamos con lo que yo digo que fue una trampa, porque nos creímos que podíamos ordenar la memoria y el archivo de Atahualpa y después de 11 años nos dimos cuenta de que eso es imposible”, relató.
Los archivos los guardaba Roberto “Coya” Chavero, único hijo del matrimonio de Yupanqui con Nenette y presidente de la Fundación Atahualpa Yupanqui que sostiene el Museo Agua Escondida.
“Es muy solemne la obra de Atahualpa, y es muy profunda, muy visceral. Es una forma de concebir el mundo filosófico si se quiere, y tiene que ver con el tiempo, con el ritmo, con la profundidad. Entonces nos pasamos cuatro o cinco años editando la película, yo creo que nos hubiera llevado mucho más tiempo también, podríamos haber trabajado mucho más, no la considero para nada terminada y lo trabajamos con dificultades, intentando que la película esté en diálogo con la obra, con el tiempo y con la profundidad yupanqueana y él es Yupanqui y nosotros somos los que somos”, agregó el director.
Acerca de la elaboración del documental, sostuvo que “no es un personaje que uno pueda armar un clip y corta las mejores imágenes y le pone un ritmo cinematográfico más actual y tiene cierto impacto, porque el tiempo de Atahualpa es un tiempo profundo, es un tiempo lento y es un valor de la palabra”.
“Quedé muy contento con el tiempo que encontró la película y me parece que hay algo que somos nosotros contando eso, es nuestra operación, pero al mismo tiempo está solapado, es un poco Atahualpa también contándose a él, a sí mismo, como narrador principal, y también ahí hay varias trampas, porque es verdad que Atahualpa contó toda su vida, es verdad que muchas de las cosas muy importantes de su vida no las contó, o que por lo menos no desde un primer momento”, añadió.
Además de Randazzo Abad participaron de la elaboración del guión Fernando Krapp y Germán Sarsotti, mientras que la fotografía estuvo a cargo de Diego Poleri (Buenos Aires), Gabriel Alijo (Tucumán), Darío Mascambrone (Cerro Colorado), Connie Martin (París), Hiroshi Moriya (Tokio) y la edición de Mario Bocchicchio.