Cambios en el gabinete: fiebre amarilla

(Por Astor Vitali) En el mes de setiembre de 2019 publicamos El consorcio. Cambiemos en Bahía Blanca.  Si bien se suponía que el electorado vernáculo se diferenciaría de los electores provinciales y federales, nadie poda aún garantizar continuidad amarilla a ciencia cierta. El resultado no dio lugar a confusión: la mitad de la ciudadanía bahiense avaló la gestión de Héctor Gay.

Si bien, durante la conferencia de prensa de ayer en la que se difundió información sobre el nuevo gabinete, el intendente utilizó la herramienta discursiva de que no consideran “un cheque en blanco” el porcentaje en su favor obtenido en las urnas, las modificaciones indican que están dispuestos a llevar adelante las políticas definidas a puertas cerradas a como dé lugar, sin buscar consensos.

“Empezamos una etapa nueva. El resultado electoral no nos hace pensar que está todo bien”, construyó discursivamente el ex animador radial. Como para que no queden dudas, también enrostró a sus adversarios políticos que el oficialismo obtuvo “21 mil votos más que en las paso y 25 mil votos más que en 2015”.

Sostuvo no compartir la frase futbolera “equipo que gana no se toca” y difundió los cambios que realizará en su gabinete “atentos a la etapa que viene”. Señaló que el escenario es distinto y que hay muchos interrogantes en torno a la relación con la provincia de Buenos Aires pero que aun así avanzaría en su trama.

¿Cuáles son los objetivos? Fortalecer jefatura de gabinete (que trabaja hacia adentro del gobierno) y la secretaría de Gobierno (que trabaja haca la “comunidad, el Concejo” y es su “brazo político”). Los nuevos ejes de Juntos por el Cambio serán: mejorar servicios urbanos, espacios públicos, trabajo en red (mencionó sociedades de fomento, clubes, iglesias) y plan de desarrollo formalizado para Bahía Blanca y región (Amazon, YPF, Vaca Muerta, puerto). En este último punto, volvió a sonar la cantinela de las viejas promesas: los anuncios de los anuncios de los anuncios con los que el consorcio se acuesta a descansar, su canción de cuna.

Una sentencia fue llamativa: van a haber fuentes laborales “pero no para todo el mundo sino para aquellos que estén capacitados”. Para quien no le quede claro, el consorcio, representado políticamente en la figura de Héctor Gay, fijó su agenda sin matices ni concesiones: habrá un único modelo económico en el que sólo van a ingresar las propuestas laborales de sus principales accionistas. Adiós a las aspiraciones PyMES, cooperativistas y a cualquier tipo de economía soberana que plantee la comunidad.

Empero, la futura secretaría de Movilidad Urbana y Espacio Público sería la única modificación que registra que el consorcio comprendió que algo debe hacer en el ámbito de lo público, durante la detentación del poder político. ¿Será que disputar el espacio público sigue siendo uno de los principales asuntos de la lucha simbólica?

Se han ratificado nombres cuestionados por la sociedad y además nombres cuyo desempeño en la función pública no pueden dar cuenta de un solo dato positivo, ni idoneidad y mucho menos registro de la urgencia que la compleja situación implica y por ende los requerimiento de adoptar políticas públicas. El caso de Morena Rosselló es emblemático: su gestión no arroja un solo dato positivo en términos concretos, el universo de las personas afectadas por sus políticas es casi inexistente y ha recibido el rechazo generalizado de la comunidad educativa, artística y cultural. ¿Qué decide Gay? Ponerla al frene del Instituto Cultural. Fantástico. Es el efecto de la fiebre amarilla.

La futura funcionaria tiene el título, además, de haber borrado del mapa la existencia del Consejo en el que participaban actores del mundo de la educación para lograr consensos en torno de las prioridades para la aplicación del Fondo Educativo. Lo anunciado ayer por Gay en torno de la modificación de Instituto Cultural a Secretaría de Cultura y Educación poniendo a Rosselló como comandante del operativo garantiza la amenaza de muerte a un órgano ejemplar de funcionamiento cívico a nivel nacional: el Consejo Cultural Consultivo.

En los próximos días iremos analizando cada uno de los cambios de gabinete. Hoy, como comentario general, dejamos dicho que no debe esperarse del gobierno de Héctor Gay registro político de su contexto ni generosidad. Al consorcio le es indistinto encontrarse rodeado por una fuerza política de signo contrario: llevará adelante su proyecto profundizando su intensidad de aplicación, montado en el 50 por ciento. No será generoso con los espacios críticos que hemos señalado los desastres de alto impacto social que sus políticas en materia niñez, cultura, educación, acción social, seguridad, han generado. Por el contrario, el 50 por ciento, es cifra,  podría equiparse con el número de grados centígrados que la temperatura política del grupo gobernante, el consorcio, mide hoy en su cuerpo: fiebre amarilla.

El consorcio encuentra en la continuidad de Héctor Gay la oportunidad de avanzar en una política de tierra arrasada en todos los aspectos en que la sociedad civil no resista. La posibilidad de seguir legislando con la sola acción del doble voto de quien presida el Concejo Deliberante llevará a niveles de insignificancia institucional la vida pública. La ratificación de sus cuadros de confianza da un mensaje inequívoco: avanzaremos por la misma senda pero con mayor ímpetu. O, como se dice en la calle: “ahora sí que no nos para nadie”.

Nuestro libro, El consorcio, fue concebido para narrar un período de gobierno. A la luz de los anuncios realizados ayer por el jefe comunal, puede interpretarse ahora como una pieza literaria que contiene claves para comprender los próximos cuatro años.

Héctor Gay sostiene que no considera el resultado electoral un cheque en blanco porque ya pasó por caja, cobró el saldo y con ello se armó de los elementos necesarios para poner a las huestes amarillas, febriles y vigilantes, al servicio de un plan de gobierno cuyos resultados, como se sabe, benefician sólo a un puñado de afortunados que cuando hay derrame pasan su lengua gélida por el borde de la copa.