Mario Herrera y Néstor Farías
Los hechos de ambas víctimas serán descriptos en conjunto, por la existencia de elementos en común en torno a la última etapa de la secuencia delictiva, toda vez que, luego de su desaparición, ambas víctimas fueron ultimadas y hechas aparecer en iguales circunstancias de tiempo, lugar y modo.
Al momento de los hechos, Mario Waldino HERRERA ejercía la profesión de periodista y vivía con su compañera, María Teresa LODIEU, y su hija, en el domicilio de Defensa 1089, 1er. piso de la ciudad de Buenos Aires.
En la noche del 19 de abril de 1976, Mario Waldino HERRERA fue secuestrado en el mencionado domicilio, por personas que se identificaron como integrantes de las fuerzas de seguridad.
Con posterioridad al secuestro, Mario Waldino HERRERA fue trasladado al CCDyT “La Escuelita” de Bahía Blanca, en donde fue reducido a condiciones de cautiverio y sometida a torturas, hasta ser ultimado.
Durante su desaparición, la familia realizó diversas gestiones para dar con su paradero. Así, su compañera María Teresa LODIEU efectuó averiguaciones en distintas sedes policiales y militares, mientras que su padre, Alem Mario HERRERA, interpuso recursos de habeas corpus que resultaron infructuosos. A su vez, su madre Elba RODRÍGUEZ SUELDO concurrió en varias oportunidades al Ministerio del Interior, en donde fue atendida por el ministro Albano HARGUINDEGUY, quien conocía a la víctima por haber sido responsable de la juventud peronista durante el “Operativo DORREGO”. En todos los casos, la familia no obtuvo respuesta sobre el paradero de la víctima.
Por su parte, en aquel entonces Néstor FARIAS tenía 31 años de edad y trabajaba como albañil, con anterioridad se había desempeñado como personal de seguridad del legislador Roberto BUSTOS.
El 1º de mayo de 1976, Néstor FARÍAS fue secuestrado por personal militar en su domicilio de la ciudad de Bahía Blanca, y trasladado al CCDyT “La Escuelita” donde fue mantenido en cautiverio y sometido a torturas, hasta ser ultimado.
Luego de ser fusilados, en la madrugada del 3 de mayo de 1976, los cuerpos de Mario Waldino HERRERA y Néstor FARÍAS fueron hechos aparecer a la vera de la ruta 51, a 20 kilómetros de esta ciudad.
Conforme a la práctica uniformemente preestablecida y seguida en los casos de fusilamientos con el objeto de ocultar el verdadero carácter de las muertes y las demás circunstancias delictivas, las autoridades militares y el diario La Nueva Provincia hicieron pública una versión falsa –bajo el título “Efectivos del V Cuerpo abaten a 4 subversivos en la Ruta 51”– según la cual las víctimas habían intentado sustraerse, a bordo de un vehículo, de un procedimiento de control realizado por el ejército, actitud que había traído como consecuencia el abatimiento de las mismas.
En una publicación posterior, el diario confirmó la identidad de las víctimas, sindicándolas como integrantes de “Montoneros”.
Anoticiada por aquel medio, María Teresa LODIEU se constituyó en una comisaría de la ciudad de Bahía Blanca para llevar cabo el reconocimiento del cadáver de su esposo. En el acto, fue sometida a arresto e interrogatorio, y finalmente conducida en vehículo militar y bajo la amenaza de armas, hasta la morgue del Hospital Municipal Dr. Leónidas Lucero.
Allí pudo ver el estado catastrófico en que se encontraba el cadáver de HERRERA, con grandes orificios en las encías, ausencia de varias piezas dentarias y de ambas tetillas, numerosas marcas en los brazos y tórax y lesiones en los genitales.
Si bien en los certificados de defunción de ambas víctimas se consignó la misma causa de muerte –“hemorragia masiva aguda”–, las fechas de fallecimiento allí informadas difieren entre sí: 4 de mayo de 1976, en el caso FARIAS, y el 3 de mayo del mismo año, respecto a HERRERA.
Los cuerpos de ambas víctimas fueron retirados del nosocomio municipal por sus familiares el 11 de mayo de 1976 -en el caso de HERRERA- y el 12 del mismo mes -en el de FARÍAS-, para su posterior inhumación.