Haití: “El asesinato de Moïse buscar generar más caos”

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El magnicidio del presidente de facto Jovenel Moïse tuvo eco en la agenda internacional pero la conflictividad del país caribeño viene desde hace décadas. Lautaro Rivara, periodista y sociólogo argentino, explicó a FM De la Calle desde Haití que para entender la situación político, social, económico y sanitaria es apropiado “un enfoque desde la complejidad, hay una crisis que no es nueva”.

“Se venía vivenciando una ruptura del orden democrático. Hablamos de Moïse como un presidente de facto, porque Haití venía funcionando sin un parlamento constituido, los principales tribunales de justicia habían sido intervenidos, su mandado venció el 7 de febrero y decidió permanecer en el cargo junto al apoyo de sus aliados internacionales. En una dimensión política, este contexto nos permite pensar dificultades para una posible transición”.

Rivara, doctorando por la Universidad Nacional de La Plata y brigadista internacional, comentó que “otra situación compleja tiene que ver con los derechos humanos: estamos hablando de más de 70 grupos armados operando en el país, 17 mil desplazados en la capital por el enfrentamiento entre bandas, más de 500 mil armas circulando en el territorio provenientes de Estados Unidos”.

“A esto se suma la crisis de inseguridad, que tiene de fondo una especie de alianza y connivencia entre grupos armados y el poder político. Estas bandas pueden virtualmente aislar la capital del resto del país, controlan los accesos norte y sur de la zona metropolitana”, agregó el sociólogo.

“Visitamos los suburbios donde hubo masacres perpetradas por los grupos armados, y los pobladores decían que esos barrios periféricos eran muy pacíficos, pero cuando había jornadas de protesta nacional y manifestaciones para criticar las políticas económicas neoliberales, estos grupos tomaban el control, bloqueaban los accesos, ‘guerrificaban’ territorios y amenazaban a la gente que osaba con ir a reclamar sus derechos”.

El cerco mediático que existe en Haití invisibiliza “un proceso de movilización social con hasta dos millones de personas, un quinto de la población del país. Organizaciones sociales, partidos políticos, movimientos de mujeres, han sido muy golpeados y de alguna manera en el último tiempo han entrado en una meseta por el pánico que generan las bandas armadas que actúan con un patrón azaroso: puede haber una masacre, un secuestro a cualquier hora y en cualquier momento, lo que genera un efecto de terror generalizado”.

Sin embargo, aclaró Rivara, “los movimientos sociales están organizados y hoy por hoy la principal demanda es que esta crisis no sea utilizada como excusa para volver a intervenir al país con algún tipo de fuerza internacional. Recordemos que fueron 15 años ocupados por Cascos Azules de las Naciones Unidas”.

En este sentido, el sociólogo explicó que “aparecen una serie de conceptos contradictorios como intervencionismo humanitario. Con los Cascos Azules, hubo una evidente política de agresión sexual contra mujeres y las niñeces de Haití, las propias Naciones Unidas fueron responsables de masacres en barrios populares, los contingentes armados de Nepal introdujeron la peor epidemia de cólera, la cual infectó a más de 800 mil personas”.

“Con ese tipo de antecedentes inmediatos, con lo que ha implicado la tutela de otros países para Haití, es entendible que la sociedad esté muy preocupada no sólo por la transición política sino por esta eventualidad, no es aislada esta hipótesis ya que hemos escuchado al presidente estadounidense Biden o al colombiano Duque, por ejemplo, conminando a la OEA a mandar de forma perentoria algún tipo de misión para presuntamente salvaguardar la paz y la democracia en Haití”.

El periodista argentino en el país caribeño analizó que “hace tiempo vemos una estrategia de paramilitarizar el país, llevarlo a un modelo nación y de gestión similar al que se ha aplicado en Honduras, El Salvador y Colombia. Ha habido un intento de la oligarquía haitiana y la burguesía importadora de Haití de apelar a este recurso para desmovilizar a una población incontrolable, que era imposible reprimir a tanta gente en la calle con las débiles fuerzas de seguridad del estado”.

Sobre la indigencia estructural que existe, Rivara aseguró que “es el país más pobre en términos rigurosamente estadísticos pero no es una fatalidad del destino, ha sido inducida. Haití no es pobre sino que ha sido empobrecido. Es un país muy rico en recursos mineros exportados por EE.UU. y Canadá. Además tiene una potencia agrícola y turística. Podría ser un país desarrollado que garantice ciertos niveles de bienestar pero una serie de políticas neoliberales y la reincidencia de la tutela internacional no se lo ha permitido”.

“Desde el plano político incluso jurídico hay una dificultad prácticamente insoslayable, no hay figura o autoridad que pueda legalmente asumir un gobierno interino. Claude Joseph se  autoproclama presidente interino. Este primer ministro de facto, que nunca fue ratificado por el parlamento haitiano que es lo que se establece en la carta magna como margen de legitimidad de un primer ministro, es una figura que está viciada en origen”.

“El presidente de la Corte de Casación podría haber asumido pero murió a hace algunas semanas de Covid 19. Cualquier salida sería ilegal pero podría ser legítima si partiera de algún acuerdo social y de un acuerdo amplio entre fuerzas políticas socialmente organizadas. Por lo que veo hasta el momento no es la voluntad de la clase dominante haitiana compartir el poder ni ponerlo en discusión, ni siquiera en este momento tan crítico”.

Hace algunos meses algunas figuras del gobierno manifestaron intenciones de concretar un referéndum. Según Rivara, “dentro de las modificaciones posibles ninguna parecía ser un elemento progresivo o de avanzada, la mayoría eran exposiciones que tendían a eliminar el sistema de pesos y contrapesos que había establecido la constitución, que tiene sus límites y es imperfecta, y que de alguna forma había recogido las aspiraciones de la democracia, consideremos que fue construida después de una dictadura de casi 30 años”.

“El asesinado presidente Moïse proponía eliminar el parlamento, tener un legislativo unicameral mucho más controlable por el ejecutivo, habilitar la reelección de la figura presidencial vedado por la actual constitución, facilitar la concentración del poder en manos del ejecutivo que ya venía sucediendo. Una serie de disposiciones que tendían a concentrar el poder en el poder ejecutivo aún más”.

La pandemia en Haití

Por último, el sociólogo comentó la situación sanitaria en relación al coronavirus y explicó: “Es el único país del hemisferio que no ha comenzado su proceso de vacunación, hay un sinsentido enorme, se habían ofrecido vacunas Astrazeneca del mecanismo Covax, y por algún motivo, el Estado haitiano y Moïse, las rechazaron. Por ahora no hay un proceso de vacunación de actores estatales y públicos. En cambio, el gobierno había habilitado la importación y vacunación privada, así que suponemos que hay algún tráfico de vacunas y debe estar llegando a los sectores más privilegiados de la población pero el conjunto de la sociedad haitiana no tiene vacunas ni tiene un horizonte cierto de poder llegar a tenerlas”.