Perdió a su esposa en Bahiense del Norte y reclama justicia: “Estamos condenados a la perpetua ausencia de nuestros seres queridos”

Pasaron 7 meses del temporal que azotó a la ciudad el 16 de diciembre del 2023. La Unidad Funcional de Instrucción y Juicio N°1, a cargo del doctor Cristian Aguilar, tramita una causa por el derrumbre de un paredón del club Bahiense del Norte que provocó la muerte de 13 personas. La palabra de Sebastián Mazza, esposo de una de las víctimas fatales.

El 16 de diciembre murieron en el Club Bahiense del Norte por la caída de un muro 13 personas: Rosa Miguelina Figueroa (66), Bryan Ortega (27), Diego Carrasco y Diego Cassati (45), Adriana María Contento (63), dos matrimonios compuestos por Federico Luis Dúo y María Laura Rodríguez de 44 y 43 años y por Luis Pérez y Juana Graciela Danszyt de 67, Rubén Baldi de 45 años con su hijo de 5, Benicio, y dos docentes, Juliana Barquero de 51 y Norma Nieto de 61.

Barquero era madre de tres hijos y esposa de Sebastián Mazza, quien además es uno de los abogados de la causa. Juliana hubiera cumplido 52 el día siguiente a la tragedia.

Mazza visitó el estudio Heinrich y Loyola de FM De la Calle y relató el estado del trámite judicial. “Esto excede la situación de homicidio culposo. Hay más de una decena de muertos todos juntos, en el mismo lugar y por el mismo motivo. Esto no puede quedar como una mera cuestión natural. Estamos condenados a perpetua, a la perpetua ausencia de nuestros seres queridos”, dijo.

Queremos proponerte que cuentes hasta donde vos quieras y te parezca necesario tu caso familiar, cómo fue esa jornada, y después meternos en la causa en la cual estás como víctima y también acompañando a otros particulares damnificados como abogado.

Efectiva y desgraciadamente me toca el papel de víctima en esta circunstancia, más allá de mi condición de abogado. Estoy siendo asistido por el doctor Otharán y yo también estoy trabajando en el caso, no con la intensidad que lo hace él, pero también estoy trabajando.

En relación a ese día, que hoy se cumplen 7 meses, te imaginarás que el día 16 ha quedado para mí grabado a fuego malamente. Ese día yo arranco temprano por la mañana, era un sábado apacible, aunque esperando el verano con todo lo que tiene esa época del año, donde uno añora hacer cierres de ciclo, agradecer haber vivido un año más. Lo que le puede pasar a cualquier persona por la cabeza me pasaba a mí ese día, con un agregado, al día siguiente era el cumpleaños de mi esposa, con lo cual salí temprano a la mañana al centro a buscar un regalo, que como era habitual entre nosotros, no se podía saber qué era. Entonces entré a mi casa después, medio a escondidas, con su regalo.

Sobre mediados de la tarde del sábado, mi hijo me pide que lo lleve a la cancha de Olimpo a ver un partido y le digo: mirá, me la estás complicando porque después te tengo que llevar a cenar a otro lado y tengo que estar con tu hermanita y con tu madre en Bahiense del Norte. Como era habitual, todos los años, el cierre de año en el show de patín. Lo llevo, retorno a mi domicilio y tiempo después, una hora y pico después, veo que mi esposa se apresta a salir muy rápido y le digo pero ¿dónde vas? Y me dice que es más temprano y tiene que ir al club, le digo que está feo, que la voy a llevar.

La llevo, 7 menos 10 la dejo en la puerta de Bahiense del Norte a ella y a mi hija y le digo que en unos 20 minutos más o menos estoy por acá. Yo tenía que retirar a mi hijo, a quien había dejado las 17 horas en Olimpo, pasar a buscar unas cosas por un negocio. Yo tenía el otro ticket para estar al lado de Juliana, como hacía todos los años presenciando el show de patín, aunque en general ella se dedicaba a maquillar a las nenas, entonces el show lo miraba solo, pero este año, por un motivo que desconozco, ella no estuvo en esa sesión de maquillaje y decidió ir a sentarse a un lugar donde no se sentaba nunca.

Yendo a buscar a mi hijo a la cancha de Olimpo, voy en compañía de mi hijo del medio, y como iba sentado arriba del teléfono, le digo, mirá, tenémelo, porque se va a romper. Empiezo a manejar y a las cuadras previas, antes de llegar a Olimpo, estaba todo obturado por árboles caídos y mucha agua, era un verdadero desastre, era imposible llegar, había empezado la gente a circular en contramano con los vehículos. Con mucho cuidado tengo que reconocer, porque cuando uno ve esa situación de caos puede imaginar que hubo choques por todos lados y hasta donde tengo entendido eso no ocurrió, o por lo menos yo no lo ví. Y en un momento mi hijo pega un grito, lo miro y no entendía nada, se le transforma la cara, pobre, y le digo ¿pero qué te pasa? Y me dice papá, se cayó el techo y hay muertos en Bahiense del Norte.

Lo había visto en una noticia de un grupo de WhatsApp. Digo ¿qué decís? Me puse realmente muy mal, doblé como pude y empecé a transitar por donde pude para acercarme hasta el club. Dejé el auto literalmente abandonado, tirado en la calle Juan Molina y Vieytes, y de ahí fuimos corriendo hasta Bahiense del Norte, por supuesto mi hijo corría mucho más rápido que yo y estaba desesperado y lloraba y yo tratando de que se calmara y a la vez sin entender del todo qué estaba pasando. Cuando llegamos al lugar el escenario era espantoso, era terrible porque ya estaba la luz cortada, había móviles, entiendo que eran bomberos y policía.

Caos, mucho caos, cables, árboles y agua. Entramos gritando hasta el nivel de la desesperación, cuando digo gritar, es gritar los nombres de mi esposa y de mi hija cuando una de las personas que estaba parada ahí me pregunta quién era la nena. Cuando le digo, me dice, no, las nenas están en un palier contiguo.

Salimos corriendo para ahí con mi hijo y después de un ratito, porque había muchas criaturas en un estado bastante complejo todo, la encontramos y le dije a mi hijo quédate vos acá que voy a buscar a tu mamá. Cuando pretendo volver a ingresar por Salta 28, empiezo a ver a mi derecha muchos ladrillos caídos en la zona de cancha de paddle. Ingreso un poco más y salía un dirigente de Bahiense del Norte, (Leandro) Ginóbili. Le pregunto, ¿pero qué pasó? No sé si me dijo un tornado, un huracán, me dijo una cosa al pasar y él salió y yo seguía adentrándome hasta que en un momento empiezo a ver todo oscuro, muy negro, y al ver los ladrillos y lo que mi hijo me había dicho pude suponer que se me iba a caer el techo encima, con lo cual tuve un segundo para desandar el camino, salir y dar la vuelta por la calle, di la vuelta a la manzana, casi literalmente media manzana, ingreso a Bahiense del Norte por el estacionamiento que da la cortada de calle Bravard, que desemboca específicamente en la cancha de patín, donde se patina, y lo que vi ahí adentro fue espantoso.

Fue terrible, no podía creer lo que estaba viendo, estaba todo oscuro, había mucho polvo en suspensión y había una iluminación muy difusa, muy tenue por un reflector que estaban manipulando supongo que era un bombero o alguien de Defensa Civil por cómo estaba vestido, que estaba en el piso a unos 10 o 15 metros de donde estaba yo y cuando miro hacia arriba veo que la pared no estaba. Había escombros tirados sobre el parqué, para que se entienda. Yo estaba ubicado casi debajo del aro de esa cancha, que es donde tiene el ingreso por el lateral.

Cuando miro a mi derecha, fue bastante duro. Empiezo a ver cuerpos tirados, vi dos o tres cuerpos a unos tres o cuatro metros me acerco y observo, no los conocía, y cuando miro hacia mi izquierda, veo el sector de las tribunas. Había gente apoyada en la baranda, como quien está en espera, cargados de escombros, literalmente sepultados en escombros, pero sentados.

Una cosa muy impresionante fue ver los rostros de esa gente inmóvil y, supongo yo, a esta altura fallecida de forma muy traumática. Fue una imagen impensable. Me debo haber paralizado unos segundos, un minuto, la verdad que el tiempo ahí no lo podés dimensionar y me pongo en acción queriendo avanzar yendo a buscar a mi esposa y ahí es donde vienen dos personas y me sacan.

Les imploré que me dejaran ayudar, me dijeron que no, y me mandaron a los hospitales. Y ahí tuve un peregrinar por los hospitales, bastante largo. Lo voy a abreviar. La historia es bastante más larga, porque estos fueron casi ocho horas, donde de forma recurrente iba al Hospital Municipal, volvía a mi domicilio, me cambiaba porque había estado lloviendo.

Volví a salir al Hospital Penna, donde habían entrado entre 10 y 12 personas, pero habían entrado conscientes, con lo cual estaban los apellidos y mi esposa no estaba. Voy a la Policía Federal y encuentro el portón cerrado. Voy a la Comisaría Segunda y me encuentro con una persona muy joven, con una vela, no había energía eléctrica, y me dice no, señor, vaya a los hospitales. Me acuerdo que le dije “nena”, porque la vi muy joven, digo vengo de los hospitales, ya no sé qué hacer.

En el medio me empiezo a desesperar y una de las personas que andaba por ahí me dice que podía haber habido gente que estaba en estado de shock, caminando por la calle perdida, y en esa desesperación mando a los grupos de WhatsApp donde estoy, que son dos o tres de gente allegada, conocida, los datos de mi esposa, para ver si alguien la había visto extraviada en la calle, y sobre la una de la mañana vuelvo a Bahiense del Norte, después de haber ido ya dos o tres veces más al Hospital Municipal. No me dejan entrar y había una mujer, una efectiva de la Provincia de Buenos Aires, de la Policía, le explico la situación, no me permite el ingreso, le imploro porque estoy buscando a mi esposa, y me dice decime cómo está vestida. Le doy una descripción breve porque tampoco tenía en la retina tan en detalle que tenía puesto mi esposa, ingresa y cuando ingresa, presencio una situación muy terrible, ahí empecé a tomar plena conciencia del desastre donde estaba envuelto: viene una mujer joven, unos 10 años menos que yo, y le pregunta al efectivo masculino que estaba al lado de esta chica que había ingresado por su hermano y su sobrino, cuando les dice el apellido, el agente de policía, sin inmutarse y con voz de mando le dice: “Están fallecidos”.

La mujer quedó petrificada. Yo no podía creer lo que estaba viviendo a esa altura. Traté de asistirla, después vino un familiar, la contuvo y se la llevó, y al minuto sale la mujer que estaba dentro y me dice mirá, por la descripción que vos me das, es probable que sea el cuerpo que está faltando identificar. Me volví loco. Déjame entrar, por favor. Me volvió a decir que no. En esa especie de insistencia verbal, este agente me dice, ándate a tu casa a llorar con tus hijos, le contesto algo grueso y le digo ¿a vos te parece que yo puedo irme a mi casa a decirle a mis hijos que me parece que la madre está muerta?. Vuelvo a insistir, me dicen que no y me voy. A esa altura, mi hijo seguía en Olimpo, sin comunicación alguna, y a través de un dirigente conocido, me pasa una foto de Whatsapp que mi hijo estaba allá. Me voy a buscar a mi hijo, por supuesto de esto, mientras tanto, no le digo nada. Cuando recupero a mi hijo, alrededor de la una y pico de la mañana, él me dice bueno, papá, estamos todos. Digo no, mirá, tu mamá no aparece y no termina de decir eso, esto lo he contado pocas veces, él me dice muy emocionado que tenía una mala sensación hacía horas.

Yo no dije nada de lo que me habían dicho en Bahiense del Norte porque no tenía la confirmación y lo dejé en mi casa con su hermano del medio y con su hermana más chiquita, con quienes para poder entrar a mi casa entre todas las cosas que pasaron se habían trabado las puertas y tuvimos que entrar a las patadas rompiendo una puerta interna. Todo muy complejo, sin energía eléctrica y el celular que se me caía la batería. Sin saber qué hacer, un vecino me presta una linterna y me voy caminando hasta la Comisaría Segunda, por segunda o tercera vez, no sé. Y fue terrible porque caminaba por la calle por miedo a la cantidad de cables que estaban cortados de energía eléctrica que había en las veredas y aún caminando por la calle era bastante dificultoso porque había árboles, a veces añosos, muy grandes, hubo una escena muy surrealista, terrible a esa altura. Ahí me brotó la desesperación cuando no podía pasar ni siquiera por la calle y tuve que abrirme paso entre dos árboles que estaban completamente cubriendo la calle Roca a unos 100 o 150 metros de la comisaría. Pensé que era todo un sueño, no lo era.

Y cuando llego a la comisaría, todo a oscuras, absolutamente oscuras. Es decir, para que se tenga una idea, todo negro, justo estaba esta chica, que había estado en la puerta de Bahiense del Norte. Entro, me llama por el nombre y me da el anillo de mi esposa. Sentí que se me cayó el mundo encima y tuve un segundo donde sentí morirme. Tenía que volver a mi casa a decirle esto a mis hijos y no sabía cómo.

Esas siete u ocho cuadras que me separan de la comisaría fueron muy duras. Para esto serían las tres y media de la mañana. Llego a mi casa, le doy la noticia a mis hijos, a los mayores, y hora y media después, me suena el teléfono, era de la morgue del Hospital Penna, a ver si podía ir a reconocer el cuerpo. Me acompaña un conocido, un amigo, cuando estaba amaneciendo, ya serían las cinco de la mañana más o menos, la gente acomodaba las cosas en la calle y yo no podía creer estar yendo al Hospital Penna a hacer eso…. Y con qué cosa me iba a encontrar allá, el día del cumpleaños de mi esposa.

La verdad que fue muy duro y más duro fue volver y despertar a mi hija, que los hermanos la habían acostado para que estuviese tranquila y que había dormido desde la medianoche. A partir de ahí mi vida, la vida de mi familia, de mis hijos, de los padres de mi esposa, de mi cuñada, de la prima de mi esposa y de la gente cercana que está siempre pasó a ser otra, y no otra cualquiera, no otra vida que uno eligió, algo que te impone, fue una cosa terrible esto.

Durante varios meses anduve en mi cabeza con esta cuestión humana de la pérdida sin entender bien qué había pasado acá. En un principio, uno puede asociar todo con una cuestión climática que existió, pero la cuestión climática fue generalizada. Y hasta donde yo sé, no hay otras víctimas fatales. Si hay alguien que tiene otra información, se agradece. Yo no la conozco. Esto me llevó a pensar que algo no estaba bien en Bahiense del Norte.

Y meses después y a raíz de que mi abogado y mi amigo me impulsaran a ponerme de pie, que empezara a trabajar en mi actividad. Yo necesito trabajar todos los días, como todos, para subsistir. Empecé a adentrarme en la causa judicial y cuando tomé conocimiento de las pericias técnicas, es decir, de las pericias de ingenieros respecto de la construcción del estado defectuoso en origen y de defectuoso mantenimiento de la construcción, tomé conciencia de que esto era evitable. Ahí entendí por qué en otros lugares no murió gente. Algunos me dicen bueno, otros clubes se cayeron. Lamento decirles que todo lo que se cayó estaba mal hecho, porque, por ejemplo, la cancha de Estudiantes, lo que se cae es lo que estaba mal hecho. El estadio Casanova es construido y techado en el año ‘59 si no me falla la memoria, y ahí está, por suerte. Pero ahí se tuvo en cuenta la alerta. Ahí la gente obró de buena fe, obraron como corresponde y acá, desgraciadamente, omitieron todo tipo de cuidado a sabiendas de que la alerta meteorológica implicaba un código naranja y algunos hasta hablaban off the record de código rojo. La alerta naranja para que se entienda, es una denominación técnica que utiliza el Servicio Meteorológico Nacional para etiquetar algunas situaciones e implica riesgo para la vida, riesgo para los bienes y riesgo para el ecosistema.

Aun así, lejos de suspender, anticipan el horario. Este informe es de las 17:44 para Bahía Blanca y habitualmente las citaciones a los eventos de patín eran una hora exacta antes, esto estaba anunciado para 20:30, tenían que haber sido convocados 19:30. Y los convocaron a las 19 y no se entiende el motivo. Y esto no es menor, porque este desastre donde quedaron sepultados abajo de mampostería y de bloques, un número de personas que supera la decena, pero que hay otros tantos lesionados graves, podría haberse evitado porque esta situación se dio entre las 19:15 y las 19:30. De haber sido citados como todos los años una hora antes, esto a la gente le agarra en la calle o no llegan a ingresar al club, entonces hay un montón de circunstancias acá que hay que esclarecer.

La pericia está incorporada a la causa desde el 18 de diciembre y después fue completada en el mes de febrero con los mismos lineamientos, con algún grado de detalle un poco más importante.

Técnicamente lo que describe, respecto del estado de ese paredón, el muro fue construido sin ningún tipo de refuerzo estructural, esto es literal. La mampostería no tiene vínculo con la estructura parabólica del techo. Para que se entienda, la pared no estaba agarrada, no tenía amarre con el techo, eso es lo que está diciendo.

Desde el metro, esto tiene 11,9 metros de altura, hasta el metro 7, tiene los encadenados y columnas que debía tener, por eso desde ahí hacia abajo no ocurrió nada y todo lo que cae es lo que va desde el metro siete hasta el metro 12,5 metros de altura por 35 metros de ancho, cinco columnas verticales y sin encadenados horizontales.

Como si esto fuera poco, y no lo es, los ladrillos no estaban completamente adheridos unos con otros, lo que hizo que esto funcionara casi como un conjunto de ladrillos apilados. Esta frase corresponde a la pericia. Yo creo que con eso ya no tendríamos que estar hablando de ninguna otra cosa más para que se entienda que esto no fue el clima. El clima es un evento general, natural, muchas veces, aunque no siempre imprevisible, acá no lo era tanto porque las alertas estaban.

Y acá dice, por ejemplo, que los trozos de mortero demuestran -el mortero es la mezcla- que la mezcla no se ha adherido bien en los ladrillos y por lo tanto la pared funcionaba como un conjunto de ladrillos apilados y con una mala vinculación entre unos y otros. Esta condición evidentemente afecta la seguridad del muro. Cuando empiezo a ver esto me doy cuenta que hay responsabilidades que atribuir y que hay muchas cosas que aclarar. La Fiscalía actuó muy rápido, muy bien en el primer tiempo, después hubo un momento donde no se avanzó tanto y creo que con estos elementos se puede seguir trabajando.

¿Esto no lo pudiste contar todavía ante el fiscal?

No, si bien yo soy víctima en función de que soy el esposo de Juliana y el padre de mis hijos y en representación de ellos, no sé si mi testimonio podría tener alguna relevancia en términos de lo que vi, pero no creo que sea central. Sí me parece central el testimonio de los que en ese momento estaban ahí, que yo he escuchado por los medios, escuché un muchacho que dijo “vi a la pared moverse como una hoja de papel”.

El que conoce ese lugar o el que va a ese lugar, digo el que va porque está abierto, eso lo abrieron a los tres o cuatro días, ya había gente haciendo actividad. Además de increíble, de mal gusto. Te diría casi una provocación.

Ese muro moviéndose como una hoja de papel, es algo impensable. Los que se han salvado han contado que cuando ven esto se arrojan al parqué desde las gradas, voy a utilizar un término futbolístico, en palomita se tiran, y así y todo, muchos fueron alcanzados en parte de su cuerpo por la mampostería cayendo. Apliquemos la física básica, la cantidad de kilos, la altura y la aceleración que eso produce sobre cuerpos de promedio 60 o 70 kilos, los que se han salvado están mutilados. Yo digo que estoy gratis acá porque yo tengo el otro ticket y por 20 minutos yo no estuve sentado ahí. De haber sido así, claramente no estaría con vos, o estaría con vos mutilado. Esto no puede quedar como una cuestión meteorológica.

¿Cuál sería la calificación legal?

Entiendo que el fiscal está recolectando otra serie de pruebas y que en algún momento esto puede ser de otra forma. La verdad no lo sé. A mi juicio, y esto es una opinión personal, pero no antojadiza. Soy víctima pero soy abogado, tengo 23 años de abogado, tengo alguna experiencia no muy larga de haber trabajado en la justicia penal y de ejercicio de la profesión, yo no voy acá a hacer una cuestión jurídica caprichosa, creo que después de todo lo que uno lee y de lo que uno puede pensar y de la experiencia de años, acá se configura el delito de estrago. La etimología de la palabra estrago implicaba en su origen ruina y masacre…

Cuando sigo estudiando esto y veo las características del hecho, esto excede el mero homicidio culposo, porque es una situación de peligro común, no es una cuestión individual o plurindividual. Acá se ha generado una situación de peligro, que se la ha mantenido en el tiempo, y ese peligro en abstracto, que no implica absolutamente nada mientras el hecho no se produzca, se termina concretizando con el daño a la gente y con la muerte. Ahí es donde se configura el delito -para que se entienda- de haber caído la pared y no haber habido nadie, no hay un delito, habría una cuestión administrativa, habría habido, en todo caso, alguna cuestión administrativa civil.

Ahora, al haber producido heridos y muertos, acá hay más de una decena de muertos, todos juntos, en el mismo lugar y por un mismo motivo. Yo no recuerdo en Bahía Blanca una causa de estas características, más allá del Elevador 5, que tuvo otras connotaciones y otras circunstancias de tiempo y lugar. Por eso esto no puede quedar como una mera cuestión natural.

Había gente que en algunos comentarios decía hágale juicio al viento. ¿Ustedes se dan cuenta la maldad y el cinismo? Y esto lo digo porque el viento arrasó un montón de lugares y -repito- hasta donde yo sé no hay otros muertos. Entonces, evidentemente, acá las cosas estaban mal y muy mal hechas y no se respetaron ni siquiera las alertas.

Y ahí actúa esto que decías de la continuidad del peligro, pensando que esa obra que representaba un riesgo, más allá de la data de su construcción, genera responsabilidades.

Lo de la data es absolutamente irrelevante porque hablar de 1978 no es hablar del año 1520 de Juan de Garay. 1978 es la modernidad, y esa misma pared hasta la mitad estaba hecha como corresponde. Entonces, no tiene que ver con el año en que se construyó.

Yo pregunto, la Biblioteca Rivadavia está construida en el siglo XIX y afortunadamente y gracias a Dios ahí está. El Club Estudiantes está construido, techado, en el ‘59 y afortunadamente ahí está. Entonces, lo de la data es un dato para distraer, para confundir, para hacer pensar que porque es viejo hay menos responsabilidad cuando es exactamente al revés.

Yo le pregunto a usted, si usted tiene un auto en malas condiciones, modelo ‘78, y sale a circular a 100 kilómetros por hora por la avenida Alem y mata a 10 o 12 personas. Usted no puede después ir a la justicia a decir no, mire, a mí esto me lo vendió una persona que se murió y el mecánico que lo arreglaba también se murió. Eso es lo que están queriendo hacer, un disparate total y de un cinismo importante.

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¿Cuáles serían las responsabilidades que recaen sobre las autoridades del club? ¿La actividad de patín en particular era organizada también por el club o había algún otro tipo de organización?

Hasta donde yo tengo entendido, esto era organizado por el club, en esa organización intervenían un sinnúmero de personas, más allá de las autoridades estatutarias del club, hubo gente organizando eso, poniendo horarios, modificando horarios, anticipando horarios. Eran shows que eran pagos. Esto era un show con un despliegue, de costo para las familias bastante importante, siempre lo fue, y uno jamás pudo pensar que el factor de riesgo estaba ahí. Al día de hoy me pasa que no puedo creer que esto haya ocurrido ahí.

Cuando uno advierte lo que establecen las pericias, si esto hubiese ocurrido con la gente adentro, con toda la gente adentro, yo tengo videos de otros años, he estado ahí, con eso colmado de gente, todos apretados. Acá podía haber habido tranquilamente centenas de muertos, no sólo por lo que implicaba la caída del muro, sino por el efecto del susto de querer salir corriendo todos, podría haber muerto un sinnúmero de personas y podría haber sido una tragedia descomunal. Para mí que lo padecí ya lo es, pero digo en términos cuantitativos.

Te he escuchado en otras entrevistas decir que respecto a la búsqueda de justicia a vos te da igual, sea Bahiense del Norte o cualquier otro club…

Por supuesto. Yo no hago esto porque es ese club, ni voy a dejar de hacerlo porque es ese club. La causa está andando, se está instruyendo, el fiscal está trabajando. También entiendo que los tiempos de las víctimas, el reloj de las víctimas se marca y corre de otra manera que los tiempos judiciales.

Y esto, lamentablemente, lo sé como abogado. Hoy estoy parado con un pie siendo una víctima y con otro pie tratando de trabajar de abogado acá, lo que no es sencillo, entonces a veces también tengo que entender que los tiempos de la justicia, de los medios que utiliza la justicia y de la situación en la que se encuentra, a veces con poco personal, a veces con pocos medios y con causas que pueden ser técnicamente complejas, estemos donde estemos, pero esto no implica que uno no reclame lo que corresponda.

Yo quiero decir, ya que vos nombraste cuando empezó la nota a todas las víctimas, que es lo que hago habitualmente cuando cierro, y lo hago para que se tome conciencia de que no es un número, son personas con nombre y apellido. Voy a decir simplemente esto, ahí murieron abuelos, ahí murieron tíos. Ahí murieron madres. Ahí murieron padres. Ahí murió un chiquito de 5 años.

Ahí murieron o le mataron los sueños a un sinnúmero de personas y eso no tiene vuelta. Por eso en alguna nota dije que nosotros estamos condenados a perpetua, a la perpetua ausencia de nuestros seres queridos. Los demás en algún momento se estresan y se van de vacaciones o festejan un cumpleaños. En mi caso, de ese tiempo hasta acá, en mi casa han pasado tres cumpleaños, una Navidad, un año nuevo, una Pascua y no te quiero contar lo que fue. Yo te tendría que contar cómo era antes y después no decir más nada.

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