Seis mil millones de kilómetros: el cuerpo en el espacio
“Es una obra de danza”, dijo a FM De la Calle Juan Martín Larrosa, integrante del elenco, haciendo referencia a una intención de no catalogar la propuesta como “contemporánea o futurista. También esa una obra que va por otro lugar, que ocupa el cuerpo un montón. Vas a ver un montón de movimientos que por ahí no es lo establecido como danza”.
Se trata de Seis mil millones de kilómetros de Natalia Martirena, que se estrenará hoy a las 20 horas en Förum, Corrientes 123.
El elenco está integrado por Elena Fuster, Araceli Marquez, Flavia Valeri, Damian Poin y Juan Martin Larrosa. La musicalización es de Pepi Amodeo –parte de la propuesta es ejecutada en vivo-. Se volverá a presentar los días 18 de octubre, 1 y 8 de noviembre a las 20 hs, en el mismo lugar.
La propuesta “tiene como punto de partida el disco de oro que transporta la sonda espacial Voyager 2. Cinco exploradores espaciales intentan descifrar e interpretar un archivo lanzado al cosmos miles de años atrás. Un disco de oro con imágenes, fórmulas, música, de un planeta ubicado a años luz de distancia, la tierra. Objetos, voces, sonidos inundan el laboratorio. Algo imperceptible los afecta y altera ¿lo humano es contagioso?”, según expresó su producción.
“El cuerpo es un lenguaje en el que nosotros nos fuimos formando. Entonces el pasaje de esa parte conceptual al cuerpo quizá la tenemos aceitada, lo que no significa que sea el mismo pasaje. Pero en ese laberinto personal cruzado entre nosotros fue surgiendo la obra”, dijo por su parte Elena Fuster.
Por otra parte, es una de las seleccionadas por el Consejo Consultivo que administra el Fondo Municipal de las Artes.
Esuchá la nota completa:
Lo humano en órbita
Enviada al espacio en el turbulento 1977 la sonda Voyager lleva consigo un disco de gramófono de oro sólido preparado por Carl Sagan, con información sobre los seres humanos: saludos en 55 idiomas, sonidos de ballenas, tormentas, cantos navajos, javaneses, búlgaros, percusión de Senegal, ragas de la India, canciones de Japón, Perú, México, Stravinsky, Louis Armstrong, cantos de pájaros, Chuck Berry, Beethoven, fotografías, gráficos, fórmulas matemáticas, y también las ondas cerebrales transpuestas a sonido de Ann Druyan, asistente de Sagan y encargada de seleccionar el material grabado en el disco.
“Le pregunté a Carl”, escribió Ann Druyan tiempo después, “si uno de esos supuestos extraterrestres de dentro de 1.000 millones de años sería capaz de interpretar las ondas cerebrales del pensamiento de alguien. «¡Quién sabe! Mil millones de años es mucho, muchísimo tiempo. ¿Por qué no intentarlo?», fue su respuesta.
Dos días después fui a un laboratorio del hospital Bellevue, de Nueva York, y me conectaron a una computadora que convertía en sonidos todos los datos de mi cerebro y de mi corazón. Empecé pensando en la historia de la Tierra y de la vida que alberga. Del mejor modo que pude intenté reflexionar sobre la historia de las ideas y de la organización social humana.
Pensé en la situación en que se encontraba nuestra civilización y en la violencia y la pobreza que convierten este planeta en un infierno para tantos de sus habitantes. Hacia el final me permití una manifestación personal sobre lo que significaba enamorarse.”