Oscar Pasquaré viaja en el éter

Por estas horas, a sus 85 bellos años, murió el maestro Oscar Pasquaré. Locutor, músico y artista. Apasionado por la cultura y sobre todo generoso con sus pares y con la audiencia. Era amigo y maestro de esta radio. Era amigo y maestro a secas, y lo hacía con una modestia que daba clases.

Sin lugar a dudas, el maestro Oscar Pasquaré es pasado y presente de la radio en nuestra ciudad. Pero también de la televisión (Canal Siete) y el teatro. Premio Podestá. Fue docente en el teatro y en la locución. Fue integrante de la Comedia Provincial en el Teatro Argentino de La Plata, la Comedia del Sur y de muchos proyectos teatrales. Durante sus últimos años participó del grupo Nuevodrama y del Centro Cultural La Panadería.

Pasquaré jugaba a la radio de pibe. En 1957 concursó como administrativo en LU7 y cuando surgió una vacante comenzó a desempeñarse como locutor. Trabajó en Radio Nacional desde que se fundó en 1965 hasta lo echó Menem. “Por aquellos años nos cambiábamos el nombre. Surgía de cada uno porque pensábamos: ‘capaz me escuchan en el barrio y me cargan’”. Dijo en una entrevista a FM De la Calle.

“Mi hermano mellizo, que también trabaja en la radio, cuando éramos chicos uno siempre fue el rubio y otro el negro. Yo era el rubio, ahora somos los dos pelados y no tenemos problema, pero en esa época, me acuerdo había hecho el relato de un radioteatro y Cañón, quién me abrió las puertas de LU7, tenía que anunciar en los relatos ‘fulano de tal’ y no lo sabía. Entonces: ‘En los relatos, Oscar Alberto Rubio’. Y ahí me quedó. Mi hermano, que después entró en LU3, que le decían el Negro,  le pusieron Grone, se jugaba con eso”, comentó Oscar entre risas.

En la ya inexistente LU7 su primer anuncio fue “Cafiaspirina”: “Siempre me gustó. Esa pasión. Uno iba repasando el aviso cuando venían esas tandas, era una cosa linda. El privilegio de poder trabajar en la radio, actualmente sigo pensando lo mismo, es un privilegio poder expresarse y decir ante los demás”.

Oscar, dijo que siempre le gustó más el rol de locutor tandero que la animación: “Era tandero por excelencia”. Pero, ¿cómo se hacían las tandas en aquella época?: “Había una carpeta, un bibliorato que llamábamos, con todas las publicidades y en algunas decían entre paréntesis ‘disco control, ojo’. Entonces, las ráfagas musicales iban con un larga duración, así que pobre operador mirando para ponerlo, porque si lo ponía mal ¡la que se armaba!”.

Yo me acuerdo cuando se inauguró Radio Nacional, empezamos con Medina y otro, que fuimos los primeros locutores, a mirar la literatura y la forma de hablar. Teníamos miedo de meter la pata como decimos habitualmente, con el tiempo fuimos mejorando”, recalcó.

Oscar destacó el clima de camaradería que existía, colegas con los cuales fueron formándose y aprendiendo la profesión: “Aprendíamos de los que sabían: Dardo Omar Morantes, Juan Carlos Beltrán, Betty Fernández, Armonía Pérez Palmer. Una cantidad de compañeras y compañeros que, si bien no trabajábamos juntos, nos juntábamos asiduamente. Pero voces que verdaderamente han marcado un hito en la radiofonía local. Algunos han partido para el silencio, han callado su voz y otros se han ido de Bahía Blanca, pero conservo de todos ellos, esa gente que uno admiraba y después poder trabajar con ellos. Entonces cómo no ibas a estar atento”.

“Fue una época bohemia linda, yo te estoy hablando de esa época en donde LU7 era la filial de Radio El Mundo. Entonces, cuando viajábamos a Radio El Mundo, teníamos el privilegio en el auditórium se sentarnos en la primera fila. Conocíamos a Fontana, Carrizo, toda esa gente, Radio El Mundo era la catedral en esa época. Me acuerdo que estaba ese día y nos dicen: ‘Esperen un cachito que ahora viene Troilo con Cárdenas y Goyeneche’. Era algo que no lo podías creer. Venía Luis Sandrini y nosotros traspasábamos el vidrio”.

Oscar Pasquaré es referente de muchos y muchas. Supo hacer de la radio no sólo una profesión, sino también, una forma de vida. Y sobre todo lo supo transmitir con pasión. Fue fundador de muchos espacios de los que participó.

Siempre es una tristeza la despedida. Pero cabe, ante una existencia como la de Oscar, celebrar su paso esta vida a la que supo honrar con su voz, su atención y con su cuerpo. Ahora Oscar viaja por el éter y podemos sintonizarlo en los mejores recuerdos.

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