Quino: sustancia de la evocación
(Por Astor Vitali) Desde ayer que las redes sociales están repletas de imágenes de Mafalda y otras creaciones del artista Quino. Evocaciones de todo tipo a sus enseñanzas y cuánto nos acompañaron sus creaciones durante las diferentes etapas de la vida y cuánto nos ayudaron a comprender el mundo. Al mismo tiempo, el mundo gira en una lógica inversa a la que aprobaría Mafalda y muchas de sus preguntas filosas siguen interpelando el ejercicio del poder como norma en lugar de la práctica de la solidaridad como filosofía de vida (como acción y no como pregón). ¿Cómo eludir el pensamiento crítico a la hora de evocar a un pensador crítico?
Las miradas ácidas de Quino iban en contrasentido de lo políticamente correcto. Sus preguntas son del orden del señalamiento de las contradicciones y develan las caretas sociales que nos solemos imponer. El artista murió ayer pero su obra es de carácter vital y continúa su efecto corrosivo sobre las hipocresías de orden global y también sobre las de carácter cotidiano, doméstico.
Cuando uno mira a una cantidad de dirigentes políticos -que están en la vuelta hace rato- hacer gala de su admiración por el artista y piensa cuál es el lugar que ocupan las políticas culturales en la agenda partidaria y de gobiernos percibe que la contradicción está a la vista. ¿Cuánto se ha invertido en educación y en cultura como para sostener con lo hecho los dichos de que nos importa tanto el legado de este artista?
Cuando uno mira hacia dónde viró el mercado editorial –vamos a poner argentino para tomar algo asequible- observa que la publicación de contenidos críticos, creativos y populares (como los de Quino) ha sido reemplazada por la edición de contenidos funcionales, estereotipados y masivos. Seguramente las editoriales se harán unos buenos mangos a partir de este suceso con la re edición de sus obras y harán publicidad y homenajes.
Así como el artista era reacio a algunas de las creaciones audiovisuales que se conexionaron a partir de sus personajes, conviene desconfiar de cualquier intento de mercado de masificar a través de la simplificación una obra que requiere espacio, contemplación y predisposición a la reflexión. Una tira que a nuestro artista le llevó ocho horas diarias (por cada tira) durante ocho años (Mafalda) contiene una cantidad y calidad de trabajo inscripto en ideas humanistas y artísticas que apuntan a prácticas que no pueden englobarse en los lineamientos editoriales actuales.
Un buen homenaje a una obra crítica es la reivindicación de su legado crítico en la acción concreta, no en la declamación simbólica para el compendio de unas colecciones.
Quino sostuvo durante su última década de vida que había dejado de dibujar porque sentía que se repetía y que ya estaba bien de decirle al mundo que está funcionando mal. Que cuando el comenzó a publicar había un mundo en auge político, ideas de liberación, movimientos de mujeres, las discusiones sobre la paz y sobre la construcción de sociedades justas. En la actualidad sus obras permanecen vigentes porque su tema, lamentablemente, es de actualísimo orden: el ejercicio del poder.
Mafalda, situada en las calles de San Telmo de la mano de un dibujante mendocino, tiene carácter universal porque habla de conductas sociales que se repiten, variando algunos elementos –como él mismo señaló, por ejemplo, que antes los gobernantes ocultaban sus cosas y ahora las hacen de manera abierta-.
Quino representa también la idea del trabajador de la cultura. Le costaba dibujar durante sus primeros años pero tuvo el contexto familiar adecuado y el aliento para desarrollar su anhelo de dedicarse al arte. Entonces, pensando en un joven mendocino en la mitad del siglo XX con todo eso por vivir, no puedo eludir la pregunta: ¿cuántos niños y niñas de Argentina tienen hoy el entorno favorable para desarrollar sus anhelos y ser apuntalados? Si tanto apreciamos a Quino ¿cuántas condiciones generamos para que más niños y niñas sigan sus pasos? ¿Cómo es posible reivindicar el sentido de su obra y aceptar la progresiva decadencia de la educación argentina por falta de inversión y de visión política? ¿Cómo se puede celebrar a Mafalda y no inmutarse por el analfabetismo funcional? ¿Qué tiene que ver ese mundo de ideas con la violencia social existente, la trata, en narcotráfico y la pobreza estructural de la que son víctima millones de niños y niñas en el país de Mafalda?
Tal vez sería más simpático hacer el editorial de hoy refiriéndonos a las virtudes de su obra y enternecernos con algunas de sus tiras y contar anécdotas al respecto. Sin embargo, me resulta ineludible despedir a un artista crítico y comprometido si no es a través de la crítica y del propio compromiso que debería surgirnos desde la interpelación que emana a través del contacto con su obra.
Hoy tuiteó el periodista Reynaldo Sietecase: “Hace años le hice una entrevista pública a Quino en la Biblio Argentina de Rosario y le pregunté si se imaginaba a Mafalda de grande y me dijo: ´Imposible, sería una detenida desaparecida´.”
Gracias, maestro. A usted se lo despide y a sus obras se las sigue consultando porque perviven y persisten en interpelarnos. De todo lo dicho, se me da por pensar que hacen falta menos Susanitas y más Libertades.