Fernando Jara
Fernando JARA fue secuestrado en el Barrio “Rosendo López” de Bahía Blanca, durante el invierno de 1976, concretamente el último día hábil previo al inicio de las vacaciones de invierno.
Una vez secuestrado, JARA fue trasladado al CCDyT “La Escuelita”. Permaneció en esa sede durante varios meses ya que a fines del año 1976 distintas víctimas lo escucharon en ese centro. JARA había sido torturado todo el tiempo, y pesaba sobre él una sentencia macabra: le habían anunciado la fecha en que lo iban a matar. El mismo día y en el mismo lugar donde habían sido muertos el cabo Bruno ROJAS y el soldado René PAPINI.
Los propios torturadores del CCDyT le habían señalado eso. El fusilamiento de JARA también fue puntual, fue una noche en las primeras horas del 16 de diciembre de 1976, y a partir de allí, ese día dejó de ser escuchado en “La Escuelita”. Lo mataron en la intersección de las calles Cerrito y Casanova, en inmediaciones del ferrocarril.
Angélica CLARO declaró en el debate de la Causa N° 982, que junto a su marido, Dardo Aguirre, esa noche al dirigirse a su casa ubicada en calle Cerrito, pasó por el lugar, vio el operativo militar, los obligaron a retroceder y escuchó los últimos gritos de JARA que decía: “¡no me maten!”.
Su cuerpo ingresó a la morgue del Hospital Municipal como “NN”.
Recién después del año 2000, se estableció que aquel hombre asesinado en el ingreso al barrio Palihue era Fernando JARA. La Cámara Federal de Apelaciones local, en el marco del Juicio por la Verdad, solicitó una pericia necropapiloscópica, por la cual se cotejaron las huellas dactiloscópicas pertenecientes al cuerpo que había sido asesinado en aquella ocasión. La Cámara concluyó que la persona abatida como consecuencia de un supuesto enfrentamiento con personal del Vto Cuerpo de Ejército en calle Casanova, fue Fernando JARA. Asimismo, determinó que el enfrentamiento no fue real y que allí fue muerto por disparos de armas de fuego, por personal del Ejército.
Sin embargo, el cuerpo de JARA continúa desaparecido. Los restos que estaban en la sepultura donde por orden administrativa y con intervención judicial, fue llevado, no son compatibles con las características de JARA, allí pusieron a otra persona. Las tareas de encubrimiento del homicidio de Fernando JARA llevadas a cabo por sus victimarios incluyó la desaparición del cuerpo, del que sólo dejaron las manos que permitieron la identificación que ratifica las circunstancias ya comprobadas.