El caso Bomarzo
(Por Luis Ponte) “A las 21.30, aplaudidos por el público de Plaza Lavalle, protegidos por una doble fila de Granaderos a caballo, Juan Carlos Onganía y María Emilia Geen suben las gradas del teatro. El general viste uniforme de gala, con la banda presidencial sobre el pecho, y en sus manos, la gorra y el bastón de mando. Su mujer lleva un ensemble celeste de satén, con una falda amplia de raso plateado, y una casaca de encaje florido celeste y rosa, bordada en paillettes al tono; aros de brillantes y esmeraldas adornan su silueta, unos guantes grises esconden y exhiben sus manos, una estola de visón del mismo color cubre sus hombros. (Pero acaso el ensemble no fuera celeste, color de la patria, sino gris color del acero; acaso el visón no fuera gris, sino beige). La sonrisa de la primera dama, el gesto austero del general, definen el nuevo rostro del poder en Argentina. El resto de los presentes, sin eclipsar al primer matrimonio, acompaña ese esplendor: la señora Mercedes Robirosa Ocampo de Costa Méndez, luce un vestido de satén blanco con hilos dorados. “Pocas veces hemos visto ‘toillettes’ más deslumbrantes”, asegura un viejo empleado del Teatro Coló; “lamento que no se televise la reunión o que se filme, para demostrar en las capitales de Europa que no somos un país subdesarrollado”, comenta un especialista en modas masculinas. La “pulquérrima elegancia de los hombres”, el diálogo de los trajes y uniformes, incluidos audaces con galera, evocan los tiempos idos del esplendor porteño.”
…”El primer escenario nacional”, esa gloria de la Argentina del centenario, está hoy colmado por la elite de la Revolución Argentina. Revista muy parcial: el comandante en Jefe del Ejército teniente general Pascual Pistarini, el canciller Nicanor Costa Méndez, el general Julio Alsogaray, el ingeniero Julio Alsogaray, su esposa Edith Gay, su hija maría Julia… “ Realza lo rancio de la noche el conde Teleki, descendiente de la casa de Hungría, muestran la adhesión de las fuerzas vivas los hombres de la Sociedad Rural, del centro de exportadores, de la Sociedad Científica Argentina. Entre los artistas, Cecilio Madanes director del Teatro, exhibiendo la condecoración que le entregara el general De Gaulle; allí el compositor Alberto Ginastera.”
…”la primera música de la noche es el canto primero, unísono de todos: ‘Jamás se ha escuchado un Himno Nacional Argentino tan arrebatador y pleno de patriótica sugestión’ susurrará una dama… El momento más fuerte del programa es un ballet argentino tomado muchas veces como auténtica expresión de la música nacional: Estancia, op. 8, de Alberto Ginastera.”
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Esta crónica, describe la noche de gala por el día de la independencia, el 9 de julio de 1966, en el Teatro Colón, de Buenos Aires. Petenece al prólogo del libro The Bomarzo Affair (“El Caso Bomarzo”) – Opera, Perversión y Dictadura; del musicólogo argentino radicado en Francia y especialista en historia política de la música, Esteban Buch.
El título del libro se basa – aclara el autor – en el nombre que le dio la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, en aquel entonces, al que tal vez sea el caso de censura cultural más resonante y escandaloso, dentro de una extensísima lista de prohibición de arte y artistas por parte de gobiernos autoritarios, y/o democráticos, a lo largo de nuestra historia: la prohibición del estreno de la ópera Bomarzo, compuesta por Manuel Mujica Lainez (basada en la novela de su autoría) y el compositor Alberto Ginastera.
Cuando se habla de censura en cultura, se piensa inmediatamente en persecución a artistas o colectivos espontáneos o establecidos, por cuestiones ideológicas, religiosas, contraculturales, y unos cuantos etcéteras más. Sobran razones y casos.
Pero – como analiza Buch en su libro, al igual que otros trabajos periodísticos sobre el tema – esta prohibición a una ópera, sinónimo de lo que se da en llamar “la alta cultura”, sobresale en los hechos porque:
- enfrentó la oligarquía consigo misma,
- involucró la influencia de la Iglesia,
- motivó consultas diplomáticas entre Estados Unidos y Argentina
- generó debate y hasta humor irónico (Landrú, Tato Bores) en muchos medios importantes de la época, como las revistas Primera Plana y Panorama,
- despertó la curiosidad de los medios extranjeros,
- dividió a artistas e intelectuales de acá y de afuera, entre sí.
Narremos un poco los hechos.
1962
Mujica Láinez (escritor y referente de la cultura del establishment) edita la novela Bomarzo (adaptación libre sobre la vida del Duque Orsini, en su villa de Bomarzo, cerca de Roma, en el renacimiento italiano). La Novela gana el Premio Nacional Cervantes, el John F. Kennedy y una medalla del gobierno Italiano.
1964
Mujica y Ginastera (uno de los compositores más destacados de la música nacional, hombre cercano al catolicismo, referente en los ámbitos culturales de la época) componen la Cantata Bomarzo.
1967
Los mismos autores estrenan el 19 de mayo de ese año en Washington la ópera Bomarzo, compuesta previamente por ellos, con enorme suceso, frente a un público que la aclama. Dice Albino Gómez, agregado cultural de la Embajada en Washington, entonces: “ Los corresponsales de nuestra revista Panorama y de la agencia United Press
destacaron especialmente la presencia de Hubert Humphrey, vicepresidente de los
Estados Unidos; de Eugene Rostow, subsecretario de Estado y de otros ya importantes
personajes en ese tiempo, como Ted Kennedy, Arthur Schlesinger, James Symington, jefe
de ceremonial de la Casa Blanca y de tantos otros que luego participaron también de la
extraordinaria recepción que se brindó en la embajada de nuestro país, a la que
concurrieron profesores y autoridades de varias universidades locales, diplomáticos
extranjeros, funcionarios de la OEA, argentinos residentes e invitados que llegaron desde
Buenos Aires, como Jeannette Arata de Erize y Leonor Hirsch de Caraballo, los críticos
Jorge D’Urbano y Emilio Gimenez … Una lista interminable en la que no
faltaron los integrantes del elenco. En fin, la larga lista de invitados llegó a un número aproximado de trescientos, que cubrieron los salones de la embajada estupendamente decorados a la manera de Bomarzo, incluidos sus monstruos. El otro hecho insólito, para una ciudad poco nocturna como Washington en aquellos años, fue que la recepción se prolongara hasta las tres de la mañana.
El estreno tuvo todo el apoyo del Gobierno argentino. A tal punto que el propio presidente Onganía, firma el siguiente decreto:
“Que el estreno de la ópera Bomarzo, cuyo libreto pertenece al señor Manuel Mujica Láinez y
su música al señor Alberto Ginastera, constituye un importante acontecimiento para la cultura argentina; que resulta conveniente aprovechar esta ocasión para auspiciar el viaje de las personas citadas, cuya presencia en Washington (DC) dará mayor relieve a la representación precitada. Que es asimismo conveniente que ambos pronuncien conferencias sobre los aspectos literarios y musicales de su respectiva competencia, acrecentando de ese modo el propósito de resaltar las más altas manifestaciones de la cultura argentina. Que por último resulta oportuno asignar a las altas personalidades que representarán en el extranjero las posibilidades creadoras de nuestro pueblo, el rango diplomático que exteriorice el respaldo del Estado Nacional a las empresas culturales.”
Los ecos de este suceso artístico argentino en Washington, llegaron al país, a través de las crónicas de los periodistas especializados enviados, en las cuales remarcaron entre tantas cosas, las temáticas sexuales de la obra.
Eso sólo bastó, junto con algunos recortes periodísticos y fotografías de la puesta en escena para que la Comisión Honoraria Asesora para la Calificación Moral de Espectáculos Públicos se expidiera y con la orden del Presidente Onganía, el Intendente de Buenos Aires, Coronel Eugenio Schettini, decretara la prohibición del estreno de Bomarzo en el Teatro Colón en Agosto de 1967, diciendo textual:
“…… la necesidad de “tutela de los intereses de la moral pública” frente a las referencias obsesivas al sexo, la violencia, y la alucinación, acentuada por la puesta en escena, la masa moral, los decorados, la coreografía y todos los demás elementos concurrentes como lo han destacado con crudeza manifestaciones de los propios autores y la crítica del periodismo internacional…”
A los condimentos propios de un hecho así: ignorancia, intolerancia, represión y persecución se agregan algunos condimentos que convierten el caso en cuanto menos llamativo: en sólo 3 meses, la misma dictadura que dio todo el apoyo, pompa y honores para el estreno de la obra fuera del país, terminó prohibiéndola… sin siquiera haberla visto. Ginastera y Mujica Lainez, dos artistas “propios” del establishment social y cultural argentino (de derecha y antiperonista uno; católico, el otro) devinieron inesperadamente para ellos y sus pares, en “víctimas” de la censura y el autoritarismo de la Revolución Argentina. Lo cual desató fuertes cruces entre la misma derecha (católicos vs liberales).
Este acto de violencia y represión contra la libre expresión de un hecho artístico, involucraba al mismísimo Teatro Colón! Símbolo de la “alta cultura” nacional.
Por si fuera poco el arzobispo de Buenos Aires y vicario castrense, cardenal Antonio Caggiano (quien llegó a acusar a Estados Unidos de apoyar al comunismo en Argentina) atacó duramente a la ópera censurada, y centró su defensa de la prohibición “en la necesidad de no desconocer las que él entendía enseñanzas básicas de la Iglesia: la imposibilidad de reclamar una libertad absoluta para el arte, en tanto y en cuanto este no era un valor absoluto.”
Lo cual le dio letra y ánimo al propio presidente Onganía, tan ligado al pensamiento de la Iglesia:
“…existen algunos momentos en que, frente a un enemigo que no vacila en utilizar los medios más insidiosos y, paralelamente, los más violentos, no cabe otra alternativa que la represión. Cuando lo que está en juego es nuestro sentido cristiano de vida, se hace necesario apelar a recursos extremos, por más desagradables que nos resulte su aplicación Llevaremos a cabo todas las acciones necesarias para evitar que los medios masivos de comunicación y de cultura pongan al servicio de la corrupción de las costumbres. El argumento estético no puede prevalecer sobre la concepción moral que inspira esta política.”
Pero hay otros ingredientes que, si se quiere, convierten ésto en una crónica circular. El verdadero Duque Orsini, espíritu libertario, decidió construirse una villa en el Bosque de Bomarzo, cerca de Roma, y la llenó de monumentos, estatuas, estanques, música, doncellas para darse todos los placeres. En contraste frente al puritanismo de la Iglesia de la época, a través del Concilio de Trento.
Más de cuatrocientos años después, la historia da luz a sí misma: la obra, de vanguardia para la época, concebida para ser disfrutada por quien quisiere, pasa a ser noticia, no como expresión artística, sino por caer en la redes de un autoritarismo retrógrado, ignorante y ciego. El Concilio frente al Duque, nuevamente.
La otra (triste) ironía de esta crónica es que la ópera, finalmente fue estrenada en el año 1972, en el Colón, por… la misma dictadura que unos años antes la había prohibido.
Crónica, de uno de los hechos más tristes y oscuros, la prohibición de Bomarzo, fue un emergente del cruce entre cultura y política. O mejor expresado, entre la esencia de una expresión artística y lo peor de la soberbia autoritaria y represiva. El huevo de la serpiente, una vez más. Siempre latente.
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Cualquier coincidencia con la realidad, no es pura casualidad. 50 años después. 10 de diciembre de 2015. Asunción de Mauricio Macri como Presidente de Argentina…Algunos de los invitados a la gala del Teatro Colón.
MIRTA LEGRAND, SUSANA GIMENEZ, JUANITA VIALE, MARCELA TINAYRE, GUILLERMO COPPOLA, FLORENCIA DE LA V, CHICHE GELBLUNG, EL MAGO SIN DIENTES, VALERIA MASSA, PAMELA DAVID, MARIANA FABBIANI,VIVIAN CANOSA,DANIEL HADDAD, MIGUEL DEL SEL, IVAN DE PINEDA, BARTOLOME MITRE, ESMERALDA MITRE, TATO LANUSSE, HECTOR MAGNETTO, FERNANDO DE LA RUA, Y … DARIO “NO FUERON 30MIL” LOPERFIDO…
Cuando sonó la última nota. El presidente miró a su lado y preguntó “Ya está?”